Justo en el momento en el que todo el mundo estaba pendiente de Grimes, de si molaba o no molaba, de si era un timo de tamaño considerable, de si la liaba parda o no en la Boiler Room al pinchar a Nicki Minaj y Mariah Carey… Justo en ese momento, en esa maravillosa burbuja, Claire Boucher decidía sacar un alfiler y explotar deliberadamente su propia pompa de jabón. Lo hizo con un tema en concreto, «Go«, que supuestamente había compuesto para Rihanna hasta que la RiRi dijo que esto lo iba a cantar tu tía y, en vez de su tía, lo cantó Grimes. El corte en sí tiene mucho de terrorismo: empieza tal y como podríamos esperar de la autora del «Visions» (4AD, 2012), pero cuando llega al estribillo el tema se vuelve loco del chocho y se sale por peteneras en una especie de Diplo meets Skrillex que te deja clavado en la silla o donde quiera que estés.
Lo dicho: la canción tenía mucho de terrorismo, sí, pero también de declaración de intenciones. Como fallera mayor del future pop, lo que Grimes estaba postulando es que se acabó el tiempo de ser ñoños y que empezaba la era de ser burracos. Así. A las bravas. Y Purity Ring, que siempre han sido los compañeros más avanzados de la promoción de la Boucher, han decidido hacer un «delfín hasta el fin» en su segundo disco, «Another Eternity» (4AD, 2015). La pareja formada por Megan James y Corin Roddick le dicen bye bye a las atmósferas ensoñadoras y a los sonidos delicados y abrazan como si no hubiera un mañana todo un conjunto de sonidos tochos salidos directamente de géneros avant la lettre como el bass británico, el trap más elegante (sin dejar de ser cerdo) o el hip-hop híper-tecnificado surgido de la mente de los últimos productores estrella como BOOTS, AraabMuzik o Shlohmo.
Que nadie se confunda, eso sí, porque la belleza infinita y subyugante de «Another Eternity» surge precisamente de un delicioso choque de contrarios: mientras Roddick se dedica a explorar las catapultas del rave noventero (entre otros géneros) a la búsqueda de sonidos maximalistas bien de bombo, James opta por darle cremita a nuestras heridas con una voz que es lo más parecido que nos vamos a encontrar en nuestras vidas a un masaje de una hora perpetrado por la tailandesa más experimentada. Y, sí, es un masaje con final feliz. Las nuevas canciones de Purity Ring son como una hostia bien dada en medio de un polvo dulce y maravilloso: un contraste de contrarios que hace que uno y otro se intensifiquen y se multipliquen de forma exponencial. Si nos ponemos en plan estrictamente referencial y musical, podremos dejarlo en que «Another Eternity» es el disco que deberían lanzar un súper grupo formado por Blue Hawaii y Chvrches después de haber pasado todos juntitos y revueltos una tarde feliz en una mazmorra de sadomaso.
Eso sí, si nos ponemos culo finos y hay que buscarle alguna pega a «Another Eternity«, bien podríamos convenir que las letras no están escritas precisamente por Thomas Pynchon. Lo sé. Soy consciente. Encontrarte con rimas como «I lied / I’m lying awake / I cried / until my body ached» o «Don’t be afraid if there’s no wind in my hair / There’s a stillness left in there / I’m seeing double» te devuelve un poco a la realidad y te obliga a preguntarte qué carajo estás haciendo con tu vida y si no deberías apuntarte a un club de lectura de clásicos medievales en vez de estar bailando solo en tu habitación. Pero, claro, luego llegas a un tema como el himno «Begin Again» y todo cobra sentido: Megan canta «You’ll be the moon / I’ll be the earth / And when we burst / Start over, oh darling / Begin again» justo antes de que Roddick pise el acelerador a fondo y la canción pegue un subidón digno de Flaix FM, y entonces ya no sabes si la letra habla de folleteo, de bailar toda la noche frotando la cebolleta contra alguien o de qué… De hecho, ya te da igual de qué va la letra, porque Purity Ring han convertido el future pop en physical pop. Y mola.
Sea como sea, cuando llegas al final de «Another Eternity«, después de 36 minutos de puro delirio, lo que se te queda en el cuerpo es el superávit de temazos, algo que cada vez es más raro de ver en esta era de EPs tremendos y LPs a rebosar de material de relleno. La inconmensurable «Flood in the Floor«, la ya halagada «Begin Again» y muchas otras como «Push Pull«, «Bodyache«, «Dust Hymn» o «Stillness in Woe«… Al final, todo es cuestión de gustos personales. Pero una cosa sí que queda claro: los fans a ultranza del anterior disco de Purity Ring, «Shrines» (4AD, 2012), no van a querer tocar este «Another Eternity» ni por wi-fi. Sin embargo, y ya a modo totalmente personal, he de decir que «Shrines» siempre me aburrió soberanamente (es decir: entiendo el manierismo, pero no lo comparto) y que, sin embargo, hace un mes que no puedo parar de escuchar «Another Eternity«. Será que siempre fui más burraco que ñoño.