El año pasado parecía que teníamos el revival de R&B ochentoso cojido por los huevos y bastante controlado: a un lado teníamos la propuesta yanki, que partía del mainstream para mostrarse más (Frank Ocean) o menos (Miguel) digresiva; y, por el otro, en UK la revisión de este género era algo así como dos pescadillas mordiéndose la cola la una a la otra. La segunda pescadilla, por cierto, era y es el post-dubstep o soulstep al que artistas como AlunaGeorge le están buscando las vueltas. Pero ya estamos en 2013 y, evidentemente, nada va a ser tan simple como esperábamos. El año se ha abierto realmente caldeado a este respecto: Autre Ne Veut ha empezado con las apuestas bien fuertes a la hora de optar por la opción estridente y exhuberante (algo así como si Passion Pit hicieran R&B), mientras que Rhye se ha posicionado en las antípodas optando por una sensualidad contenida con camisas de fuerza que dejan la entrepierna bien suelta. Está claro que esos dos nombres van a ser los que más miradas (y oídos) atraigan durante los próximos meses en lo que respecta a la vertiente americana de este revival R&B… Y, a su vez, no resulta para nada casual que el debut en largo de los americanos inc., «no world» (4AD / PopStock!, 2013) lo haya lanzado una discográfica tan británica como 4AD.
Cualquiera podría pensar, siguiendo esta pista, que los hermanos Andrew y Daniel Aged no encajan en los parámetros del mencionado género yanki… Y eso sería, sin embargo, una verdad a medias. Porque precisamente de Estados Unidos provienen dos propuestas con las que no es del todo descabellado emparentar a inc.: de Toro y Moi puede identificarse la libertad con la que parte de las estructuras chill para asimilarlas dentro de los ambientes del soul de medianoche; y de How To Dress Well (más que probablemente, el alumno aventajado de todo esta tendencia) parecen tomar esa fulminante capacidad que tiene la melancolía de barrer con ahínco la sexualidad que parece ser ingrediente necesario para cualquier canción R&B. Podría parecer que resulta más difícil, sin embargo, buscar parientes cercanos a inc. entre la camada del nu-R&B de UK: los ya mencionados AlunaGeorge tienen los ojos puestos más bien en la pista de baile, James Blake los tiene puestos más bien en la cama (en soledad), Jamie Woon moriría por inanición en ritmos tan laxos como los de los hermanos Aged… Y, sin embargo, en las islas tienen a una hermanastra con la que comparten padre pero no madre: Jessie Ware. Aunque hay que reconocer que, mientras que esta siempre ha mirado hacia Sade a la hora de darle forma a la arcilla estilizadísima de su propuesta (estética y musical), los Aged están en su salsa con el look y el estilo de (con perdón) marica pandillero que tanto se estila últimamente en LA. Ya se sabe: hermanos, pero en plan «Tú a Boston, yo a California«.
De esta forma, a medio camino entre USA y UK, inc. han convertido su debut en largo en uno de esos discos que no buscan sorprender con temas como bomboneras repletas de sabores y licores diferentes: la intención de «no world» es más bien explorar un sonido, una textura, un ambiente durante todas y cada una de las canciones. Todos los temas forman parte de un conjunto más amplio, así que no investigan conceptos por separado, sino que siempre se postulan en pos de un bien común. Por eso se hace difícil destacar unas composiciones por encima de otras. Evidentemente, hay singles clarísimos como «the place» (y esa rotura del ritmo tan propia del soulstep de las Islas Británicas pero, a la vez, tan cercano al hip-hop abstracto yanki), «5 days» (por la que matarían muchas de las reinonas que llevan siglos anquilosadas en sus propios vicios soul), «angel» (donde se produce un dulce contraste en el que la percusión digital eleva la tensión mientras los sintes ayudan a deshacer el nudo y distender el ambiente) o «lifetime» (la mayor concesión al R&B ochentero puro y duro… tanto, que es inevitable que el chascarrillo inevitable de compara a inc. con Bros se haga más real que nunca). Pero lo magistral de «no world» es precisamente escucharlo del tirón, permitiéndole un espacio mental horizontal en el que el disco crezca poco a poco, canción a canción, minuto a minuto. Como una torturante gota malaya que va entrando poco a poco dentro de tu cabeza. O, mejor todavía, como el polvazo más lento del mundo en el que la sensibilidad está tan a flor de piel como para sentir cada centímetro de pene mientras se va hincando allá donde quieras hincarlo.