«En Lo Que Preferiría No Pensar» de Jente Posthuma es una novela sobre el duelo que retrata a una de esas personas que a primera vista parecen raras… pero al final te obligan a preguntarte si el raro serás tú.
Hay un cliché que dice que uno de los motivos por los que nos gusta leer es precisamente para meternos en la cabeza de personas que nos resultan totalmente ajenas. Un cliché que podría estar en vía de extinción en estos tiempos de uniformidad y globalización y pensamiento único y consumir solo la cultura que me es afín dentro de la burbuja que han creado las redes sociales para mí. Suerte que todavía existen libros como «En Lo Que Preferiría No Pensar» de Jente Posthuma, editado en nuestro país por Bunker Books.
Y es que tengo que reconocer que, como lector, hacía mucho tiempo que no me ponía en unos zapatos que me quedaran tan lejanos como los de la protagonista de esta novela, una chica aficionada a coleccionar jerséis (y muchas otras rarezas más) que lidia con el duelo por la pérdida de su hermano gemelo. Esto, que podría ser la base para un buen drama sobre el dolor durante el proceso de duelo, se convierte en manos de Posthuma en algo totalmente diferente e inesperado. También en algo inquietante y perturbador.
Porque si digo que la protagonista de «En Lo Que Preferiría No Pensar» me queda lejos es porque leer este libro es introducirse de cabeza en las aguas oscuras del pensamiento de una de esas personas con las que todos nos hemos cruzado alguna vez sin acabar de comprenderlas. Me refiero a esas personas que tienden a la abstracción y que adolecen de cualquier tipo de habilidad social hasta el punto de resultar (¿inconscientemente?) ariscas. Esas personas que nunca se dan cuenta de que son problemáticas para los que les rodean y que, de hecho, actúan como si los problemáticos fueran los demás.
Así es la protagonista que la neerlandesa Jente Posthuma retrata con un trazo firme y decidido y con un monólogo interior fascinantemente desordenado cuya lectura te mantiene en vilo sabiendo que te esperan sorpresas (y sustos y monstruos) al doblar cada esquina. Porque ahí está lo interesante de «En Lo Que Preferiría No Pensar«: que, al llegar a la última página, puede que no hayas acabado por empatizar con la protagonista, pero seguro que la habrás comprendido. Y respetado.
Al fin y al cabo, a través de este puzzle narrativo formado por pequeñas piezas en forma de capítulos breves, Posthuma consigue construir el apasionante relato psicológico de una persona que, desde pequeña, se debatió entre el rechazo del mundo exterior (su propia madre, para empezar) y la sensación de no encajar en la norma («De mi época de primaria recuerdo sobre todo el miedo. No sabía lo que debía hacer para parecer normal«, confiesa en cierto momento). En este contexto, es normal que haga que todo su mundo gire en torno a un eje central concreto: su hermano gemelo, la única persona que le comprende y que es capaz de sobrellevar su intensidad focalizada.
Mucho se ha escrito sobre la relación mística y mágica de los gemelos, pero Jente Posthuma no está aquí ni para misticismos ni para magias. Está para bofetones de realidad en los que, un día, dos gemelos son todo el uno para el otro y, al día siguiente, uno decide que no solo necesita distanciarse y volar libre, sino que sobre todo necesita romper por completo los lazos que la otra persona sigue apretando con demasiada fuerza. El caso de un gemelo es devastador, pero aquellos que buscan un espejo en la literatura siempre podrán aplicarlo a un familiar, un amigo, un amor.
La protagonista se debate entre el desconcierto y el despecho. «La vida de mi hermano fue una sucesión de malas decisiones de «Survivor«, pero lo más estúpido que hizo fue romper la alianza con la única jugadora en la que podía confiar, la que le habría dado su último grano de arroz, la que habría cargado con él sobre sus espaldas de haber sido necesario«, reflexiona en cierto momento de «En Lo Que Preferiría No Pensar«. Y ese estado de shock hace que el duelo se alargue, al sumarse primero la ruptura del vínculo entre los hermanos y posteriormente el suicidio de una de las partes.
Resulta imposible no sentir una empatía infinita hacia ese estado de shock que todos hemos sentido en algún momento de nuestras vidas y que nos impide avanzar. Una especie de ámbar imposible de romper dentro del que por fin resulta plausible comprender la desconexión que la protagonista siente hacia el mundo que la rodea: la relación desapegada con la madre, las obsesiones compartidas con su gemelo que de repente son un eco de tiempos pasados, el débil enlace con una pareja que parece haber asumido que nunca será tan importante como el hermano ausente, el viaje que tendrían que haber hecho juntos…
No, la protagonista de «En Lo Que Preferiría No Pensar» no es tan diferente de ti y de mí. De hecho, uno de los grandes aciertos de Jente Posthuma reside precisamente en su estimulante capacidad para darle la vuelta a la tortilla y obligarte a reflexionar sobre quién es el raro aquí. «Intentas comprender algo de las personas. Igual que yo. No es culpa tuya que tu familia no lo aguante«, aclara la terapeuta de la protagonista.
Por momentos, parece claro que aquí los disfuncionales son la madre desapegada, el gemelo veleta, el mundo que se esfuerza en encorsetar dentro de clichés a todos aquellos que son incómodos y diferentes: «Durante mucho tiempo pensé que el uso de clichés remitía a una falta de imaginación y no comprendía que son fórmulas que te permiten mantener a las personas a una distancia segura«, piensa la protagonista. Y entonces te das cuenta de que, a lo mejor, la rara no es ella. A lo mejor el raro siempre has sido tú. [Más información en la web de Jente Posthuma y en la de la editorial Bunker Books]