Los duchos en la materia del pop (realmente) independiente de nuestro país conocen de sobra la historia de Murciano Total. Pero, ni por ser conocida ni por el paso del tiempo, esta historia ha perdido encanto, ya que recuerda a las épocas en que el nacimiento y el desarrollo de toda banda se cocinaban a fuego más o menos lento: planteamientos casuales, trabajo según modos do it yourself, vídeos caseros… El único elemento novedoso (en comparación con décadas pasadas) en el caso de José Lozano (voces, programaciones y sintetizadores) y Elena Molina (voces) ha sido el uso de Internet, herramienta a veces diabólica que sirvió de catapulta para que sus demos conquistaran cientos de oídos y corazones que se multiplicaron cuando esos temas esbozados se reunieron en la ya mítica cassette “Demos 2012-2013” (El Genio Equivocado, 2013).
‘Demo’, un término esencial en la música que se mueve en el subsuelo y en los márgenes de los sonidos masivos que para un grupo puede significar mucho. En “Demos 2012-2013”, para Murciano Total lo representaba todo, ya que las piezas (hasta catorce) que integraban su contenido superaban infinitamente el concepto de boceto para reflejar en su máximo esplendor las posibilidades del dúo murciano-jiennense: frescura melódica, sección rítmica lustrosa, arreglos enriquecedores y textos poéticamente costumbristas, ingredientes dispuestos según los parámetros del synth-tecnopop de pátina ochentera y con ayuda de ilustres invitados como J (Los Planetas), Rafa Skam (The Yellow Melodies) y Álex Martínez (Klaus & Kinski).
Pero los álbumes-recopilatorios de demos primerizos encierran dos peligros, sobre todo en uno tan completo como el entregado por Elena y José: 1) Que represente la base mayoritaria de un siguiente álbum ‘oficial’ de estreno que no ofrezca la cuota justa de novedades; 2) Que su teórica brillantez eclipse totalmente ese álbum ‘oficial’ que resulta, en última instancia, inferior. Vaya por delante que Murciano Total han volado por los aires ambas amenazas en su LP de re-debut, “Quereres y Dejenes” (El Genio Equivocado, 2015). Para empezar, sólo han recuperado seis de las composiciones antiguas (convenientemente regrabadas, eso sí) y, por el camino, han decidido dejar aparcados pepinazos como “Bandera Blanca” (su relectura del clásico de Franco Battiato) o su proto-hit “La Parranda”. Todo un ejercicio de arrojo que no ha supuesto ninguna rémora para el conjunto, en cuya parte conocida resplandecen (otra vez) “El Espejo”, “La Fábrica de las Guapas” -tan humildemente épica como en su versión original-, “El Internacional y la Mala Racha” o “El Castillo de Román” gracias a su synthpop canónico, infeccioso y con ramalazo nostálgico.
Los puntos más interesantes del repertorio, sin embargo, coinciden con los fragmentos inéditos de Murciano Total, que arrancan con brío a través de la rítmica kraut de “Quémalos por Mí”, introducida por un sample de la voz de Carlos Larrañaga en el film “El Extraño Viaje” (Fernando Fernán Gómez, 1964) que afirma que “lo lírico está muerto, el público de hoy no tiene sensibilidad para la música”. Una sentencia muy actual que Elena y José se empeñan en revertir regalando después golosinas de pop sintético dulces y pegajosas como la miel entre las que sobresalen “La Montaña Azul”, “Ventas de Ocasión” (cruce entre sonido Jean Michel Jarre, krautpop y tecnopop rematado por un solo guitarrero aflamencado -obra de Álex Martínez– al más puro estilo Los Planetas posteriores a “La Leyenda del Espacio” -RCA / Sony BMG, 2007-), “La Casa Parisina” (con José battiatizado de arriba a abajo) y “Eficacias y Mentiras” y “No te Puedo Soportar” (par que por fuera se muestra inocentemente tecno-romántico pero que por dentro está relleno de frases punzantes y venenosa ironía).
Con todos estos mimbres, “Quereres y Dejenes” ha emergido como un disco epifánico que ha asentado todas las capacidades de Murciano Total que los apuntaban como referencia peculiar y relevante dentro del amplio espectro alternativo español. Y, a su vez, ha ratificado que el synth-tecnopop patrio vive una edad próspera en la que, cuando se recuerde en el futuro, los nombres de José Lozano y Elena Molina aparecerán escritos en letras de oro.