“Blue” es azul. Pero, sobre todo, es un álbum conceptual sobre el agua. Agua en todos sus estados. Líquido, sólido y gaseoso. Es zambullirse en el mar, es pasear por tierras de hielo y perderse entre atmósferas etéreas. Así, desde los primeros acordes burbujeantes de “Fountain” hasta los últimos compases de “Shadowshow”, iamamiwhoami nos transportan a paisajes nórdicos, llenos de inspiración y claroscuros.
En “Blue”, Lee y su mano derecha, Claes Björklund, muestran una faceta mucho más melódica que en sus primeras entregas, acercándose en mayor medida al sonido de M83 que al de The Knife. Cuando termina el disco, sin embargo, uno tiene la sensación de que existen menos momentos realmente memorables. Lo que han ganado en consistencia se ha perdido en espontaneidad y capacidad de sorpresa. Hecho que, por otra parte, no tiene por qué ser negativo.
Entre lo más destacado del álbum se encuentra una “Hunting for Pearls” que, tras su apariencia sombría, esconde un estribillo brillante; una “Vista” que haría las delicias de Anthony Gonzalez; y una “Ripple” que mezcla, de forma asombrosa, un ritmo casi siniestro con los fragmentos más ensoñadores del disco. Pero, si por algo será recordado “Blue”, probablemente será por la maravillosa canción que da nombre al disco y por “Chasing Kites”, un ejercicio de pop perfecto del que deberían aprender la mayoría de estrellas actuales.
En definitiva, con su nuevo álbum, iamamiwhoami han vuelto a demostrar que son el camino a seguir en el pop electrónico. Su propuesta, tal vez la que mejor ha entendido la cultura digital y audiovisual actual, tiene en “Blue” un ejemplar único y redondo, pero no es esa revolución que todos intuimos que algún día llegará. Esperamos que las siguientes aguas por las que naveguen Lee y Björklund sean un poco más turbulentas.