Torneo de fútbol, barbacoa, buena música… Nos invitaron al #JägerDeerMatch y aquí te explicamos (desde dos puntos de vista) qué tal fue el eventazo.
[Patri entra al campo como fichaje estrella…] Sábado 8 de octubre. Son las siete o las ocho de la tarde. Qué más da. Estoy zarandeando el cucu y bordando una imitación de Harambe en sus momentos más estelares al son de la música de BSN Posse. Pero yo no vine aquí a esto, ¿no? O, bueno, no vine sólo a esto: me dijeron que habría fútbol, barbacoa y música. Así que valdrá más que empiece por el principio del #JägerDeerMatch. Porque durante todo el día hubo evento de sobra.
Las premisas que se conocían antes del propio día del evento eran pocas, pero lo suficientemente seductoras como para arrastrar dos colegas y servidora hasta Plaza España a la una del mediodía. A saber: torneo de fútbol, barbacoa, buena música y Jäger. La ubicación del tinglado, en cambio, se mantuvo envuelta en un halo de misterio y secretismo durante todo el trayecto de transfer que nos fletó hasta el emplazamiento. Diez minutos de absoluta tensión e intriga hasta que llegamos al INEFC, lugar en el que lo primero que nos dieron -después de dos besos, que si algo se puede decir de la gente de Jägermeister es que son peña maja- fue un vaso de chupito que colgarte al cuello.
Poco después, parecía que estábamos en uno de esos campeonatos de fútbol que reúnen a todo el colegio o el vecindario alrededor de una parrilla para ver a los niños jugar, con los padres chocando la cerveza entre jejés y jajás. Solo que los equipos de fútbol no estaban formados por niños de la parroquia, sino por diferentes facciones de la industria musical barcelonesa más cool. Y la parrilla no era una barbacoa cualquiera, sino una especie de meca sagrada de butifarras tamaño XXL envueltas en chucrut, lombarda y una sabrosa salsa a base de, obviamente, Jäger.
Los cocineros y las cocineras eran tan guapos que por momentos corrías el peligro de dejar de masticar. Suerte que todo estaba delicioso. Y, claro, había cervezas, pero también shots de Jäger y dos cocktails que, al menos yo, no había probado jamás: el Ginger Deer -zumo de lima, un chupito de Jägermeister y un chorro de ginger beer- y el JÄger Mojito, que se explica bastante bien solo… Si os ha entrado sed, por cierto, podéis encontrar las recetas en la web de Jägermeister.
A medida que el torneo de fútbol iba avanzando, las cosas empezaban a ponerse cada vez más animadas en la terraza de arriba: JMII, de Hivern Discs -quien, si no recuerdo mal, hasta coló a Chimo Bayo en la sesión para vítores y aplausos de, como mínimo, servidora- y los portugueses NIAGARA encendieron la mecha para que la rapera Sasha Go Hard terminara de caldear el ambiente a continuación.
¡Ah, espera, el torneo! Que no se llamaba la movida #JägerDeerMatch por casualidad. Fue una encarnizada competición con un total de 56 jugadores (¡sí! ¡la misma cantidad que los ingredientes de Jägermeister!) divididos en ocho equipos. Pudimos ver sobre el terreno de juego a gente a la que sólo conocemos en el plano musical: vimos sudar a El Guincho, a la buena gente de CANADA, a los organizadores del festival VIDA… Y, en una disputada final, los que finalmente alzaron la copa de la victoria fueron los miembros del equipo formado por gente de los bares de la noche barcelonesa, los Sporting de la Nit.
Una vez finiquitado el torneo, por otro lado, seguimos chocando copa con copa y bailando y disfrutando de la música. Por suerte, al poco rato llegó mi relevo para seguir cubriendo este partido… Pero, tranquilos, para seguir con la metáfora futbolera diré que no me fui al banquillo, sino a bailar imitando a Harembe.
[Raül toma el relevo y sale el campo mascullando «más vale tarde que nunca»…] Aquí va una enseñanza, chiquis: cuando os convoquen para un evento a una hora en concreto, respetadla sagradamente. Porque, si no, os puede pasar como a mi, que decidí irme a dormir a las 7 de la madrugada del día anterior al #JägerDeerMatch (excusa laboral: pinchaba en una fiesta) y me encontré con que, al abrir los ojos la jornada siguiente, el evento ya estaba en pleno apogeo. Un par de Whatsapps más tarde, sin embargo, ya tenía las coordenadas del lugar, y como CityMapper me aseguraba que tardaría igual andando que cogiendo un bus peregrino hacia Montjuïc, me dispuse a ir a pata.
Ahora bien, resulta que CityMapper olvidó predecir que tendría que dar algunas vueltas cuesta arriba antes de llegar al lugar… Por suerte, llegados a cierto punto de mi caminata, lo único que me quedaba era seguir la música como una rata cualquiera que sigue a un flautista de cuento. Al llegar a las inmediaciones del campo de fútbol en el que se había celebrado el torneo (que, por cierto, ya se había acabado), me topé con la primera sorpresa: parecía que estuviera en un episodio de «The Walking Dead«. Las inmediaciones del lugar estaban plagadas de merodeadores enganchados a las vallas del recinto preguntándose cómo acceder al eventazo que sólo podían ver y escuchar en la distancia.
Eso sólo podía ser buena señal. Y lo fue. ¿Sabes cómo identificar si inmediatamente si un evento mola o no? Básicamente, porque tardas una media de dos horas en llegar desde la puerta a la barra debido a que cada dos pasos te encuentras con alguien molón. Ya lo ha dicho Patri: allá estaba lo más granado de la industria musical y aledaños. Y, por lo tanto, eran infinitas las posibilidades de conversaciones interesantes, animadas por los cócteles de Jäger. De repente, alguien se ponía a criticar que los del equipo ganador eran súper jóvenes, que si no (y que cada uno continúe esta frase como quiera). De repente, tú preguntabas que qué tal en los vestuarios viendo en pelotas a media industria. De repente, alguien te contaba que la comida había sido espectacular y el estómago te crujía… Networking, que lo llamarán esos que trabajan 24/7. Pasarlo fetén acompañado de buenos colegas, que digo yo.
Más motivos para pasarlo bien: Sasha Go Hard fue un pasote. La niña salió al escenario cargada de actitud y flow, haciendo pensar que lo que hace Azealia, por ejemplo, puede hacerse bien y sin ser una bocachanclas. Además, es que con Sasha no te podías despistar: juro y perjuro que hubo un momento que un colega y yo dejamos de mirar al escenario en medio de nuestra conversación y, al volver a prestar atención, se nos quedó cara de WTF? al ver a la ídola acompañada de dos mujeronas y un hombre salido del público dándolo todo al ritmo de sus canciones. Hay que ser fan. Tan fan como hay que serlo de los impactantes BSN Posse, que después de Sasha salieron al escenario dispuestos a que su maravillosamente atronadora sesión se escuchara desde Montjuïc hasta Badalona. Como mínimo.
Era el mejor fin de fiesta posible. Un fin de fiesta que a la mayoría le obligó a desear más y más y más. Mi caso, sin embargo, fue mucho más triste: fue un fin de fiesta que me hizo morirme de envidia por ser un viejo incapaz de despertarse a una hora decente para haber aprovechado el #JägerDeerMatch desde primera hora. La próxima vez, me lo monto mejor.
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