«It feels like we only go backwards, babe / Every part of me says go ahead«, comienza curiosamente uno de los cortes centrales de «Lonerism» (Modular / Music as Usual, 2012), acentuando una contradicción que podría ser extrapolable a la corta carrera de estos cuatro jovenzuelos australianos que parecen atrapados en la década de los 60. Un par de versos que llaman poderosamente la atención del oyente porque, a la vez que dejan constancia de la intención de Kevin Parker y los suyos de derivar hacia nuevos terrenos, también dejan intuir una cierta resignación hacia lo que su propia cabeza puede dictar, que no es más que seguir ‘estancados’ en ese bucle que parece no tener salida en su música, al menos a día de hoy. Y escribimos ‘estancados’ entre comillas porque «Lonerism» pertenece a esa categoría de trabajos tan excelsa que es capaz de sorprender de primeras sin presentar ningún elemento decisivamente diferenciador con respecto a su predecesor, algo similar a lo que ya haya podido suceder con los sophomores de Japandroids, Beach House o The xx.
«Lonerism«, segundo largo de Tame Impala, viene a recoger el testigo del sorprendente «Innerspeaker» (Modular, 2010), una suerte de tratado de colorida psicodelia pop que acercaba a los de Perth tanto a los cuatro de Liverpool como a maestros del dream pop americano como pudieran ser Deerhunter. Estas comparaciones, si bien podrían seguir manteniéndose, ahora resultan más difusas, ya que cada vez más todo termina devolviéndonos a ellos mismos… Algo que quizás tenga su origen en el particular y tortuoso proceso productivo de los aussies. Leía recientemente sobre el obsesivo perfeccionismo de Kevin Parker, cabeza pensante y líder de la agrupación australiana, quién al parecer es capaz de modificar y tocar detalles ínfimos de sus composiciones casi hasta el infinito, entrando en una pequeña locura que acaba teniendo influencia en cómo suenan sus cortes: por ejemplo, resulta desafiante intentar descifrar todas las capas de sonido y matices que se pueden esconder en su primer adelanto, «Apocalipse Dreams«. Y es que muy posiblemente sean estos reiterativos retoques los que acaben por disfrazar la propuesta del quinteto.
La portada es también otro elemento que puede ayudar a entender la filosofía tras «Lonerism«, algo que viene a acentuar esa preferencia por la soledad que a Parker se le viene a adivinar tanto en algunas de las entrevistas que ha ofrecido como en la carga lírica de sus composiciones: una imagen en la que una valla separa al fotógrafo (presumiblemente nuestro Parker himself) de la gente que está relajándose en lo que al parecer son los jardines de Luxemburgo, en París. Una instántanea que encaja perfectamente en el contexto temporal, puesto que parte de las grabaciones de este ‘álbum fueron tomadas en su estudio casero en la capital francesa, estancia que también aprovechó para producir el interesante trabajo de Melody’s Echo Chamber, proyecto tras el cual aparentemente se esconde su novia: Melody Prochet.
Toda esta influencia francesa continúa siendo apreciable en un corte como «Endors Toi«, que viene a significar algo así como ‘hipnotízate’ y que difícilmente podía tener un título más preciso para lo que en aquí podemos encontrarn: «Real worlds / surreal life / do or die / there is time / go to sleep / you’ll be fine» murmura Parker entre un laberinto de sonidos caleidoscópicos. «Apocalypse Dreams» habrá sido, a estas alturas, avalada por todos al mismo nivel que el primer single, una potente «Elephant» que no desentonaría como cara B del mítico «Revolver» (Apple, 1996) de los Beatles (la comparación no por recurrente deja ser válida). Por el medio, momento para cortes de estructura más ‘clásica’ como la juguetona «Mind Mischief» o «Why Won’t They Talk to Me«, muy en la onda de las composiciones de su «Innerspeaker«; también para piezas del calibre de la ya comentada «Feels Like We Only Backwards«, con toda seguridad uno de los momentos más inspirados de Parker y compañía en este segundo largo.
El final tampoco desmerece al conjunto. Y, aunque a primer vistazo, observando el tracklist parece que nos vayamos a encontrar ante otras dos composiciones de mastodónticas proporciones y de superposiciones guitarreras sin fin, la realidad es que esto sólo se cumple parcialmente, puesto que «Sun’s Coming Up» es uno de los cortes quizás más distintos que Tame Impala hayan compuesto: un Parker de voz tristona canta ‘a capella’ siguiendo a un piano que acaba desembocando en una cascada sónica ya más representativa de la música de los australianos. Un gran punto y final para un disco sobresaliente que viene a asentar la carrera del quinteto sobre unas bases todavía más sólidas que las que dispuso «Innerspeaker» en su día. Una maravilla de doce canciones que delatan a Kevin Parker como uno de los jóvenes con más talento y personalidad del panorama cuando se trata de darle una vuelta de tuerca más a la interpretación de ese género tan manido que es el pop.