Puede que sea influencia de la escucha reiterada de Fred i Son o puede que, simple y llanamente, sea fruto de mis vivencias personales, pero lo cierto es que últimamente hay cierta teoría generacional que empiaza a sobrevolar por encima de mi cabeza de forma insistente y (algo) impertinente. De un tiempo a esta parte, parece que seguimos divirtiéndonos recurriendo a los mismos subterfugios (alcohólicos y taberneros) de antaño, pero también empieza a crecer un nuevo furor por el sano deporte de quedarse en casa… Y no sé vuestras amigas, pera a las mías les ha dado por hacer unos pasteles que ni la hermana de Arguiñano. ¿No os parece una forma genial de decir que, básicamente, nos estamos haciendo mayores? Eso sí, también es cierto que, llegados a este punto, cualquiera puede preguntar: ¿y a qué viene esta teoría si de lo que deberíamos estar hablando es de Fred i Son? Puntualización: en el dulce concierto de presentación de «Diu Que No Sap Què Vol» (Sones, 2010) que la banda ofreció hace unas semanas en La [2] (Barcelona), las 20 primeras personas en comprar el disco se llevaban de regalo una deliciosa galleta en forma de guitarra cocinada por Eli Daura, el lado femenino de esta banda completada por Xavi Rosés, Xesc Cabot y Cristian Pallejà. ¿Empezáis ya a desentramar las conexiones? ¿O soy yo el que empieza a estar desquiciado?
Y es que «Diu Que No Sap Què Vol» hipnotiza por su capacidad para encapsular un sentimiento que nos embarga a muchos cada vez con mayor frecuencia… Ya es hora de dejar de lado el peterpanismo de la generación Y o Z o la letra que toque últimamente. Lo de Fred i Son no es cuestión de no querer crecer: lo suyo es una utilización recreativa y lúdica de lo infantil como bálsamo para las heridas causadas por el ritmo frenéico y deshumanizado de la vida moderna. El disco se descorcha con un inconmensurable Arco Iris (en «L’Arc de Sant Martí«) y, a partir de ahí, por las canciones pululan astronautas («Transbordador Espacial«), calamares que ponen la tinta en el arroz («Banquet al Fons del Mar«), caballitos de mar que cabalgan las olas («Cavallets de Mar«), pequeños príncipes que viven en asteroides con baobabs («Petit Príncep«), tortillas de suspiros y croquetas en clave de fa («Cançó del Pica-Pica (Si Tu Ets Aquí)«)… Un imaginario que bien podría haber salido de los libros desordenadamente abiertos por un niño especialmente desordenado travieso pero que, sin embargo, se descubre como una herramienta de alegre e indolente escapismo más que de onanismo hedonista. Y eso es lo que sitúa a Fred i Son en el lado contrario del ring a todas esas bandas que hacen de la pesadumbre y el tormento una forma de auto-consciencia aumentada. Lo de estos barceloneses está, más bien, en la línea de otros artistas que, como Spike Jonze en su «Donde Viven Los Monstruos«, están re-descubriendo los pliegues de la infancia como depositarios de nuevas y dulces complejidades.
Y todo ello remitiendo a una sonoridad musical cercana al Donosti Sound en general y a La Buena Vida en particular (las brumas atlánticas de «Fer Un Volt«) pero aniquilando por completo el amateurismo de aquellos a base de tesón y pericia técnica con los instrumentos (y aquí consideramos el juego de voces como un instrumento que suma). También hay que citar el amplio abolengo de ese género tan indefinidamente español como el ñoñi-pop (los parapapás y las deliciosas trompetas de «Plens de Vida)… Pero hay que reconocer, además, que las dos referencias anteriores ven sus horizontes sublimemente ampliados a base de refinadísimo pop anglo-australiano (The Go-Betweens, The Field Mice) y amplios toques de esa complicidad íntima y despreocupada que siempre ha reinado en las composiciones de The Vaselines. ¿Un grupo que hace que La Buena Vida y The Vaselines se den la mano? ¿Son necesarios más motivos para hacerse con el vinilo (con una preciosa portada obra y gracia de Quique Ramos) y disponerse a escucharlo un domingo por la tarde mientras degustas tu última adquisición en cuanto a pastelería casera? Porque, ahora sí, ya es hora de sintetizar la teoría a la que me refería al principio: señoras y señores… los pasteles son el nuevo Gin Tonic.
FRED I SON – L’ARC DE SANT MARTÍ (WAAAU.TV) from WAAAU.TV on Vimeo.