Reflexionando sobre el nuevo disco de Reina Republicana, “El Despertar” (Limbo Starr, 2015), a un servidor le han venido dos teorías a la cabeza expuestas con anterioridad en esta web que aquí se conectan entre sí. Por un lado, aparecía aquella expresada hace casi un año en el capítulo #12 de la sección Edito que hacía referencia a la excelente y creciente buena salud de la música alternativa nacional, representada por grupos de diverso pelaje, diferente experiencia (aunque llamaban más la atención los noveles o debutantes) y múltiples estilos. Por otro lado, emergía la tesis propiciada por la salida durante los últimos meses de algunas segundas obras de bandas destacadas como Tremenda Trementina, Alborotador Gomasio, Murciano Total o Grushenka, que ratificaban su propia progresión y, a la vez, avanzaban la probable brillante evolución de compañeros de generación. Entre ellos asoman con inusitada fuerza, y volvemos al comienzo de este texto, Reina Republicana.
Porque en el tránsito de su álbum de estreno, el homónimo “Reina Republicana” (Limbo Starr, 2011), hasta su sucesor -este que nos ocupa-, los pamploneses han ejecutado su particular gran salto hacia adelante, pasando de moverse con solvencia en el terreno del canónico indie-pop chispeante a flotar sin límites ni corsés en una galaxia de sonidos brumosos y de amplio espectro. Este cambio se aprecia automáticamente en cuanto se destapa “El Despertar”, que tarda sólo unos segundos en demostrar mediante la dulce “Tarde o Temprano” -con una línea de sintetizador de fondo absorbente y unos punteos de guitarra hechizantes- que la apuesta de Reina Republicana por reformular su sonido y llevarlo hacia direcciones sorprendentes era muy firme y sólo tenía un resultado posible: el triunfo.
De entrada, la base sobre la que se soporta “El Despertar” se deriva del indie-pop noventero previo a la irrupción del tsunami brit-pop que todavía coqueteaba con la evanescencia del dream-pop y el shoegaze. Pop, pop y más pop, claro, modelado de tal manera en este LP que Reina Republicana son capaces de refrescar recuerdos de viejas glorias del subgénero mencionado antes como Lush o Bleach y pasarlos por su propio filtro para entregar las relucientes “Ahora que Hace Bueno” y “Mikoyan”, la cual, además, acerca a los pamploneses a otra etiqueta: el kraut-pop, que en “Sin Mirar Atrás” deslumbra por su textura electrónica, magnético desarrollo, melancólico poso y refulgente estribillo. “Táctica y Réplica” y “Respirar” cierran el círculo reclamando su legítima descendencia de los My Bloody Valentine más directos y melodiosos de la época “Loveless” (Creation, 1991) aunque sin abusar de la distorsión guitarrera ni de los malabarismos con el trémolo.
Pero no hay que olvidar un elemento que cohesiona “El Despertar”, le otorga un halo cuasi divino y permite propulsarlo a una hipotética quinta dimensión: la voz de Maite Rodríguez, angelical e hipnótica, que encuentra su lugar ideal entre las atmósferas celestiales y los espacios etéreos que transitan Reina Republicana. Gracias a ella, el repertorio se despliega tan agradable y lentamente como si se estuviese viviendo un sueño conjugado en presente continuo. Bajo ese ambiente onírico, piezas briosas como “Catedral de Cristal” (buen título que describe de arriba abajo este disco), “Baja la Voz” y la psicodélica “Brillar” se introducen en un caleidoscopio de colores tenues y multiplican su impacto por vía de la evocación lírica y las melodías vaporosas.
Una de las claves del engrandecimiento sonoro de Reina Republicana -reconocida por ellos mismos- se halla en la producción, en la que se involucró Jon Aguirrezabalaga (We Are Standard) y a la que se sumó una nómina de colaboradores de lujo: Manu Ferrón (Grupo de Expertos Solynieve) y Sebas Puente (Tachenko) como autores de algunos de los textos; Deu Txakartegi (We Are Standard) a los coros; y Banin y Florent (Los Planetas) dejando su impronta psico-kraut derivada de su proyecto Los Pilotos. Todas estas piezas, unidas en una hermosa y armónica alianza que fluye con discreción sin difuminar la personalidad de Reina Republicana, definen a “El Despertar” como esa obra con la que los pamploneses alcanzan el cielo y colocan al receptor en pleno paraíso.