A ver, niños… ¿Qué aprendimos ayer en la primera parte de “Las Crónicas Garrulas”? No os quedéis sólo con la anécdota: no aprendimos que Christina Aguilera es una muerta de hambre ni que lo que realmente mola es acharrancarse y mearse en la boca de las más cobardes. Lo que verdaderamente interiorizamos es que el futuro de la nación indie pasa por el revival del garrulismo noventero y postrimerías. Y si ayer vimos esta teoría aplicada al chonidivismo, hoy toca hacer lo propio con la electrónica de toda la vida. Sí, el mismo género que nos parecía la polla a principios del siglo XXI hasta que los del Dancedelux decidieron chapar la paradita porque “la electrónica estaba muerta”. Si lo dice la publicación con el –delux al final, tiene que ser cierto sí o sí. Así que la frase de marras se convirtió en una especie de mantra tanto para los críticos menos motivados como para el público en general. Pero no avancemos acontecimientos. Tal y como ocurrió ayer, vamos por pasos. Mejor nos saltamos toda la parte guay de la electrónica, cuando era algo nuevo, diferente y muy moderno y a todos nos flipaba por mucho que a los indies nos gustaran ciertas cosas pajilleriles y a nuestros hermanos les molaran los recopilatorios de Scorpia y “Thunderdome”. Justo en la cúspide de la electrónica, con el cambio de siglo, hubieron algunos artistas que consiguieron reconcialiar a los indies con nuestros hermanos tuneros. De repente, compartíamos los discos de Daft Punk, Underworld, Plastikman y, claro, The Chemical Brothers. Empezamos a confiar en que la redención existía y en que los tupés-cenicero de nuestros hermanos bien podían convertirse en flequillos para lucir en el FIB. Pero, tal y como decíamos, entonces llegaron los del Dancedelux y le pusieron fin al sueño de una noche (pastillera) de verano. Parte de la culpa la tuvieron, y esto también es verdad, esos mismos artistas que alimentaron sus propios clichés sonoros hasta convertirlos en cerdos listos para el matadero.
Y aquí estamos: año 2010 y el “Further” (Astralwerks, 2010) de The Chemical Brothers como nuestro Huge! absoluto. En el párrafo anterior hemos hecho una breve historia general, ahora particularicémosla y centrémonos en el pasado reciente de Tom Rowlands y Ed Simons. Su último disco hasta la fecha, “We Are The Night” (Virgin, 2008), describió una graciosa paradoja en el vacío: aquel álbum alcanzó la mínima calidad por la vía de lo máximo. Allá se multiplicaron por mil las dos constantes que, aparentemente, habían acercado a The Chemical Brothers hacia el gran público: por un lado, la lisergia buenrollera sonaba a megalomanía de exdrogadicto radical que se metía micropuntos en el ojo pero que ya no se acordaba ni de cómo era fumarse un porro; y, por otra parte, los cameos estelares que pusieron de moda Rowlands y Simons llegaron al nivel no sólo de la saturación, sino de un canibalismo en el que los invitados más bien parecían coger la batuta y dirigir el cotarro. Depende de a quién le preguntes, la culpa de aquel desbarre fue de Lily Allen, que por aquel entonces compartía cama con uno de los hermanos químicos… Pero, por suerte, parece que los mínimos alcanzados por “We Are The Night” (que tampoco eran nada nuevo, sino que hacía un par de discos que la cosa no parecía tirar) era ese fondo del pozo que tiene que alcanzar todo yonki antes de ver la luz y ampararse en algún programa de la rehabilitación a través de Los Siete Puntos.
Sea como sea, The Chemical Brothers han levantado cabeza a base de minimizar los mencionados clichés y “Further” suena a disco de plenitud, ya sea porque ya no se encuentran las bragas de la Allen por el estudio o porque por fin han cambiado de camello y ahora les sirven una mierda mucho más pura. En su nuevo álbum, los hermanos químicos se pasan por el forro las colaboraciones estelares y deciden que aquí no va a haber otra voz que no sea la suya propia (de hecho, no hay ni un “featuring” en el tracklist, algo que no sucedía desde su debut). “Further” es la respuesta definitiva para todos aquellos que, en los últimos años, nos preguntábamos qué había pasado con todos aquellos artistas capaces de hacer que la música de baile garrula y agresiva pareciera menos garrula y agresiva sin la necesidad de utilizar vaselina para las masas. ¿No volverían a existir nunca más un “Rollin’ & Scratchin’” de Daft Pank? ¿O un “It Doesn’t Matter” de los mismos The Chemical Brothers? No, niños, no. Mientras existan las drogas, habrá esperanza.
“Further” se abre con “Snow”, una canción que, en su capacidad para maridar cierta dulzura vocal con una digresión sintética zumbante entronca directamente con el “Where Do I Begin” que casi cerraba “Dig Your Own Hole” (Astralwerks, 1997): allí servía como broche de oro, aquí sirve para poner los pies de quien escucha en el planeta The Chemical Brothers. En el verdadero planeta The Chemical Brothers y no en esa mierda de parque temático que nos han vendido en sus últimos discos. Ya estamos en la casilla de salida y, a partir de aquí, la cosa no hace más que crecer y crecer… “Escape Velocity” es una segunda canción que seguro que hizo que a los directivos de la discográfica les salieran clapas de calvicie prematura: ¿una segunda canción de 12 minutos? Pero, ¿qué somos? ¿Salvajes? Eso sí, a poco que uno ponga la oreja, no es difícil desentrazar uno de los temas más apasionantes (y con más cojones) de la historia de The Chemical Brothers: un desfase puro y duro que atesora dos subidones que merecen estar glosados en la definición de “subidón” en cualquier diccionario musical. “Another World” significa el habitual peaje fantasmal que hay que pagar con los hermanos químicos: una canción que crece en espiral a partir de frenadas sonoras que hacen pensar en ese momento de la noche fiestera en el que todo parece ir hacia atrás en vez de hacia adelante. En la tradición de “The Sunshine Underground”, “Dissolve” es una canción que ha hecho que mucho profano diga por ahí que The Chemical Brothers pretenden imitar a Fuck Buttons, aunque también puedes preguntarte: ¿por qué no pensaste antes en la influencia de “Dig Your Own Hole” y periferias en el sonido de los del “Surf Solar”? El primer single de “Further”, “Swoon”, es la prueba de que el buenrollismo lisérgico mal entendido de “We Are The Night” ha pasado a ser simple y llanamente buenrollismo lisérgico rozando una dulzura pop que puede hacer estragos en muchos clubs. “K+d+b” empieza con una percusión de locura y, aunque después la canción va por otros derroteros menos arriesgados, esta espina dorsal te obliga a mantener la atención en los beats y los pies en la pista. Y, por último, “Wonders of the Deep” cierra el álbum como un espejo en el que se refleja el principio del disco, como una lemniscata infinita o un pez de los abismos que persigue su propia cola en un bucle hipnótico… Ahora cabe preguntarse: ¿por qué he dejado “Horse Power” fuera de este recuento de las canciones de “Further”? Básicamente, porque esta canción es la respuesta a las preguntas que formulábamos más arriba sobre la posibilidad de un nuevo “Rollin’ & Scratchin’” o una continuación de “It Doesn’t Matter”. “Horse Power” puede describirse como un “Hey Boy Hey Girl” cantado (o más bien relinchado) por un caballo. La primera vez que lo escuchas, no puedes creerte que alguien haya metido en serio un relincho en un subidón (y empiezas a imaginar a todo un ejército de Gremlins a las 4 de la madrugada haciendo el caballo mientras van recorriendo la discoteca preguntando “¿tienes pastillas?”). La segunda vez que lo escuchas recuerdas que lo que te molaba a principio de siglo era esto: que The Chemical Brothers te venideran garrulismo y agresividad sin necesidad de vaselina para las masas.
Un último apunte. En su reciente actuación en Sónar 2010, The Chemical Brothers pusieron los huevos peludos encima de la mesa (de sonido) y dedicaron casi una hora y diez minutos de su actuación a desgranar el repertorio de “Further”. Al acabar, se fueron cinco minutos a los camerinos a tomarse un Red Bull, volvieron al escenario y se lanzaron con “Hey Boy Hey Girl”. El público en general estaba indignadísimo y sólo faltaban carteles en los que rezara “¡Queremos zapatilla!”. Los indies también estaban indignados… Pero, no lo vamos a negar, a las 4 de la mañana incluso los indies quieren cantar “jey boy jey girl chacahán díyeis”. Sin embargo, la actitud de los hermanos químicos estaba más que justificada: “Further” merece la atención que le prestaron The Chemical Brothers, pero nunca el desprecio que mostró el público. Recemos paraque el advenimiento de la nueva era garrula ponga las cosas en su lugar en lo que a público se respeta. Porque The Chemical Brothers no lo necesitan. Acaban de demostrar que ya tienen los huevos peludos donde deben tenerlos: encima de la mesa.