Hay partes de las letras de “La Casa en Silencio” o “Donde no Exista el Miedo” en las que se atisban reflejos de la realidad actual que vivimos. ¿En qué medida las letras de “La Moneda en el Aire” están conectadas con lo que pasa a nuestro alrededor? ¿Es inevitable, en una situación así, acabar plasmando sus efectos en las composiciones? En una gran medida, las letras nacen influenciadas por las circunstancias que te rodean. Eso es inevitable, al menos para nosotros. De hecho, uno hace canciones movido por impulsos externos e internos y creo que los que escribimos canciones vamos filtrando bajo nuestro punto de vista toda la información y los estímulos que nos van llegando. Al final, todo llega a las canciones. Uno no puede abstraerse de toda la mierda que estamos viviendo. Hay un montón de situaciones adversas e injusticias que nos afectan a todos y no puedes mirar para otro lado y seguir como si nada. Al menos nosotros nunca hemos podido hacer eso. Hay ejemplos de ello en todos nuestros discos, unas veces de manera sutil y, otras, más explícita. Antes que músicos somos ciudadanos.
Cambiando de tercio hacia los asuntos del amor y las emociones, materia que modeláis con habilidad, en el disco llama la atención “Si tú te Vas”, que se acerca a los clásicos del pop melódico español. ¿Teníais en mente esas referencias mientras le dabais forma? Es una canción grande y épica, y desde el principio pensamos en una producción como la que tiene. Curiosamente, es una canción que no habla de amor, aunque tiene ese punto ambiguo que hace que parezca que sí lo hace. Obviamente, si titulas una canción “Si tú te Vas”, la gente se va a quedar con eso, pero en este caso lo que se va no es tan solo una persona. De hecho, yo la quería titular “Magnífica Desolación”, que es una expresión de Buzz Aldrin que me parecía muy sugerente y que abarcaba todo lo que yo quería contar. La canción trata de la pérdida de la ilusión por vivir y seguir adelante cuando uno se siente solo ante la inmensidad de todo lo que nos asola. Eso es lo que se pierde, aunque entiendo que se puede personificar de alguna manera. Es una gran balada épica que tiene mucho que ver con el magnífico videoclip que hemos hecho para ella. Sí que veo esa conexión con los clásicos del pop melódico español y me halaga que así sea. Además, me lo ha dicho gente que tiene mucho criterio y a la cual respeto mucho, pero he de decir que ya era así desde el principio. Lo que hemos hecho ha sido engrandecerla y sublimar esa grandilocuencia, como si fuera una canción para Nino Bravo, Camilo Sesto o Julio Iglesias, aunque si fuera en inglés tal vez la gente hablaría de otros referentes que hemos tenido como los Suede de “Dog Man Star” o The Verve. Creo que es un clásico de La Habitación Roja y estoy deseando ver la reacción de la gente cuando la toquemos en vivo.
Vuestra evolución discográfica se relaciona, a veces, con una búsqueda de una mayor audiencia. Y se observa con algo de sorpresa. ¿No debería ser ese el objetivo de todo grupo musical y artista, aunque sea etiquetado de ‘indie’? No es ese nuestro objetivo principal ni nunca lo ha sido, pero sí que hemos querido que nos conociera más gente. Obviamente, editamos discos y salimos a tocar por ahí para llegar a la gente. Si no, ¿qué sentido tiene editar y dar a conocer tu música? Nuestra manera de acercar nuestra propuesta al público ha sido un trabajo desde la base, de hormiguitas, pues nunca hemos tenido acceso a los grandes medios de manera directa y tampoco grandes presupuestos de promoción. No sé cuál es el objetivo de otros artistas, pero nosotros no hacemos la música con un objetivo concreto. Queremos dar nuestra visión del mundo, de lo que nos rodea, de lo que nos aflige o nos consuela. Es algo que se nos da bien, que disfrutamos y nos sale de forma natural. Si llegamos a la gente, genial. Eso le da sentido a toda esta ecuación de sentimientos y así se cierra el círculo, pero la verdad es que lo que hacemos, lo hacemos por nosotros. En última instancia ese es el camino más corto hasta el oyente.
Precisamente, vuestros últimos trabajos os han permitido ampliar de una manera natural vuestra base de seguidores. ¿Os consideráis una banda de éxito tardío? Nos consideramos corredores de fondo, de eso no hay duda. Y es verdad que el nuestro es un caso bastante atípico, pues hemos desarrollado una carrera que ha progresado paulatinamente de manera ascendente, lo cual es algo raro en nuestros días, pues no se le da tiempo a nada para que pueda desarrollarse. Nos hemos equivocado, hemos aprendido y nos hemos hecho adultos con la música, y eso es lo bonito de todo esto. Yo sí que creo que hemos tenido éxito. Lo contrario sería ser un estúpido arrogante, pues hay un montón de músicos con mucho talento que son desconocidos y no pueden disfrutar de un montón de cosas que nosotros sí hemos podido experimentar. Nos sentimos afortunados, respetamos al público y a la música e intentamos devolverle a esta todo lo que nos ha dado y aportado.
Acerca del debate sobre lo considerado ‘indie’, ¿qué definición daríais a ese término según vuestra experiencia? ¿Es La Habitación Roja un grupo ‘indie’? Pau y yo leíamos el Melody Maker y el New Musical Express cuando éramos unos chavales. Ahí estaban los indie charts, las listas de éxitos de los grupos independientes anglosajones, y en esas listas había un montón de grupos que nos gustaban. Esos grupos estaban en sellos como Creation o Rough Trade, y creo que Mushroom Pillow ha seguido esa tradición. Luego estaban los grupos independientes de pop español de los 80, que también ha sido una música con la que hemos crecido. De una mezcla de todo eso viene La Habitación Roja. Hemos desarrollado nuestra carrera al abrigo de sellos independientes, así que somos un grupo indie, término que no es más que una abreviatura de independiente. Pero no creo que la palabra en cuestión pueda definir nuestro sonido o un tipo de sonido en concreto. Por poner un ejemplo: Manta Ray eran un grupo indie y La Habitación Roja también, y no teníamos mucho que ver a nivel musical.
Vuestra continua presencia en festivales, así como la de otros grupos nacionales, en vez de verse como algo positivo para los implicados y el público, sirve para tildar de rutinaria la confección de muchos carteles artísticos. ¿Cómo veis desde dentro esa situación? El hecho de llevar casi veinte años de carrera hace que tengamos una perspectiva de las cosas y, en mi opinión, esto ha sido siempre así. La gente no se fija en la letra pequeña de los carteles y yo veo ahí grupos nuevos constantemente que, si las cosas siguen su curso natural y ellos siguen sacando buenas canciones, acabarán encabezando los carteles de todos los festivales. Así ha sido siempre y así creo que será. Hay que pensar que la mayoría de los festivales son un negocio y se llama a cabezas de cartel que tengan una gran capacidad de convocatoria y puedan vender entradas. Lo bueno es que ese efecto llamada dé la oportunidad al público de descubrir otros grupos nuevos. Así empezamos nosotros y mucha gente nos descubrió en el FIB, el BAM, Contempopranea o Sonorama, por citar algunos ejemplos relevantes. Si uno se fija en los grandes festivales internacionales, se da cuenta de que esto no es algo que pase solamente en España: cada año los cabezas de cartel de los principales festivales del mundo se repiten y poco a poco se van incorporando a ese grupo nombres nuevos. Para mí, un festival debe tener de todo, y eso creo que lo han hecho muy bien el FIB o el Primavera Sound. Hay grandes estrellas, grupos clásicos, clase media y bandas nuevas. Un poco de todo, como hace el Barça: estrellas, clase media con calidad y cantera.
¿De qué lado esperáis que caiga la moneda en el aire que da título al disco? Esperamos que caiga cara. Pero mientras sigue en el aire, vamos haciendo camino.
[FOTOS: Sergi Minguell]