Hablemos entonces de “Sol” (Discos Walden / Vanishing Point / Discos Garibaldi, 2014), el disco que, de la mano de Joaquín Rodríguez (Los Nikis) en la producción, devuelve a Ataque de Caspa a la escena musical. Hablemos, digámoslo ya, del hito en sí. Hablemos de una obra que no entiende de contextualizaciones, de paradojas temporo-espaciales, de nostalgia o gravedad. Hablemos de estas diez canciones que vertebran uno de los álbumes más insolentemente maravillosos cantados en español de los últimos años.
No puede abrirse “Sol” de forma más esplendorosa y anticiclónica (disculpen el recurso retórico fácil) que con esos acordes que componen el tema titular. “Sol” suena como si se hubieran juntado el trinomio Blake / Love / McGinley (lo que viene siendo Teenage Fanclub, vamos) con Martin Carr e Ian Broudie en su cénit creativo e hubieran intentado crear el hit perfecto. Añadan la voz de Carmen Álvarez, epítome de pop imperecedero, concatenando sus estrofas consigo misma, coreándose cada verso y punteando con algunos la-la-las el estribillo. Obtendrán entonces la joya que efectivamente se imaginan. Una de esas canciones únicas que no necesita más de dos escuchas para invadir al oyente: primero la epidermis; luego y para siempre el corazón. Podríamos expresarnos en términos similares al referirnos a “Cerca”, quizás la canción más envidiablemente pluscuamperfecta de todo el LP. “Cerca” se desarrolla a trote gracias a la poderosa línea de bajo que marca Nacho Biosca, y aúna una poesía cotidiana (“Las líneas de tu mano te van a decir que están hechas un lío y no saben salir”) y emotiva (“De todo lo que vas a adivinar, sólo hay algo que es seguro: mañana estaremos justos”) con una melodía tan brillante como conmovedora. Himno eterno a la primera. Por su parte, la presencia redundante del órgano recupera en “Sal” un sonido dulce y quintaesencial, casi atemporal, del pop español, donde una letra que se presta a dobles lecturas (“No hay cenizas disueltas; ¡no hay mañana!”) se une al juego que proponen primera y segunda voz en una mirada dual que oscila entre el optimismo y la amargura.
Esencialmente, un luminoso y a la vez casi melancólico post-adolescentismo es el que predomina tanto en el plano musical como en el lírico en “Sol”, especialmente en otros temas destacados como “Día Esperado”, “Absurdo” (“Para ti soy transparente, ¡qué mala suerte!”) y la magnífica “Cruasán”, quizás el tema donde subyace de forma más patente ese sentimiento de suave aflicción casi agradable que tan sabiamente ponían en práctica La Buena Vida. Llegados a este punto, parece necesario destacar que, sin abandonar la esencia pop germinal de Ataque de Caspa en su etapa inicial, sí se han matizado hasta casi hacerlos desaparecer los apuntes de cierta oscuridad que tenían cabida entonces en el proto-sonido de la banda madrileña. De hecho, ese remanente relativamente oscuro parece únicamente presente, aunque minimizado en su actuales versiones, en “Nigeria” (incluida por cierto en la banda sonora de “El Futuro”, la IM-PRES-CIN-DI-BLE película de Luis López Carrasco) y “La Pesca”, los dos temas recuperados para la ocasión de aquella -ahora ya- histórica maqueta. Quizás el único matiz, el único momento del disco que particularmente no me convence del todo es “Ahí Estás”, la versión del “There She Goes” de The La’s que, siendo una interpretación agradable, carece del glorioso efecto hipereuforizante de la original. Por otra parte, es verdad que no debe ser fácil enfrentarse e intentar redefinir la mejor canción de la historia.
“Sol” viene a demostrar que lo que podría haberse quedado apenas en una preciosa y entrañable anécdota, trasciende su propia condición de gloriosa anomalía y se convierte por derecho propio en un disco imprescindible en el panorama actual. Nadie sabe lo que puede ocurrir a partir de ahora con Ataque de Caspa en el plano musical… En sensu stricto, poco importa. Se puede decir que estos cinco muchachos ya han hecho un disco por el que deberían ser recordados durante mucho, mucho tiempo. A lo sumo, otros veintinueve años.