En realidad, yo podría ventilar esta crítica con esta imagen y me entenderían…
O incluso, en un alarde de elocuencia, podría poner aquí lo de mi amiga Margaret Mary y más claro imposible…
Porque yo puedo intentar explicarles la grandeza de este disco en seis mil quinientos caracteres, pero el concepto básicamente es ese.
Casi siete años desde “FutureSex/LoveSounds” (Jive, 2006), diablos, y parece que fue ayer. Y cómo disfrutamos con aquel discazo exuberante y magnífico. ¿Recuerdan “Summer Love”, “Sexy Ladies” o “What Goes Around, Comes Around”? Aquel disco fue la confirmación tanto de Justin Timberlake como del productor Timbaland a nivel ya no tanto comercial, ya que “Justified” (Jive, 2002) lo había petado pero bien, sino artístico. En este hiato de seis años, Justin no es que haya parado: ha comprado MySpace (say what?), se ha prestado a colaborar con otros artistas (destaco mi preferida, ese “Ayo Technology” de 50 Cent, quintaesencia del sonido Timbaland; nada que ver con la vergonzante y horrorosa versión que hizo un tal Milow un año después) y ha puesto en marcha su carrera de intérprete. Aunque, en realidad, donde más le preferimos es en Saturday Night Live, ya sea en sketches aislados (como en su hilarante imitación de Bon Iver) o formando dúo con Andy Samberg en los míticos videos “Dick in a Box” o “3-Way (The Golden Rule)”.
Pues llega 2013 y Timberlake vuelve a reunirse con Timbaland, pieza fundamental del éxito de “FutureSex/LoveSounds” y antes de la mejor canción incluida en “Justified”, aquella furiosa balada sincopada que era “Cry Me A River”. Lo que pasa es que esta vez, con “The 20/20 Experience” (RCA, 2013), se cumple el principio holista: el todo es mucho más que la suma de sus partes. Y, ahora, diseccionemos por planos.
Suenan los primeros segundos de “Pusher Love Girl” e inmediatamente nos hemos transportado a 1992: ¡estamos escuchando a la New Power Generation dando lo mejor de si mismos, retorciendo y estirando el “My Girl” de The Temptations! Bendito Prince Rogers Nelson, cuánto bien has hecho en el mundo. Declaración de amor sincera y colorista, sustentada en un vendaval de cuerdas y vientos, ya en “Pusher Love Girl”, encontramos tres de las constantes de “The 20/20 Experience”: 1) Enamoramiento indisimulable. A nuestro Justin se le ve sinceramente colgadísimo a tenor de lo que canta Y CÓMO LO CANTA (Jessica Biel ya puede estar contenta, aunque la moza bien valga un discamen así); 2) Voluntad de apartarse de una construcción pop estándar. Las canciones en “The 20/20 Experience”, con una media de siete minutos de duración, van sufriendo constantes mutaciones estructurales y armónicas en su desarrollo, y de hecho muchas de ellas se organizan en dos o más partes diferenciadas. El resultado es inmejorable: cada tema de los diez que conforman el álbum es un mosaico en el que detenerse a contemplar cada tesela; 3) (Sobre)Producción espectacular, apabullante, casi milagrosa, pues de Timbaland (aquí acompañado a los mandos por J-Roc) no esperábamos a estas alturas algo así, tan rebosante de recursos y detalles.
“Suit & Tie”, el single de adelanto que ya nos ponía sobre aviso de que podíamos tener algo muy grande aquí, ahonda en el optimismo de “Pusher Love Girl”, aunque menos colorista y más entregada a patrones clásicos, con un puntito funk y un puntazo soul. Y, por supuesto, Jay-Z poniendo la dosis extra de clase y savoir faire en su colaboración. “Tunnel Vision” posiblemente es el opus magnum que sobresale incluso en un disco ya de por si muy grande. Timbaland at his best, con beats gordos, rotos y fibrilados, cuerdas recargadas oscureciendo de forma casi asfixiante el ambiente y un sample de sintetizador a lo Isao Tomita muy de alucinar. Uno corre un peligro serio y real de estallido cefálico al escucharla.
Otra canción de las de volarte la cabeza es “Don’t Hold the Wall”. De nuevo por encima de los siete minutos, con un Justin más vacilón (un poco al estilo de “FutureSex/LoveSounds”) y con Timbaland aportando coros y una base Bhangra adictiva y deliciosa. Mierda muy seria, que transita hacia “Strawberry Bubblegum” sin solución de continuidad, conformando una dupla ganadora. “Strawberry Bubblegum” empieza como un skit a bajas revoluciones y pronto se transforma en una pieza de pop futurístico que, bajo una letra casi naif pero nada inocente, va adquiriendo progresivamente tintes eróticos y acaba en una coda de cadencia relajada con influencias de calipso al modo de Las Vegas: una favorita instantánea. “Spaceship Coupe” y “That Girl” dan un poco de tregua, la primera a modo de baladón que, de nuevo, podría perfectamente haber formado parte (destacable) del “Diamonds & Pearls” (Warner, 1991) o del innombrable “Love Symbol Album” (Warner, 1992), y la segunda con un homenaje nada velado a las bandas vocales de R&B sixties, también con algunos giros vocales y trucos del mejor Prince en su etapa de madurez.
Cierran el LP tres canciones que se alejan discretamente de los postulados estilísticos planteados en los dos tercios anteriores. “Let the Groove Get In” es un descongestivo ejercicio de estilo que se mueve entre el dance-pop y el jolgorio afro-latino que, aunque agradable, quizás es el número que menos destaca en “The 20/20 Experience”. “Mirrors”, segundo single (y qué single), es la joya pop definitiva del álbum, la pieza que más se acerca a los parámetros mainstream -o, si más no, a caminos ya transitados por Timberlake en obras previas- y, sin embargo, contiene uno de los momentos más emocionantes del álbum en su tramo final. Y echa el telón “Blue Ocean Floor”, una epopeya que discurre entre leves distorsiones ambientales y orquestaciones sumergidas, en un broche ciertamente extraordinario.
“The 20/20 Experience” es un auténtico game-changer. Sin la inmediatez hedonista de “FutureSex/LoveSounds”, muestra a un Justin Timberlake probablemente en su apogeo de maduración e inspiración, y le consolida como uno de los indiscutibles talentos de este siglo. Hoy por hoy, con este disco, nunca ha estado tan cerca de mirar cara a cara a los más grandes del pop. La otra gran noticia es que Timbaland definitivamente no estaba muerto, estaba de parranda: su trabajo en “The 20/20 Experience” será (debería ser) recordado como uno de los tour de force más e(s)pata(rra)ntes en cuanto a producción musical, aunando vanguardia y clasicismo en un admirable engranaje que funciona a la perfección. Inteligente, maravilloso, decisivo. 2013 ya tiene otro mejor disco del año.