«Eye Contact» (4AD / PopStock!, 2011) se abre con un skit misterioso que dice «I can hear everything. Everything is time«. Todo es tiempo y el tiempo es pura mutación, evolución, progresión. El tiempo es concatenación, digresión. El tiempo es la hipersensibilidad del momento presente, una huída hacia adelante echando sal sobre unas tierras que ahora son fértiles pero que, en cuanto las dejemos atrás, habrán quedado arrasdas y sin posibilidad de un reverdecer futuro. El tiempo, al fin y al cabo, es el sentimiento más poderoso en la concepción musical de Gang Gang Dance: su asimilación del concepto «canción» pasa por la experimentación y la improvisación como medio de vida. Y, de una forma similar (en teoría, nunca en práctica) a la de Animal Collective, resulta que cuando del torbellino experimental se escapa un fogonazo de clarividencia, de concreción, la experiencia del acierto es lo más parecido a la iluminación mística que puede encontrarse en el panorama musical. Dicho a las bravas: la experimentación a veces es un puñetero coñazo por ser un acto de pajillerismo extremo en el que la banda puede olvidarse de tender cuerdas hacia el público. Pero, cuando se acuerdan y las dos partes se ven unidas por un hilo ardiente en formato canción… ¡Ostia puta! ¿¡Quién cojones me ha echado cristal líquido en la bebida!?
Tras la mencionada declaración de apertura, Gang Gang Dance permiten que «Eye Contact» levante el vuelo con una primera canción que sabe a declaración de intenciones: «Glass Jar» se va despereazando poco a poco, como un borracho de resaca el domingo por la mañana, y no es hasta el minuto 6 (¡de 11!) cuando parece que la canción empieza finalmente. Repito: «parece». Porque el tema ha empezado mucho antes y, justo en ese momento, te das cuenta de que estás flotando sobre tu propio plano de consciencia a lomos de una alfombra voladora muy similar a la de Fuck Buttons. La licencia no es gratuita: los de «Tarot Sport» (ATP, 2009) parecen formar parte intrínseca del (libre) libro de estilo de Gang Gang Dance a la hora de abordar sus tramos más espaciosos y cósmicos, aunque matizando la tendencia al ruido crujiente de Fuck Buttons con una claridad de formas brillantes y cristalinas como las joyas con las que se engalana una actriz de Bollywood. De nuevo, la licencia no es gratuita: por «Eye Contact» circulan ecos no sólo de todo el rollo bollywoodiense en su vertiente menos hortera, sino también de un africanismo libérrimo (algo así como si a Dario Argento le diera por recopilar un volumen de la serie «Ethiopiques«), de un tropicalismo minimalista (¿El Guincho con un abanico más amplio y, sobre todo, mucho más bastardo y menos sibarita a la hora de escoger sus fuentes?) y de una negritud zumbona pero nunca exótica (que recuerda a M.I.A. cuando recuerda a Camela pero, por esta vez, te la suda porque esto es GIGANTE).
Gang Gang Dance no le hacen ascos a ningun lugar del mapa mundi a la hora de trapichear complementos para tunear sus canciones. Y es que, al fin y al cabo, la suma de las partes (si es que existen «partes» en el tiempo y en este disco que, más bien, han de ser concebidos siempre como un todo) de «Eye Contact» es más que probablemente la más equilibrada de la historia de la banda. Se veía venir: cuando estaban sobre el escenario en su anterior gira, Gang Gang Dance se olvidaban de los interludios de «Saint Dymphna» (WARP, 2008) para concentrarse en prender fuego a la suela de las zapatillas de todos los asistentes. Para su nuevo álbum, ya traen la lección aprendida y los interludios quedan perfectamente integrados (cuando los hay) dentro de los temas. Para todo lo demás, una barra libre de Mastercard en formato canción concebida como la construcción de una Torre de Babel que sólo sabe ir hacia arriba, sin miedo al castigo divino. Todo son aciertos: desde la mencionada «Glass Jar» hasta el cierre bereber de «Thru and Thru» (lo más cercano a un puestazo derviche que vas a vivir en tu vida, chaval); la revisión de los baladones sinteros ochenteros por la vía del frikismo puro y duro en «Romance Layer«, con la voz de Alexis Taylor de Hot Chip demostrando que, cuando quiere seguir pareciendo un paleto urbano, puede conseguirlo sin esfuerzo aparente; el himno de peli bollywood dirigida por Shion Sono con su particular y orientalista versión del ritmo en «Chinese High«; el gitanismo trallero y trancero y delicioso de «MindKilla» y, por encima de todas, esa «Adult Goth» en la que se fabula la posibilidad de que Hideo Nakata hubiera nacido en la India y la Sadako del «Ringu» original estuviera interpretada por Aishwarya Rai en un intento de demostrar que es algo más que un pivonazo. ¿Que se me ha ido la mano con las referencia cinéfilas? Perdonen ustedes, pero es que «Eye Contact» funciona así: haciendo que los sonidos se conviertan en imágenes sinestésicas delante de tus narices. Y, además, llevando al extremo aquel eslógan publicitario que decía: ¡a tope sin drogas!
Quedan, además, las tres piezas tituladas «∞«, «∞∞» y «∞∞∞«. Estos deberían ser los interludios que más molestaban (a determinadas personas) en «Saint Dymphna«. Aquí, sin embargo, son necesarios momentos para tomar aire antes de que Lizzi Bougatsos vuelva al ataque con su místico vocecilla tan cerca y tan lejos de Kate Bush, tan lejos y tan cerca de Liz Fraser. Algo así como limpiarse las partes íntimas antes de que Gang Gang Dance te despeloten y te obliguen a anidar en el medio de esta orgía de sonido sudoroso y cerdaco en la que hay que destacar lo bien que suena la nueva batería de Jesse Lee tras la marcha de Tim Dewit. Y ojito porque, por mucho que aquí todos estemos arriba y abajo dale que te pego con el momento sexual, para la banda todo el rollo de las lemniscatas tampoco es una licencia gratuita. De hecho, si «Glass Jar» se abre como se abre, «Thru and Thru» se cierra con otro skit que susurra «Live Forever«. Porque el tiempo, por si todavía no te habías dado cuenta, también es infinito, eterno e inagotable. Y la infinitud y la eternidad son, precisamente, las metas de Gang Gang Dance en «Eye Contact«. Si la alcanzan o no, nos la trae al pairo: con un presente como este, como si el futuro pasa por una Guerra Nuclear.