Empecemos directamente por el meollo de la cuestión: ¿qué es Junip? Básicamente, el grupo de José González, el artesano nórdico de la guitarra española cuyo éxito cosechado con sus versiones de “Heartbeats” (The Knife), “Teardrops” (Massive Attack) y “Love Will Tear Us Apart” (Joy Division) le permitió acceder al territorio mainstream a la vez que no perdía por el camino su crédito entre los esnobistas indies. Pero seamos justos: el sueco (de padres argentinos) no se dedica exclusivamente a apropiarse de composiciones ajenas para acrecentar su fama, y Junip posee los argumentos necesarios para ser considerada algo más que “la banda de”, por mucho que esto se afirme sólo por no desmerecer a los dos compañeros y amigos que lo arropan en este proyecto (Elias Araya, batería y percusión; y Tobias Winterkorn, teclado y sintetizador).
Si atendemos a los datos históricos, se puede concluir que la trayectoria del trío, como tal, no es demasiado fecunda, a pesar de su longevidad: Junip comenzó a rodar en 1997, pero las atareadas vidas de sus componentes impidieron que su actividad fuese regular, con lo que sólo encontraron un par de huecos en sus agendas personales para publicar los EPs “Straight Lines” (Kakafoni, 2000) y “Black Refuge” (Teme Shet, 2006). Como ven, se tomaron su tiempo, primero, para elaborar ambas referencias, y luego, para darles continuidad tras su reunión durante el año presente. Esa misma calma coincide, curiosamente, con la que mostró José González en solitario, ya que sus dos álbumes están separados por cuatro años… ¿Casualidad? Este no es espacio para investigar los motivos de ese perezoso ritmo de trabajo, pero no es de extrañar que sólo las mentes melómanas más agudas tuviesen constancia de la breve discografía del pequeño combo de Suecia.
Menos mal que los tres de Göteborg, una vez restablecidos y consolidados como núcleo creativo, estimaron conveniente darle una presentación previa a su disco de estreno, “Fields” (City Slang / Nuevos Medios, 2010), con otro EP, “Rope And Summit” (City Slang, 2010), que ayudó a rescatar del olvido a Junip, acercándolo a una audiencia de mayor amplitud y, de paso, ofreciendo pistas sobre la cara que enseñaría José González: ¿la intimista de siempre u otra muy diferente? La impresión que suscitaba la escucha de esas cuatro primeras canciones de su nueva etapa era que el grupo realmente poseía y demostraba una identidad propia apoyada, en esencia, en un sonido derivado del kraut germano (por su cadencia motorik), sin olvidar el poso acústico practicado por su teórico líder. Sin embargo, sólo se recuperó para el largo el tema titular (“Rope And Summit”), con lo que desde el momento en que arranca “Fields” regresan las dudas acerca de si el trío seguirá diferenciándose o simplemente servirá como banco de pruebas para José González, por aquello de acompañar su habilidad a la guitarra con arreglos poco dados a aparecer en su producción individual. La incógnita se despeja a la misma velocidad que transcurre el dúo de apertura, “In Every Direction” y “Always”, a las cuales si se les elimina la batería y los teclados elásticos quedarían como composiciones ideales para el siguiente trabajo del sueco-argentino. Esa tendencia se acentúa en el inicio del tramo central del álbum, en el que la voz de González comienza a ondular en “Without You” del mismo modo que lo hacía en su disco “In Our Nature” (Mute, 2007) hasta desembocar en el desarrollo semi-esquemático de “It’s Alright”. En este punto, las únicas novedades a destacar las aportarían las baquetas de Elias Araya en las mellizas “Don’t Let It Pass” y “To The Grain”. Es decir: la palabra riesgo ni siquiera asoma su cabecita tímidamente. Aunque no hay que negar el esfuerzo por acercarse a ciertos sonidos sureños norteamericanos (“Howl”), introducir cadencias agridulces (como indica el propio título de “Sweet And Bitter”) o apretar el acelerador del tempo instrumental (“Off Point”).
“Fields” transpira, en su conjunto, las inquietudes sonoras (en este caso no demasiadas) de un José González que intenta marizar a base de detalles su discurso habitual. Pero su experimento se queda en un indeseado coitus interruptus, evitable si hubiera ahondado en los pequeños y sorprendentes resultados obtenidos en el EP “Rope And Summit”. Se intuye que Junip no verá revolucionada su situación por obra y gracia de este álbum y retomará su lenta y parsimoniosa travesía artística… A no ser que José González quiera seguir ensayando, en lo que queda de año, nuevas propuestas con sus dos colegas de cara a confeccionar su tercer disco en solitario, que debería ver la luz, si las cuentas salen bien, durante 2011.