En los tiempos que corren, la sátira es más necesaria que nunca… Y eso es lo que practica Jesús Pérez en esta «Las Brigadas Prosublime» editada por Sloper.
Por sí misma, la sátira no es capaz de derrocar a reyes ni tiranos; no previene guerras; no decide el resultado de las elecciones. Aunque casi nunca cambia el curso de la Historia, a menudo acompaña y refuerza la acción política. Las caricaturas y los chistes dirigidos contra la familia real ayudaron a crear la atmósfera de furia que culminó en la Revolución Francesa. Las burlas contra la guerra de Vietnam lograron el cambio en la opinión pública que acabó con ella.
En su novela de 2015 «Las Brigadas Prosublime» (publicada en nuestro país por la editorial Sloper), el escritor de ciencia ficción Jesús Pérez Caballero (Gandía, 1981) protagoniza el enésimo intento de evitar el desastre planetario. En el siglo XXX, la superpoblación y el agotamiento de los recursos se encuentran a niveles de crisis; el hambre y el colapso político están a la vuelta de la esquina. Los guerrilleros de las Brigadas Prosublime, organización terrorista que elimina a quien no sea sublime al modo de Charles Baudelaire, campan a sus anchas.
“Las Brigadas son muy parecidas a nosotros. Tienen sus lemas, las palabras con las que quieren mover a la gente. Luchan por algo bastante irracional”. Los disturbios estallan en las calles. En respuesta, Calígula, representante del gobierno sin rostro, despliega sus fuerzas, con la intención de someter a los rebeldes. La empatía se convierte en arma de destrucción masiva. La euforia cae como aluvión de bombas sobre la ciudad asolada: “… los caligulenses tenían un problema con el tiempo y la felicidad (…) eran incapaces de apreciar los instantes y buscaban discursos más y más retorcidos, por eso muchos apoyaban a las Brigadas”.
«Las Brigadas Prosublime» es más una sátira que una distopía, una fiesta de la literatura que celebra una nueva era del entretenimiento basado en la estética.
La ideología ha dejado de ser utilizada para el control de multitudes y se ha convertido en una forma de vida. En lugar de resolver sus problemas, la humanidad entera los enmascara utilizando sistemas políticos cómicamente sofisticados. El libro de Pérez adopta esta premisa, pero la replantea como una crítica a la industria del entretenimiento. «Las Brigadas Prosublime» es, pues, más una sátira que una distopia, una fiesta de la literatura que celebra una nueva era del entretenimiento basado en la estética. En la novela de Pérez, el futuro no promete el progreso social y científico, sino el hedonismo tecnológico y la senescencia.
“Las Brigadas Prosublime trajeron un mes de masacres. Tras su denominada limpia, se marcharon. Los caligulenses toleraron sus actos y su rapiña (…) La ciudad, hoy, y según se escucha por aquí, es feliz”. Es esta una novela escrita desde el humor, aunque el mundo que retrata es sombrío. En contraste con «1984» de George Orwell, en el que el Partido controla estrictamente la “verdad”, Pérez prefiere representar sociedades empantanadas por el exceso de información y la tecnología. Su primera novela no sólo trata de criticar la sociedad moderna, sino también imaginar lo que el futuro puede llegar a ser.
Predecir el futuro es un viejo juego, y no necesariamente noble. Los profetas resultan ser seres equivocados o interesados, o ambos. Pérez puede cometer un error, como bien sabe, pero para él predecir el futuro es una manera de pensar en el mundo en la mayor escala posible, un esfuerzo por trascender el propio cuerpo y cerebro a través de la lógica y la imaginación. Nadie puede saber el futuro. Pocos pueden imaginarlo mejor que Pérez.
Según Freud, la sátira actúa a modo de válvula de escape que ventila tensiones que de otro modo podrían ser letales. Los humoristas satíricos, a menudo con riesgo de cárcel, exilio, incluso ejecución, siguen buscando maneras de evitar la censura; hacen la política divertida e interesante para un público que de otra manera tendería a quedarse al margen; dinamitan los tabúes que rodean el sexo, la raza y la religión; son el baluarte de la democracia contra la opresión. Por todo ello, la sátira y los satíricos como Jesús Pérez son más necesarios que nunca. [José de María Romero Barea]