Antes de nada, aquí queda una pequeña gran advertencia: si estás hasta el recto de reseñas que te hablan de «un disco que se escucha como un viaje«, deja de leer y vete a otra web. En serio. No pasa nada. Yo mismo lo haría. Que de clichés anda sobrado el mundo y de periodistuchos de tres al cuarto como yo también… Pero es que, joder, he de reconocer que no tengo otra forma de abordar la reseña de «In Colour» (Young Turks, 2015) de Jamie xx porque, desde la primera vez que lo escuché, me pareció identificar completamente un viaje a través de una noche de fiesta. Y volvemos a lo mismo: que sí, que esto está masticado de la hostia, que vaya puta mierda de crítica de disco que es incapaz de salirse de un lugar tan común. Pero, mira, voy a jugar la carta de la auto-consciencia desde el minuto cero, a ver si se me perdona este desliz.
La cuestión es que el lanzamiento de «In Colour» nos pilló a muchos un poco de traspié este verano: fue un poco por sorpresa o, por lo menos, tan «por sorpresa» como puede ser algo que hace más de seis años que está en boca de todo el mundo. Era más que un rumor: todos sabíamos que, tarde o temprano, Jamie xx debutaría alejado de su banda The xx. Eso sí, el chaval iba tan lentito, tan de buen rollo, tan colega todavía de Oliver Sims y Romy Madley Croft, que ha conseguido lo que parecía imposible: lanzar un álbum en solitario sin que ni un periodista sanguinario se haya atrevido a teorizar sobre el mal rollo que siempre suponen este tipo de movimientos en el seno de formaciones exitosas.
El mismo Jamie xx afirma que «In Colour» incluye producciones de estos últimos seis años de trabajo. Así que, de hecho, la sensación de «viaje» a través de diferentes texturas e instantes de una noche de fiesta bien podrían justificarse, a su vez, en el hecho de que cada composición pertenezca a un momento diferente en un tiempo tan dilatado… «Gosh» bautiza el disco con una machaconería de techno-rave cuyos cielos encapotados se abren por la vía de una descompresora melodía de sinte. Es una visión rave que luego se revisitará y se ampliará en «Hold Tight«. En ambos casos, sin embargo, el punto de vista de Jamie al respecto del sueño noventero del rave es multiculor y limpio, como una buena subida de MDMA a la que en ningún momento se le pasa por la cabeza que después de la ceguera de colores viene la oscuridad más absoluta.
Además de un viaje a través de los sonidos de la noche, «In Colour» también es un maravilloso viaje a través de diferentes paraísos artificiales.
Pero no pensemos eso, porque «In Colour» no da tregua en su exploración de diferentes texturas noctívagas. «Sleep Sound«, por ejemplo, parece sugerir ese blackout típico que sientes cuando, en medio de una sesión de house de gustera, el subidón de las pastillas hace que, al cerrar y volver a abrir los ojos, tengas la sensación de que te has quedado dormido. Y, de hecho, en ese despertar alerta posterior al mencionado parpadeo escapista parece crecer y medrar la que sin lugar a dudas es la composición más impactante del álbum: ese «The Rest is Noise» que, a modo de cierre, parte del house más corporal para hacerte perder la cabeza en una dimensión paralela totalmente etérea. Es esta una canción que exhorta a cerrar los ojos y «sentir» la música en tu cuerpo en una dulce sinestesia que llega a su cúspide cuando, de forma similar a lo que habitualmente practica Jon Hopkins, el subidón no opta por ir hacia arriba sino hacia abajo, en unos graves nada exhibicionista que, sin embargo, te remueven por dentro.
Más colores todavía en la paleta de «In Colour«: «Seesaw«, con voz de Romy, te hace bailar como si estuvieras en una sesión de pop electrónico de principio del siglo 21. No es de extrañar, entonces, que la otra canción cantada por la de The xx, «Loud Places«, siga recordando al pop electrónico de mayor abolengo. Y en «Stranger in a Room«, que utiliza no sólo la voz de Oliver Sims sino también su ya más que reconocible guitarra para evocar a los The xx más danzables, el sueño en technicolor de pop pluscuamperfecto viaja hacia el lado más nocturno del abanico de colores, que no oscuro.
«Ovbs» y «Good Times» juegan la carta del africanismo rampante, que nunca hay que olvidarse de la fuerza del continente negro cuando de bailar se trata. El segundo tema, con la participación de Young Thug y Popcaan, debería haberse convertido a estas alturas en uno de los himnos del verano por lo que tiene de pegadizo pero, sobre todo, por lo que tiene de ese típico subidón de buen rollo totalmente injustificado que te puede y te debe provocar el THC (¿todavía no te has dado cuenta a estas alturas que, además de un viaje a través de los sonidos de la noche, este disco también es un maravilloso viaje a través de diferentes paraísos artificiales?).
Techno, rave, house, pop electrónico, dancehall… «In Colour» lo tiene todo. Bien mezcladito. Como una especie de club de múltiples salas en el que vas pululando de un lado para otro, como el transeúnte más feliz de la historia de la fiesta. La verdad, no sé si este club multi-espacios de Jamie xx existe en la realidad o no. Pero si existe, que alguien me diga dónde está, porque algo me dice que allá me espera una de las mejores noches de mi vida.