¿Es «I May Destroy You» tan genial como dicen? Aquí van cuatro motivos que explican por qué esta es la mejor serie del año 2020?
Netflix ha impuesto algo así como la cultura del estreno de una serie como eventazo que se consume en una semana (y del que se habla esa semana y nunca más)… Pero la estrategia de HBO es otra diferente. Es la estrategia de dosificar un capítulo por semana, lo que te permite recuperar aquella ilusión con la que, hace años, cuando todavía no veías absolutamente todo a través de Internet, te sentabas religiosamente delante de la televisión una vez a la semana en un horario predeterminado para disfrutar con un nuevo episodio de tu serie favorita.
Esta estrategia, además de no quemar una título en un período corto de tiempo, tiene otra ventaja muy a tener en cuenta: permite que las series crezcan de forma orgánica. A partir del boca / oreja pausado y no a través del FOMO virtual. Eso es precisamente lo que ha ocurrido en los últimos meses con «I May Destroy You«, la serie creada por Michaela Coel para BBC One y HBO que estaba destinada a alargar el momentum de su anterior «Chewing Gum» pero que, en vez de eso, ha conseguido romper el techo de cristal de su creadora y convertir a esta ficción seriada en una de las más destacadas de 2020.
Y, ojo, que digo que es una de las series más importantes de este año y reitero: este año. Ningún otro. Al fin y al cabo, «I May Destroy You» desarrolla todo un conjunto de temáticas que son pertinentes, relevantes e inmanentes a este 2020 como momento histórico. Y no por el coronavirus, claro. Sino por todo un conjunto de preocupaciones sociales que hace algunos años que colean y que en los últimos meses parecen más urgentes que nunca.
Supongo que, como ocurre con todas las buenas ficciones, cada espectador sacará diferentes enseñanzas de lo que vea. Cada uno detectará unas temáticas particulares que le apelen directamente y que, probablemente, nada tenga que ver con las temáticas que apelen al que ha visto la misma serie sentado a su lado en el mismo sofá. Pero, como este artículo va firmado por mí y por nadie más, a continuación van los cuatro motivos que creo que distinguen a «I May Destroy You» como una de las series más importantes de 2020.
El punto de partida…
Como ya he dicho un poco más arriba, Michaela Coel venía del éxito de la serie «Chewing Gum», que era una especie de «The Young Ones» para la era grime londinense de principios de siglo 21. La misma creadora afirmó haber vertido mucho de ella misma (y de su propia biografía) en Tracy, la protagonista de aquella serie de dos temporadas (un total de 12 capítulos) que partía del trazo grueso de la mencionada serie juvenil abanderada del humor negro británico televisivo y lo emplazaba en un barrio negro repleto de jóvenes con poca esperanza para el futuro.
Ya en «Chewing Gum«, escrita y protagonizada por la misma Coel, encontrábamos un personaje central que atraía a la vez que repelía: con Tracy te reías, obviamente, pero a veces estaba tan llevado hasta el borde del precipicio que no podías evitar que se te congelara la sonrisa y te sintieras genuinamente incómodo. Curiosamente, la Arabella que protagoniza «I May Destroy You» es un negativo fotográfico de Tracy: tiene mucho de su forma de enfrentarse a la vida enajenando a todo el mundo a su alrededor al no ajustarse al clima imperante. El humor absurdo erupciona en su boca en los momentos más dramáticos, por ejemplo.
Y hay que tener en cuenta que el punto de partida de «I May Destroy You» es particularmente dramático. El primer capítulo de la serie nos presenta a un personaje exitoso: una chica que se hizo famosa en redes sociales a base de tweet elocuente y que acabó vertiendo todo ese savoir faire virtual en un libro, «Chronicles Of A Fed Up Millennial«, que se convirtió en un éxito de ventas. El éxito trajo consigo una agencia literaria de renombre y un contrato millonario para su siguiente manuscrito, del que debe entregar un borrador en breve.
Pero dentro de Arabella yace esa semilla de autodestrucción saboteadora que todos tenemos dentro: sabe que tiene que entregar el borrador, pero viene de un viaje a Italia para ver a su pseudo-novio y, en la misma noche en la que debería dar el sprint final de escritura, se deja liar por un amigote para salir de fiesta, beber y drogarse. Fundido a negro… A la mañana siguiente, Arabella entrega el manuscrito y sus editores no entienden nada de lo escrito. Ella vuelve a casa y, de repente, empieza a tener flashbacks incomprensibles y angustiosos de la noche anterior.
No recuerda exactamente qué ocurrió y, de hecho, no solo no lo recuerda, sino que además lo niega. Pero la realidad lucha por abandonar el oscuro terreno de su subconsciente y poner su vida patas arriba. Arabella tiene que admitir que la noche anterior, más allá de la bebida y la droga que aceptó tomar, hubo alguien que la drogó contra su voluntad. Y que la violó.
1. ¿Qué es la violación en la era del #metoo?
Los primeros capítulos de «I May Destroy You» te crean una bola en el estómago. Lo pasas fatal. Michaela Coel consigue que sientas de verdad la angustia de luchar contra un recuerdo reprimido y el desgarro de admitir cómo ese recuerdo se impone en una vida que querrías que se mantuviera tal y como estaba. Pero que no será igual nunca jamás.
Podría decirse que la violación es la temática principal de «I May Destroy You«. De hecho, el resto de capítulos no solo abordan cómo Arabella intenta lidiar con el estrés postraumático primero y con el trauma en sí después. También usa las vivencias de la protagonista y su círculo de amigos para explorar qué debemos considerar violación y qué no a día de hoy… ¿Es violación que un tío se quite el condón en medio de un polvo y que encima te eche la bronca porque «creía que lo habrías notado«? ¿Es violación que dos amigos se hagan pasar por desconocidos y te camelen para hacer un trío que tu crees que es algo excepcional pero que realmente está fríamente calculado? ¿Es violación que un tío que te acaba de follar con condón te vuelva a follar por segunda vez contra tu voluntad (y usando la fuerza) y sin condón por mucho que dejaras claro que tú no follas sin condón?
Coel despliega una magistral master class en torno a los límites del consentimiento, y no solo lo hace desde una perspectiva femenina, sino también dentro del mundo homosexual a través del personaje de Kwame (interpretado por Paapa Essiedu). Y lo mejor de todo: no lo hace imponiendo una reflexión, sino invitando al espectador a vivir junto a ella y sus amigos unas vivencias… Y, a partir de ahí, sacar sus propias conclusiones.
2. Redes sociales y paranoía
Al final de uno de los capítulos de «I May Destroy You«, Arabella da la espalda al mundo a su alrededor, cada vez más hostil, y se enfoca en la pantalla de su smartphone. De allá surge un corazón, y la protagonista se deja abrazar por él… Es el principio de otra de las grandes exploraciones de la serie de Coel: la extraña relación que nuestras generaciones estamos teniendo con las redes sociales.
En el caso de Arabella, y viniendo precisamente de un éxito en Twitter que le proporcionó un contrato literario, resulta del todo natural que se deje querer por sus fans. Que viva de los selfies que le piden por la calle. Que respire el dulce aroma de que un fan te pare por la calle y te diga «gracias por tu contenido» (un momento que tiene tanto de tronchante como de asunción de una realidad en la que se encumbra a la gente por su contenido y no por su arte). Pero, pronto, tanto sus amigos como su terapeuta le hacen ver los peligros de la burbuja irreal en la que está viviendo.
Algo similar ocurre con Kwame. Y este, de hecho, puede que sea el único punto flaco de la serie. Coel plantea este personaje como una excusa para explorar el mundo gay de folleteo impersonal a través de apps de ligoteo. Kwame está en un súper y se va al lavabo a comérsela a uno de los cajeros, que lo ha reconocido en una app. Conoce a un chico que tiene un flechazo con él y, como no tienen sitio en el que follar, ve del todo normal quedar con un tercer tipo para follar los tres (lo que hace que el interés del chico vuelve bien lejos de Kwame).
El punto de vista del modus vivendi gay es tan implacable como el que se aplica sobre la vida sexual y afectiva de Arebella… Pero su resolución es, sin embargo, demasiado simplista. Kwame conoce a alguien que solo quiere abrazarle. Y entonces se da cuenta de lo roto que está a nivel emocional y afectivo. Una resolución demasiado simplista que palidece cuando se la compara no solo con la acertadísima exposición de este tema, sino sobre todo con la soberbia aproximación al mundo femenino de «I May Destroy You«.
3. Amistad femenina (por fin #real)
Porque ya necesitábamos una ficción que añadiera cargas de realidad a ciertos temas que han sido constantemente distorsionados por el cine y las series actuales. Ya no solo el modo de vida de una generación millennial capaz de hacer verdaderos malabarismos entre la vida profesional (con carreras exitosas y trabajo 24/7) y el hedonismo extremo (fiestas, alcohol, desfase, drogas), sino sobre todo las relaciones femeninas en el nuevo siglo.
Los tres requisitos para superar el archiconocido Test de Bechdel es que una ficción 1. Incluya dos personajes femeninos, 2. Que hablen entre ellos y 3. Que hablen de algo que no sean hombres. «I May Destroy You» no solo cumple esos requisitos, sino que los lleva muchísimo más allá a través de la apasionante amistad de Arabella y Terry (Weruche Opia). «Your birth is my birth, your death is my death» es el lema que une a estas dos amigas.
Y una cosa os digo: si esta serie hubiera sido creada por un hombre o se le hubiera impuesto el canon industrial hollywoodiense, la amistad de Arabella y Terry habría acabado mal. Muy mal. Al fin y al cabo, la serie no esconde una realidad primigenia: incluso de tu mejor amiga eres capaz de decir «déjala que se vaya a casa sola porque siempre la lía y se pasa demasiado con las drogas«. Primero, porque seguramente es verdad (todos aprendemos a adorar a nuestros amigos en sus ciegos, pero es insensato pretender que el resto del mundo tenga que hacer lo mismo). Y, segundo, porque nunca pensamos que el mal está ahí, a la vuelta de la esquina. Por mucho que esté ahí, esperándote a ti y a tus seres queridos.
Por eso mismo es inevitable que se te rompa el corazón al ver cómo estas dos amigas solucionan este problema en concreto. Cómo lo ocurrido las une más que las separa. Porque esto no es «Feud«. Esta no es otra ficción destinada a enseñar cómo las mujeres están destinadas a llevarse mal unas con otras porque es que son capaces de lanzar a los leones a su mejor amiga. A ella la primera…. Para nada. «I May Destroy You» ofrece una visión de la amistad femenina mucho más real, compleja y sólida. Justo lo que necesita el año 2020.
3. Añádele un toque meta
Y, por si todo lo dicho no fuera suficiente para justificar «I May Destroy You» como la gran serie de este año, resulta que Michaela Coel introduce un giro meta al final de todo que riza el rizo y eleva la ficción más arriba todavía. No voy a extenderme con ello por miedo a incurrir en el spoiler, pero es cierto que la meta-ficción ya se ha ido revelando en el seno de la serie mucho antes gracias al choque frontal del éxito de Arabella (que no es escritora y que, sin embargo, tiene un contrato literario mejor que alguien llegado de estudiar Literatura en Cambridge) contra el éxito literario clásico (encapsulado en un personaje tan interesante como el Zain interpretado por Karan Gill).
En los últimos episodios, sin embargo, el libro que está escribiendo la protagonista se trenza con la historia explicada a través de una serie de post-its pegados en la pared con los que Arabella está dando estructura a la ficción que está escribiendo. Y no solo eso, sino que el último episodio de «I May Destroy You» ocurre en gran parte dentro de la cabeza de la protagonista, que fabula y fantasea posibles escenas finales con las que dar punto y final a su historia… Son finales tan ficticios, tan surrealistas, que provocan un poco de risa por lo que tienen de ruptura con el tono de una serie que, de hecho, ya ha jugado a romper su tono una y otra vez.
Pero es que ese es el gran giro final que convierte a esta historia en algo sublime. Después de todo el proceso de quiebro y posterior reconstrucción, después de tocar fondo para poder empezar a flotar hacia la superficie, la imposibilidad de dar un cierre a la historia de la violación por parte de Arabella está lanzándole un mensaje clarísimo al espectador: para las víctimas de una violación, no hay punto y final. No hay redención. No hay venganza. No hay grand finale. Hay un seguir con la vida como se pueda. Y, si no has entendido eso al llegar al final de «I May Destroy You«, es que no has entendido nada. [Más información en la web de «I May Destroy You» en HBO]