JOSE A. MARTÍNEZ elige… un buen puñado de canciones. A veces, lo importante no es lo que se haga en el destino, sino lo que se sienta, se piense o se vea durante el desplazamiento hacia él. Sobre todo si, más que a un único lugar, se viaja a varios saltando entre ellos cual rana de nenúfar en nenúfar. Por eso, mi recomendación personal no se guarda en la maleta para rescatar al final del trayecto, sino que se abre antes de que este se inicie. O, mejor dicho, se elabora: una banda sonora que acompañe el periplo de una manera privada o compartida. Pero aquí no voy a explicarles las normas no escritas para componerla ni, mucho menos, indicarles qué temas elegir para cada caso -de eso ya se ha encargado la Dirección General de Tráfico a través de esta nefasta selección, salvando honrosas excepciones- al estilo de Rob Gordon en “Alta Fidelidad”. Simplemente, les voy a mostrar qué canciones llevaré conmigo al volante -aunque también valdrían para disfrutar sentado en el bus, el tren o el avión- y en CD -como mandan los cánones-. Me servirán, además de para hacer más llevadera la conducción, para relacionar música y paisajes en la memoria, grabar estampas en la retina que en el futuro volverán en forma de constantes déjà vus y mudar en inolvidables conversaciones banales y alocadas.
Como los elementos inspiradores de este particular soundtrack son el coche y la carretera, no faltará una pieza tan apropiada como “7-Hour-Drive” -aunque la travesía durará menos…-, de The Notwist, con su traqueteo kraut-shoegaze para mantener un ritmo sostenido. “Seasons (Waiting On You)”, de Future Islands, aportará el necesario tono synth-épico-romántico, que contrarrestará la luminosidad pop de “Simple And Sure” de The Pains Of Being Pure At Heart o “Not For This One” de Eternal Summers. La melancolía neworderiana de “Erosion” -de Cymbals– y la smithsoniana de “Dirty Dream #3” -de Mode Moderne– servirá para cubrir el cupo emotivo de la recopilación, embellecida por el toque femenino de la nuevaolera “Too True To Be Good” de Dum Dum Girls o la dulce “Assembly” de Elephant. Estos son sólo algunos cortes de un pack sonoro que pueden escuchar al completo siguiendo este link. Ya estoy listo para alcanzar mi destino o, quién sabe, para que este me alcance a mí…
MIRIAM ARCERA elige… un festival musical. Si tengo que elegir prefiero un Spring Break a una Semana Santa… Por eso seguramente vaya al Festival Hoteler a beber y desgastar la poca juventud que me queda viendo a unos cuantos grupos de la terra como Gabriel y Vencerás, Puput, Alpine o Nitch. Para tal aventura etílica y musical voy a llevarme todo el party, fly y sabrosura que tengo en mi ser. No hase falta disir nada más, como diría nuestro querido y añorado Van Gaal. Que empiece la fiesta.
HENAR VÍRSEDA elige… tapones para los oídos que le permitan leer en paz «El Mito de Sísifo». En esta semana que muchos dedican al ocio y a actividades lúdicas de diversa índole y otros tantos a peregrinar con pretensiones de cultivar su devoción y mirar más los partes metereológicos que durante el resto del año, hay otro colectivo de personas profundamente desgraciadas cuya única previsión para estos días es pegar el culo a la silla de trabajo y adelantar proyectos que se van viniendo encima cada vez que mayo está más cerca. Yo me encuentro dentro de este último grupo, pero de poder trasladar mi cuerpo y mi mente a otro lugar tengo muy claro qué dos objetos llevaría conmigo de forma inexorable. Y digo dos y no uno porque el primero es más una recomendación y una estrategia para quedar bien de cara al público, cuando realmente del que quiero hablar es del segundo. Este primer artículo es «El Mito de Sísifo» de nuestro bien conocido y apreciado Albert Camus. ¿Por qué? Porque es un ensayo filosófico breve pero intenso (faltaría más) que girando en torno a todas las facetas de lo absurdo te hará reflexionar y crear tus propias impresiones; y no sólo eso, sino que, si ha sido bien leído y comprendido, tendría que hacer que nuestra estructura del pensamiento cambiase por completo y, junto con ella, las impresiones y expectativas que se tienen sobre el hecho de existir.
El segundo objeto y el más importante son los clásicos tapones para los oídos, de los cuales descubrí sus maravillas hace un par de meses. Estos simples y pequeños cacharritos me han ayudado de una forma inimaginable a mantener mi equilibrio homeostático y, sobre todo, mi calma y salud mental, porque si hay algo que no soporto es el ruido y los sonidos imprevistos que rompen los momentos de añorado y no lo suficientemente apreciado silencio. ¿Que la perra no para de ladrar por razones que todavía no has descubierto y te saca de quicio? Tapones. ¿Que has vuelto a casa de tus padres a pasar unos días pero no te acostumbras a que haya gente pululando y hablando constantemente? Tapones. ¿Que el viento no deja de traer el sonido de los incesantes ensayos de la banda de cornetas y tambores de tu pueblo? Tapones. ¿Que quieres dejar de oír a las andaluzas llorando porque se les moja el Cristo? Por supuesto, más tapones. No permitas que la contaminación acústica trunque tus planes de conocer «El Mito de Sísifo» para después entrar en una ineludible y angustiosa crisis existencial: cómprate unos tapones y disfruta libremente de los apacibles y trascendentes momentos de lectura.
RAÜL DE TENA elige… su jabón para la barba de Mr. Natty. Antes de nada, permitidme daros un poquitín de envidia: esta Semana Santa va a durar para mí ni más ni menos que seis días. Tres de ellos los voy a pasar en la Cerdanya bien rodeadito de montañas que empiezan a perder la nieve, mientras que los otros tres restantes los voy a emplear en una casita a poco metros de la playa. ¿Lo jodido? Mi maleta es una puñetera esquizofrenia: la mitad de ella estará compuesta por ropa de abrigo, mientras que en la otra sólo habrá pantalones cortos y chanclas. ¿Cuál es el único elemento que voy a compartir en uno y otro lugar? Algo sin lo que últimamente no puedo vivir: mi jabón para la barba de Mr. Natty. Específicamente, y teniendo en cuenta que Mr. Natty tiene diversos jabones para la barba, se hace necesario especificar que mi elección natural es el FFS, que vienen a ser las sigals de Face Forest Soap.
Porque, a ver, dará igual que esté paseando por el campo en medio de la montaña o tomando el solecito justo a la orilla de la playa, que lleve más ropa o que vaya más nudista: mi barba va a estar igual allá. Y aquí ocurre una cosa: cualquiera que tenga barba sabrá que es algo que conjunta perfectamente con ropa de invierno o de verano, pero que te tienes que currar un mínimo para que no adquiera esa textura indeseable que comunmente se llama «pelo-polla«. Pues eso. Cuando estoy en casa, tengo diversos acondicionadores, elixires y lubricantes… Pero al salir de mi hogar y tener que optimizar qué meto y qué no meto en la maleta, se hace más difícil acarrear potingues de aquí para allá, así que el FFS de Mr. Natty, que se puede conseguir perfectamente en Les Topettes (Barcelona), se convierte en la opción natural: una pequeña lata con el jabón dentro que no pesa y que está repleta de placer sólido. ¿Cómo dejársela en casa? ¿Cómo escamotearle a tu barba esa tremenda sensación de frescor y limpieza extrema que se te queda al salir de la ducha y haber utilizado esta pastillita? Lo dicho: me la pela tener que utilizar cualquier gel para el cuerpo cuando estoy de viaje, pero mi barba sólo la toca Mr. Natty.