Alguien debería decir en voz alta que algunas grandes firmas de ropa a veces se equivocan. Yo lo hago: Prada se equivocaba. Se equivocaba al incorporar en el desfile de presentación de su colección de primavera / verano 2012 un sucedáneo de zapato que parecía sacado del vestuario de Herman Munster… o de una tienda ortopédica cualquiera: las planaformas (o flatforms en inglés, para más señas), un zapato parido en esencia para ser feo que lo único que hace es añadir x centímetros (muchos, demasiados) a la suela que ni estiliza, ni hace más delgada, ni parecen cómodas, ni queda bien con nada. Osea: una gilipollez. Pero ahora viene cuando una se pregunta en el más clásico Obi-Wan Kenowi style: «pero, ¿quién es más loco: el loco o el loco que sigue al loco»?, porque Prada puede querer tomarnos el pelo – divertirse – hacer algo diferente – querer llamar nuestra atención y eso sí está bien. Pero que el resto del mundo vea algo chachi y estupendo donde no lo hay, pues no. Porque las famosas planaformas del desfile se agotaron en horas y no tardaron en contar con una larga lista de espera (ni que fueran Birkins, joder), y las sucedáneas de baratillo florecieron en cuestión de días everywhere.
¿Las amas o las odias? Nosotros, sintiéndolo mucho, las odiamos abiertamente.