Si la ciencia inventara la forma de construir átomos a partir de formas de onda y moléculas a partir de corcheas y secuencias de ADN a partir de escalas en la menor, quizá pudiéramos moldear la existencia de un ser humano con sólo la escucha de una canción, desde la salida de nuestro altavoz. Y si aplicáramos esta tecnología a la música de José González, quién sabe, quizá terminaríamos con un señor apocado y taciturno, de mirada perdida; el yerno sensible, centrista y educado beso-en-mano que tantas suegras añoran, pero el cuñado paradete que se marcha a casa después de la segunda caña y rehusa acompañarte a hacer puenting con tus colegas. Y aún así, sin ser precisamente la lechuga más alegre de la huerta, consigue caer bien a casi todo el mundo.
Más allá de las inocentes puyitas que podamos soltarle a José González, sueco de nombre desconcertante (sus padres son argentinos), uno ha de reconocer que su música tiene momentos que son una preciosidad. También es justo reconocer que un gran disco suyo como «Veneer» (Hidden Agenda Records, 2005) es peligrosamente susceptible de encantar a nuestras madres, y el pequeño snob que muchos llevamos dentro encuentra difícil de aceptar a un tipo que hace versiones amabilísimas de The Knife y Massive Attack, carne de cañón para anuncios de coches con niños sonrientes y emisiones de españoles por el mundo, como uno de los nuestros. Pero ahora que las masas están distraídas con ese otro fenómeno folk para toda la familia que son Mumford & Sons, podemos centrarnos en la banda que con Elias Araya y Tobias Winterkorn se entretiene nuestro héroe: Junip acaban de lanzar disco y se llama como ellos mismos. ¿Qué tal está?
Quienes hayáis escuchado el anterior LP del grupo habréis podido comprobar que este es la extensión de José González como solista, por mucho que se empeñen en dar entrevistas por separado y clamar que toman decisiones de forma democrática, González tiene una voz tan característica que ya sólo por eso es fácil olvidar que estás escuchando a una entidad independiente llamada Junip. Su debut, «Fields« (Mute, 2010), tan easy-listening y modesto como era, tenía en cambio un punto de intriga que demandaba nuestra atención. Sin ser nada del otro mundo, calaba hondo y dejaba muy buen sabor de boca. Pero «Junip« (Mute, 2013) no logra ser la continuación esperada y no hay más que comparar sus tímidas incursiones en terreno krautrock en ambos trabajos para constatar la pérdida de calidad: mientras “Rope and Summit” era el impresionante punto álgido de «Fields«, “Walking Lightly” suena a triste intento amateur de imitar los poemas hipnóticos de Yo La Tengo.
Quizá el mayor error que han cometido es presentar este trabajo con un single de adelanto que es muy superior al resto. «Line Of Fire» es el excelente primer tema que nos dejó con la miel en los labios esperando un discazo y que nos deja perdidos en medio del coitus interruptus que prosigue a continuación. En algunos momentos, todo suena como poco pensado, poco inspirado, poco trabajado y, sobre todo, poco importante. «Line Of Fire» no es el mayor logro de su carrera, pero se hace acaparadora del 80% de la emoción y sentimiento del disco en conjunto, y sólo la pegadiza “Your Life Your Call”, la notable “Baton” y “After All Is Said And Done”, canción bastante agradable y el mejor cierre que podríamos esperar de «Junip», logran acercarse a su nivel. En general, muchas veces las composiciones no son tan flojas como ciertos pasajes de instrumentación que actúan en detrimento del reservado talento de José González. Hablamos sobre todo de esos teclados, que en sus buenos momentos aporta músculo al sonido de los suecos, en ocasiones suena tan pueril que da risa. Bandas como los añorados The American Analog Set (que parecen resucitados en “Beginnings”) o los super hip Metronomy son expertas en el uso minimalista del instrumento, sin sacrificar carácter por sencillez. Aquí, sin embargo, la simpleza suena más bien a no me apetece currármelo más.
José González, cuando le apetece, hace muy bien lo que sabe hacer bien. Siempre es importante para un artista empujar sus límites y buscar nuevos caminos, pero a veces es mejor tener a alguien que te diga “déjalo, José, es inútil, no sigas por ahí”. Junip hablan del miedo que les producía su propia “osadía” de hacer algo como “Your Life Your Call”. Es un tema que está bien, es alegre, es contagioso, pero suena un poco a Hot Chip haciendo la banda sonora de un curso de iniciación a la música africana para niños. Y no te digo más.