Si has visto estos cinco films de Wes Craven, corre y habla en tus redes sociales de su fallecimiento y de lo que quieras… Si no, por favor, cállate la boca.
Ayer 31 de agosto de 2015, Wes Craven fallecía a sus 76 años de edad a consecuencia de un cáncer cerebral. Y ahora, en consecuencia, los fans de su cine vamos a tener que enfrentarnos a todo un tropel de esquelas chapuceras y artículos del periodismo más barato, de ese que no muestra ningún tipo de autocensura a la hora de escribir cosas del tipo «al final, Wes tuvo que enfrentarse a esa muerta que siempre había sido la protagonista de sus películas» y otros panegíricos gilipollas por el estilo.
Aun así, hay algo mucho peor que estos plumillas de tres al cuarto: mucho peor es que, de pronto, las redes sociales se han visto preñadas de todo un conjunto de cinéfilos estudiosos del cine de terror para los que aparentemente Wes Craven era un Dios intocable. Admitámoslo: da rabia. Siempre que sucede algo como el fallecimiento de este realizador, es inevitable sentir cierto malestar con ese apropiacionismo que todo el mundo practica en redes sociales… por mucho que sepas que la mitad de personas que tanto hablan no tienen ni repajolera idea.
Pero de eso van las redes sociales, ¿no? De posturear como si no hubiera un mañana. Aun así, desde Fantastic Plastic Mag hemos querido darle a Wes Craven el mejor homenaje que creemos que merece: una lista de los cincos films que marcan la diferencia definitiva entre los «no tengo ni idea pero me encanta aparentar en redes sociales» y los «aunque no haya dicho nada en mi Twitter, soy ultra fan y pago mis respetos con silencio y admiración«. ¿Cuántas de estas películas has visto tú?
5. PESADILLA EN ELM STREET. Os voy a explicar mi historia personal con «Pesadilla en Elm Street«: resulta que, cuando yo era pequeño, todas las cosas iban más despacio, incluso la cadena de estrenos de las películas. De esta forma, aunque la primera entrega de esta saga data del año 1984, diría que no fue hasta un tres o cuatro años después cuando mis padres la alquilaron en el videoclub y me pegaron una patada en dirección hacia mi habitación porque era demasiado pequeño para ver algo así. Pero ¿qué pasa cuando le dices a un niño que no haga algo? En este caso, lo que pasó es que me levanté de madrugada (siempre he tenido un gusto extraño por el noctambulismo) y me la tragué así, en un entorno que debería haber asegurado pesadillas para el resto de mi vida. Por el contrario, ver «Pesadilla en Elm Street» a una edad tan temprana más bien extirpó en mí la capacidad de sentir miedo en el cine, y a partir de allá me convertí en un ávido consumidor de toda peli de horror que cayera en mis manos.
No sé cuál será tu historia con «Pesadilla en Elm Street» ni sé, de hecho, si tendrás historia alguna con este film. La experiencia me dice que los fans de verdad sí que tienen una buena historia: acordarse de la primera vez que viste la peli de Wes Craven es algo así como acordarse de dónde estabas cuando murió Lady Di. La experiencia también me dice que, si eres fan de verdad, te alucinará esta película por lo que tiene de epítome del doble sentido en el cine de horror: ¿existe forma más directa de atacar a los miedos primigenios que crear un icónico villano, el Freddy Krueger de Robert Englund, que ataca cuando más vulnerables somos (es decir: durante el sueño)? Ahora bien, si eres uno de los fans de los de aparentar, pues nada, hablemos de que Johnny Depp es uno de los protas.
4. LAS COLINAS TIENEN OJOS. La forma más directa que tienen la mayor parte de películas de miedo de meterte el canguelo en el cuerpo es apelar al «te podría haber pasado perfectamente a ti«. Y, a ese respecto, pocas fórmulas hay más efectivas que la protagonizada por una familia (o por la variante «grupo de amigos, preferiblemente jovenzuelos y con alguna jamelga buenorra entre ellos») que va de vacaciones… pero se encuentra con el desastre. La cosa tiene, evidentemente, su miga: las vacaciones pueden suponer un placer, claro, pero también implican un salir de nuestras habituales zonas de confort y, por lo tanto, sentirnos intimidados más fácilmente.
En el caso de «Las Colinas Tienen Ojos«, una familia que se dirige hacia California se convierte de repente en el objetivo de caza de todo un conjunto de mutantes caníbales que dan un mal rollo de la hostia. Si crees que ya lo has visto mil veces, ten en cuenta que Wes Craven estaba dándole cañita brava a este tipo de películas en el lejano año 1977. Respect! (Por cierto, no hace falta que mencione que el remake del 2006 es una pura bazofia, ¿verdad?)
[/nextpage][nextpage title=»Del 3 al 1″ ]3. LA ÚLTIMA CASA A LA IZQUIERDA. En el año 1972, Wes Craven debutaba de forma totalmente apoteósica con «La Última Casa a la Izquierda«. Si ya he mencionado más arriba que Wes Craven se convertiría en el gran maestro a la hora de apelar a los miedos más comunes de la clase acomodada yanki (las vacaciones, el sueño reparador), no es de extrañar que su primer trabajo se abriera con dos chicas que, de camino a un concierto, van buscando alguien que les venda un poco de marihuana. En vez de marihuana, sin embargo, se encuentran con una panda de psicópatas fugados de la cárcel que las violan reiteradamente, las mutilan y, finalmente, las asesinan.
Eso sí, en este caso el director se reservaba un maravilloso retruécano en el que los asesinos se pasan de listos y, al final, obtienen su merecido. Entiendan ustedes aquí «su merecido» como «una felación que acaba con un pene cercenado por un mordisco» y otras lindezas que podrían verse como precursores del gore pero que, sin embargo, el director supo manejar con sabiduría: si el gore se caracteriza por su afición a enseñar sangre y vísceras, el cine de Craven siempre prefirió que la violencia se practicara sutil pero directamente contra tu cerebro. (De nuevo, resulta que hay un remake de 2009 que no merece ni ser nombrado. He dicho.)
2. LA SAGA SCREAM. Puede parecer de perogrullo esto de incluir a la saga «Scream» en esta lista porque, al fin y al cabo, todo el mundo la ha visto, ¿no? Pues no. No sólo hay muchos que sólo han catado alguna parte suelta (lo que priva de la magistral visión de conjunto construida por absolutamente todas las entregas de Wes Craven), sino que hay algunos mamarrachos que incluso habrán preferido quedarse con la saga «Scary Movie«. Por todo ello, nunca está de más recordar que las cuatro entregas de la saga «Scream» son dignas de ser visionadas y revisionadas una y otra vez por lo que tienen de ejercicio enciclopédico del cine de terror.
Me explico. El guión de la trilogía original, en el que Kevin Williamson vertió toneladas de cinefília de alto copete y de pericia narrativa para ocultar segundas capas de sentido, suponía un maravilloso homenaje episódico a la historia del género: la primera «Scream» aludía al body count adolescente ochentero por excelencia, «Scream 2″ apelaba a las complicaciones del terror europeo de espacios cerrados (una universidad, en este caso) y, finalmente, «Scream 3» era un festín de endiablados mise en abymes continuos que sofisticaba la fórmula del horror detectivesco con toques góticos. Y sí, incluso «Scream 4» podría entenderse como una revisión y compendio de todo el cine que generó la trilogía original, así que tampoco habría que valorarla a la baja.
Pero, ojo, que esta intelectualización de la saga es algo totalmente accesorio: si por algo destacan estas cuatro películas de Wes Craven es por su capacidad para hacer que el terror genere diversión de forma inteligente y elocuente. Un arte que, en el siglo 21, parece abocado a la extinción.
1. LA SERPIENTE Y EL ARCOIRIS. Más arriba decía que una fórmula infalible para provocar terror es apelar al «te podría pasar a ti«… Pero hay una fórmula todavía más efectiva: apelar al «sería muy improbable que te pasara a ti, pero no tienes ni idea de por qué esto te provoca un miedo acojonante«. Lo que viene siendo el «miedo irracional«, vamos. Esta práctica es la que lubricó el maestro Wes Craven en «La Serpiente y El Arcoiris«, donde montaba un tinglado impresionante en torno a prácticas de vudú haitiano ancestral, drogas extrañas, zombies vivientes y (¡tachán!) el miedo congénito que todos hemos sentido alguna vez a que nos entierren en vida.
Inexplicablemente (o, por lo menos, yo no me lo explico), «La Serpiente y El Arcoiris» es de las películas más desconocidas de Wes Craven… Y, precisamente para preservar el efecto sorpresa, no me alargaré más y sólo añadiré que este es el verdadero factor diferencial de esta lista: si has visto «La Serpiente y El Arcoiris«, tienes mi permiso (y el de la comunidad de fans del director) para hablar de Craven con toda la potestad del mundo. [/nextpage]