Casi desde la nada, Rhye aparecían a lo largo del año pasado con un puñado de canciones en dos EPs (“Open” -Innovative Leisure, 2012- y “The Fall” -Innovative Leisure, 2012-) que agitaban la sensibilidad desde la elegancia y las distancias cortas. Por aquel entonces, poco o nada sabíamos acerca de quién estaba detrás de aquellas composiciones que nos aletargaban en un estado semi-comatoso de felicidad. Muy particularmente, quedábamos atrapados por esa voz aterciopelada que nos retrotraía sin duda a las interpretaciones de la muy reivindicable Sade o incluso a Tracey Thorn de Everything But The Girl. Pero aquí llegaba la primera travesura, y es que Rhye venían con sorpresa gonadal incluida. Así, es mi deber informarles -disculpen el spoiler- de que, como en “The Crying Game” (o en “Ace Ventura”), por así decirlo, la novia era él. Cuesta creer que ese registro vocal que recuerda tantísimo a Sade Adu provenga de un chico, pero así es: Rhye lo forman el danés Robin Hannibal, del inquieto colectivo Boom Clap Bachelors, y el canadiense Michael Milosh, que es el encargado de poner su particular voz en las diez canciones que completan “Woman” (Universal, 2013).
Elegante, sutil y majestuoso, “Woman” nos introduce, ya desde su portada (una fotografía en blanco y negro de un cuello femenino extendido y desnudo, contextualmente similar a las cubiertas de los EPs anteriores), en un torrente de sensualidad y de extenuante belleza. “Open” es la piedra angular de (lo digo ya) uno de los elepés de debut más preciosos que he escuchado en mucho tiempo. Conocida desde hace meses, sigue causando el mismo efecto en el oyente: es de esos temas que te obligan a desviar la atención de lo que quiera que estés haciendo, para concentrarte exclusivamente en el gozo y deleite que provoca. ¿Cómo quedarnos con una sola de sus virtudes? ¿El dulce susurro de Milosh o el suave acompañamiento de vientos y órgano? ¿La línea de bajo precisa y perfecta o los coros que apuntalan el infeccioso estribillo? En resumen y con todas las letras: una canción sublime. Por su parte, el arrullo convertido en himno que es “The Fall”, orgía de cuerdas abrigadas bajo una manta de soul a costa de la textura vocal cálida y sorprendente de Michael Milosh, es igualmente puro regocijo. “3 Days” y “Hunger”, ambas incluidas en el EP “Open” y también presentes en el tracklist definitivo de “Woman”, juegan con diferentes tonalidades de melancolía a partir de bases de naturaleza más funk, pero sin perder la quintaesencia de Rhye.
El resto de temas que conforman “Woman”, sin llegar al impacto de por ejemplo la mencionada “Open”, no merman el altísimo nivel cualitativo global del álbum. “One of Those Summer Days” es una minuciosa bomba de frío-calor, donde la ausencia de beats desnuda la habitación, dejando la cálida narración de Milosh casi en cueros, con una guitarra congelada arpegiando post-rock desde el fondo de la estancia. “Last Dance” embelesa y enreda con una retórica más 70s sin perder capacidad de seducción. “Shed Some Blood”, íntima e intimista, reduce a la mínima expresión el atrezzo musical (apenas unos beats discretos, con guitarra y bajo sonando lejanos) para centrarse en una honesta confesión (“Home is road to oblivion / Don’t wanna hear your voice on the phone / I wanna be your choice, not just a moan”) a la que le sobra clase para dar y regalar. Y a los postres, “Woman”: una pequeña coda maravillosa envuelta en tejido sintético, que consigue empapar de emoción a través de repetir en diferentes tonos la misma palabra (“woman”, principio y final de este disco que es un sueño). Dueto de voz y moog que acaban creando un arabesco piloerector.
Necesario, abrumador, vital, lúdico en el mejor sentido; aparentemente imperecedero. Estas son algunas de las cualidades que atesora, hoy por hoy, el debut de Rhye. En un mundo rutinario donde la vulgaridad es la norma y lo chabacano parte la pana, hay que asirse a cuanta belleza vayamos encontrando. Y “Woman” es un pequeño artefacto que hará de este mundo un mundo mejor. El exterminio de lo zafio empieza aquí. Ite, missa est.