Puede resultar curioso que el encumbramiento del debut en largo de Holy Ghost! coincida en el tiempo con ese punto y final que se han auto-impuesto LCD Soundsystem por la vía del (macro)concierto de despedida como fiesta funeraria. Y es que, de un tiempo a esta parte, Nick Millhiser y Alex Frankel se han convertido en una especie de acólitos de Mr. James Murphy y de las altas esferas de la escudería DFA. Fueron precisamente Murphy y Tim Goldsworthy los que descubrieron al dúo cuando estos todavía militaban en Automato, una formación de rap que no pasó de su primera referencia. Pero el fracaso de la banda no impidió que Millhiser y Frankel, amigos desde la infancia, continuaran con sus aventuras sonoras, abandonaran los fraseados hip-hoperos, se dejaran empapar por las influencias de sus mentores y acabaran pariendo algunos maxis («Hold On«, «Say My Name«) y un EP («Static on The Wire«; DFA, 2010) que consiguieron situarlos en todos los radares del nu-disco más proclive a la promiscuidad genérica. El problema de esta concatenación de hits previos (situación repetida hasta la saciedad en los pagos hyperos de la posmodernidad pitchforkera) es que pone a huevo una de las actitudes preferidas de los modernos de pro: «Es una banda de singles más que de discos«. A lo que yo replico: bullshit! Y ahora me explico…
Hay que admitir que «Holy Ghost!» (DFA / Music as Usual, 2011) no es un disco que brille por su homogeneidad (aunque a continuación llega el momento de los brillos y ahí se va a cagar el Sr. Swarovski). De hecho, más allá de la poderosa vena bailable (y no hablo de esas venas que no se ven a primera vista y que la enfermera se pasa tres horas buscándotela, no… Hablo por lo menos de venotes de miembro viril), resulta que el debut homónimo de Millhiser y Frankel apunta con su onda ultrasónica hacia direcciones diferentes… pero todas estimulantes. Es inevitable pensar en en LCD Soundsystem y su revisión de todos los palos de la baraja disco: «Do It Again» abre el álbum con un pelotazo de cool-disco con zumbidos trotones y coros masculinos de club gay setentero que conduce directamente a «Hold On» (magistral) y a los dos últimos temas, «Static on The Wire» (con sus sintes basculando entre la blaxplotation y el space-disco más deliberadamente hortera) y «Some Children» (en el que los coros de niños, precisamente, son la excusa para marcarse una ráfaga de metralleta funk dancero que suena a delicia y a eyaculación en slow motion). Los cuatro temas, situados en la apertura, mitad (exacta) y final del disco, cierran el conjunto como un lacre de cera en el que va estampado el sello inconfundible de la casa DFA. Pero aunque esta influencia es la que se utiliza para encapsular al resto, no es la única que hace acto de presencia en «Holy Ghost!«…
De hecho, la otra gran referencia de los neoyrokinos es, sin duda, la vuelta de tuerca que el sello Factory realizó sobre el pop electrónico y periferias. Específicamente, aquí hay que hablar de New Order… Ya no es sólo que la banda nunca dude en afirmar que el nombre de la banda de Bernard Sumner fuera el que más utilizaran en sus conversaciones mientras estaban en el estudio, sino que los homenajes se suceden en una bacanal continua: desde ese fraseado en «It’s Not Over» en el que Frankel canta «oh it’s a problem of mine» mimetizando las maneras de «Bizarre Love Triangle» hasta la apertura en forma de metralleta de percusión que abre «Slow Motion» espejándose en «Blue Monday«, pasando por una producción luminosamente bailable y unas voces que acaban formando parte de la melodía. Y si hablamos de New Order y la genealogía Factory, es inevitable situar a Holy Ghost! entre las últimas y verdísimas hojas que siguen creciendo en este árbol: la del revival electro-popero que últimamente nos ha llegado por la vía de bandas como Cut/Copy, Empire of the Sun o Midnight Juggernauts pero que Millhiser y Frankel trasladan directamente a la ciudad de Nueva York sin necesidad de caer en la chapa mariquitingui de Hercules & Love Affair.
Queda para el cierre la referencia final (y fatal para algunos) que sólo puede resumirse de una forma clara y concisa: casi todas las canciones de «Holy Ghost!» (aunque especialmente la sublime «Jam For Jerry«) son imaginables como banda sonora de Rick Astley, Big Fun y otras proto-boy-bands marcándose coreografías ochentosas y algo traperas. Y si tender un lazo hacia esos artistas es demasiado hardcore para las almas esnobistas que también deberían adorar este disco, podemos cambiar la referencia y hablar de Duran Duran (en «Wait & See«) e incluso de los Alphaville más orientalistas («Hold My Breath«), que siempre queda bien. Pero es que, llegados a este punto, ¿realmente se necesitan más justificaciones para adorar el debut de Holy Ghost!? Tiene disco y funk, suena a Nueva York y a DFA, sublima el pop electrónico con la facilidad de un suflé de chocolate (con tropezones de MDMA), aborda los 80 tanto desde la alta cultura como desde la baja e incluso puede afirmarse que Millhiser y Frankel guardan de su época rapera una capacidad maestra para utilizar las rimas como una herramienta más para añadir ritmo a sus canciones. Pese a todo, no vamos a caer en la chiquillada de buscarle sucesor a LCD Soundsystem: ni el rey está muerto ni Holy Ghost! están aquejados de daddy issues… Será porque, a base de picotear en géneros dispares, han acabado por dar con una identidad musical personal e intrasferible que suena a a sexo (en los baños), sudor (en la pista de baile) y lágrimones (de subidón afectadísimo por substancias químicas).
Holy Ghost – Do It Again by Vitalic Noise