A las puertas de una nueva edición de «Gran Hermano», nuestra Karma Police denuncia la omnipresencia de Jorge Javier Vázquez… y recuerda a Mercedes MIlá.
Policía del karma,
Por favor, arresta a Paolo Vasile, a los maricas de la Chueca bizarra y a las señoras de Plasencia que han convertido a Jorge Javier Vázquez en el Jesús Hermida del siglo XXI.
Jorge Javier Vázquez entrando preocupado en el baño de Sálvame Diario.
Jorge Javier Vázquez saliendo eufórico del baño en Sálvame Deluxe.
Jorge Javier Vázquez, compungido, metiendo barriga en Cámbiame Premium.
Jorge Javier Vázquez, a dieta, conectando en directo con Lapa Lapa o cualquier otro paraíso fiscal.
Jorge Javier Vázquez, inflamado, recorriendo los rincones más oscuros del Planeta Calleja.
Jorge Javier Vázquez duplicado en «Face to Face«, con Joaquín Reyes atrapado en el cuerpo del mismísimo Jorge Javier Vázquez.
Jorge Javier Vázquez por triplicado en el kiosko más cercano.
Jorge Javier Vázquez de vedette en los teatros de España.
Jorge Javier Vázquez got talent a borbotones.
Jorge Javier Vázquez descuartizando a los funcionarios de Correos porque hay un cartílago para ti.
Jorge Javier Vázquez en la funda de tu almohada.
Jorge Javier Vázquez en el ambiente.
Jorge Javier Vázquez dentro de tu mente.
Y ahora, Jorge Javier Vázquez presentando «Gran Hermano 17«.
¿En serio, Mediaset? ¿Iba en serio?
En cualquier caso, esta denuncia no pretende menoscabar el incuestionable éxito del chico que se sentaba en el sofá de Ana Rosa Quintana para hacer chistes picantones que sabían a hiel.
El triunfo de Jorge Javier Vázquez, desbancando a Jesús Vázquez, a Paula Vázquez y a Manuel Vázquez Montalbán del trono de la hegemonía masiva española, es el triunfo de todos nosotros, el triunfo de la gran mayoría.
Nosotros que nos reímos hacia dentro hasta el ahogo supino.
Nosotros que no acertamos jamás con el corte de pelo.
Nosotros que practicamos la crueldad tácita con los humanos y amamos a los animales.
Nosotros que cantamos en la ducha y entonamos regular.
Nosotros que soñamos ser más listos que los demás porque mencionamos a Chéjov y a Vázquez Montalbán.
Nosotros que tenemos poco cuello.
Nosotros que somos cualquier cosa antes que telegénicos.
Nosotros que no dejamos que pase un día sin expresar nuestra opinión de mierda.
Nosotros hemos encerrado a Jorge Javier Vázquez en miles de latas de sopa Campbell.
Con la ayuda de Vasile, el Lavapiés profundo y los señores de Plasencia, hemos conseguido que Jorge Javier Vázquez ocupe toda la parrilla del canal televisivo más seguido en un estado ingobernable, completamente anárquico.
Mucho peor sería que lo presentaran todo Gemma Nierga y Carles Francino.
Pero ya digo que esta denuncia no quiere ensuciar el buen hacer de Jorge Javier Vázquez, que se deja la piel por su público y la montura de las gafas por su jefe. Jorge Javier es sólo una excusa.
Estamos aquí para cantar las gestas de María de las Mercedes Milá Mencos, nacida en Esplugas de Llobregat (Barcelona) el 5 de abril de 1951.
Mercedes Milá es «Gran Hermano«.
Esto lo sabe todo el mundo.
Poco importa si has visto una edición del show que cambió la televisión en España a comienzos de siglo o has visto quince. Da igual si lees a Chéjov o si meas en la ducha. Es irrelevante si te va Pepe Carvalho o Petra Delicado. Ni siquiera vamos a tener en cuenta si echas de menos a Pepe Navarro.
Mercedes Milá es «Gran Hermano«.
No hay más razón que esta periodista imbatible, esta mujer libérrima, esta tigresa de Oriente, esta persona armada con un coño del tamaño de Groenlandia, para seguir conectando los jueves con ese programa infame, popular y populista, realizado con maestría, donde lo mejor y lo peor de nuestra incombustible anarquía chocan de frente en la cocina.
Mercedes Milá es hija del segundo conde del Montseny y en 2012 renunció al condado que le correspondía tras el fallecimiento de su padre.
Mercedes Milá podría pasar las noches degustando los mejores vinos o encerrada en un palacete revisando «The Wire«. Mercedes Milá podría ser corresponsal en Washington y aparecer en grandes bodas con pamelas y tocados.
Pero Mercedes Milá prefiere batirse en duelo con la gente común, escuchar mamarrachadas de completos analfabetos, dialogar con ellos, enseñar las bragas, educar a España, obligarte a dejar de fumar, revisar los preceptos de los sociólogos de chichinabo, mirar de tú a tú a toda clase de personas y tratar como le venga en gana a transexuales, heteruzos, lesbianas, médicos, mujeres machistas, modelos, chicos de barrio, universitarios, surfistas, gente rara, gente que se cree normal, gente con la pierna encima, putas y putos, gente como tú y como yo.
Mercedes Milá es punk.
Mercedes Milá es infinitamente popular.
Mercedes Milá no soporta a los esnobs.
Mercedes Milá se ríe en tu cara cuando te sientes V.I.P. en una fiesta privada.
Mercedes Milá envejece con dignidad.
Mercedes Milá es una ciudadana avanzada a su propio tiempo.
Mercedes Milá es el opuesto perfecto de Letizia Ortiz Rocasonalo.
Y si Mercedes Milá ahora quiere que leamos,
una afición que siempre ha sido compatible con mirar la televisión,
este año habrá que leer también durante las galas de «Gran Hermano«.
A menos que entre en la casa Felipe Juan Froilán junto a cinco o más transexuales antitaurinos.
Larga vida a Mercedes Milá y qué Cristo ampare a Jorge Javier Vázquez.