Después del verano, viene el invierno (sí, el otoño nos lo saltamos porque nos sale de la entrepierna). Y después de las urgencias hedonistas de la adolescencia, vienen las resacas entumecidas de los veinte años. Ambas máximas son enseñanzas que, quieras o no, chilles o patalees, acabas asumiendo a lo largo de tu vida… Pero son dos axiomas igualmente aplicables a la vida de cualquier banda e incluso de cualquier escena musical. Y es algo, además, que viene al pelo para hablar del debut en largo de Blue Hawaii, un «Untogether» (Arbutus, 2013) que pillará a traspiés a todo aquel que espere que el verano del amor de su anterior lanzamiento, «Blooming Summer» (Arbutus, 2010), mantenga su frescor como si consiguiéramos congelar para siempre la imagen final del happy ending de una película hollywoodiense. Aquel mini-LP recogía las felices vivencias de Raphaelle Standell-Preston y Alexander Cowan, pareja en la vida real, durante sus vacaciones por Sudamérica. Era un trabajo que, además, sirvió de antesala a la eclosión de electro-pop crujiente que poco después viviría su Montreal natal con bandas como Grimes, Purity Ring, Doldrums o Blood Diamonds: como en todos estos, el debut de Blue Hawaii bailaba despreocupadamente en la frontera entre la electrónica y el pop en sus vertientes más amables y erotico-festivas.
Pero, como decía al principio, a toda intoxicación etílica adolescente le siguen las resacas inauguradas al soplar las veinte velas sobre tu pastel de cumpleaños. Estaba claro que, tarde o temprano, la mencionada generación canadiense tendría que crecer y abandonar sus rituales festivos… Al final, ha sido más temprano que tarde, y han sido precisamente Blue Hawaii los que han llevado hasta el extremo la madurez apuntada ya en el debut de Purity Ring, «Shrines» (4AD, 2012). «Untogether» no sólo celebra la mayoría de edad del sonido que nos embargó a todos la temporada pasada y que tuvo el «Visions» (4AD, 2012) de Grimes como punta de lanza; sino que lo hace tomando como base una referencia pretérita y otra más nueva. Lejos queda algo de lo que puede que Standell-Preston y Cowan ni hayan oído hablar: la denostada folktrónica que, a principios de siglo, acercó una electrónica que parecía proferir su canto de cisne particular hacia un folk que por aquel entonces parecía la salvación de la música indie. No es difícil encontrar en algunas de las canciones de Blue Hawaii trazas de otras bandas como Tunng (la apertura de «Try To Be» clama al cielo), Adem («Sweet Tooth» invoca el espectro de este artista tanto en su versión adicto a los covers como a su posterior deslizarse hacia la electrónica) o algo así como si múm hubieran tenido al frente a Björk (algo que queda bien patente en las aristas redondeadas pero gélidas de ese cristal blanco que es «The Other Day«).
Pero, ¿en serio voy a intentar convencer a alguien a día de hoy que es posible hacer un buen disco partiendo de un material de derribo como la folktrónica? Ni hablar. De hecho, la folktrónica sólo es una referencia anecdótica en este proceso de maduración del nuevo sonido canadiense. La verdadera erupción adulta le viene por otro lado y remite, directamente, a cierto chaval que nació con alma de viejo… Recordemos: el debut de James Blake arrebataba por su capacidad prestidigitadora para abrir las canciones en un punto y llevarlas hasta otro punto estilístico diametralmente opuesto a partir de todo un conjunto de variaciones imperceptibles para quien escuchaba. Era una evolución sigilosa capaz de hacer natural algo tan difícil como reconciliar dos versiones de un mismo tema… «Untogether«, por su parte, propone un camino similar para sublimar sus temas. La mayor parte de las canciones de Blue Hawaii también arrancan en un punto y acaban en otro completamente sorprendente, pero lo hacen de forma diferente: en ningún momento pretenden jugar a la penetración forzada de un tema dentro del otro utilizando vaselina, sino que más bien parecen poner sobre la mesa unas bases en el primer minuto de sus composiciones y, a partir de ahí, jugar a la deconstrucción pura y dura. Es como si se propusieran reunir un tema y sus múltiples remezclas en un mismo continente de menos de cinco minutos… Y, la verdad, el resultado es embriagador.
Un resultado, por otra parte, que lleva directamente a pensar en la otra máxima que abría esta reseña: que después del verano siempre llega el invierno, sea del descontento o no. En este caso, si «Blooming Summer» presentaba a una pareja abierta al amor y a la alegría, «Untogether» hace pensar si no en desencuentros (porque en el disco no hay ni un ápice de violencia ni agresividad), por lo menos en el espacio vacío que queda entre dos cuerpos que duermen separados sobre una misma cama. Es inevitable pensar que esa voluntad de plantear los temas, apuntalarlos, dejar saborear cómo serían (pongamos, por ejemplo, la gloriosa apertura de «Sierra Lift» -con su aletargado juego de voces- o el final tan Caribou de «Daisy«) para pasar a deconstruirlos a continuación, es una forma muy clara de plantear la fugacidad de la perfección, lo pasajero de un sentimiento de alegría y euforia en el que todo parece encajar (y que vendría a ser, al fin y al cabo, el formato canción tradicional del que Blue Hawaii huyen continuamente). Eso sí, no hay que darle más importancia a la separación que al hecho de que duerman en la misma cama: está claro que, más allá de esta sensación de desamparo parejil, lo impresionante de «Untogether» es el nivel de compenetración en la pareja: aquí no hay respeto por la zona de confort ajena, y si la voz deStandell-Preston a veces vuela libre lejos de la base musical, también es cierto que esa misma voz acaba siendo despedazada por Cowan y utilizada a placer.
El retruécano absoluto llega, evidentemente, con el doblete formado por «In Two» e «In Two II«: lo normal sería pensar que, si tenemos dos canciones con sus múltiples versiones dentro de cada una, al final acabaríamos con un panorama esquizofrénico absoluto. Pero, por el contrario, Blue Hawaii se lo montan para construir un pluscuamperfecto viaje que se abre con un sonido muy «Blooming Summer» en «In Two«, incluso con un estribillo esplendoroso que, de pronto, se encalla convirtiendo la voz en un instrumento más hasta que un bombo gordísimo (y muy bailable) hace borrón y cuenta nueva y consigue que «In Two II» arranque como si pilláramos un tema de baile en pleno subidón. Eso sí, justo cuando estamos en ese punto álgido, la canción se va apagando poco a poco, de forma entre frustrante y magistral… En definitiva, esta dupla de temas hace pensar que Blue Hawaii no están interesados en el formato canción, tampoco en el verano ni en el invierno, ni en la adolescencia o la maduración. Su voluntad, al final del camino, es plantear las emociones de una relación de pareja en un terreno de abstracción pura y dura donde los sentimientos se deconstruyen en formas y composiciones inusuales. «Untogether» es un lienzo abstracto que enseña que las formas geométricas de la felicidad conyugal tienen otros planos emocionales de colores más apagados que conviven en su misma realidad.