Dice Sheril Kirshenbaum que uno de los factores más importantes para conseguir el beso perfecto es saber jugar con la anticipación. Sheril Kirshenbaum sabe mucho de besos, ya que ha escrito un libro donde habla de cómo conseguir el ósculo perfecto, «The Science of Kissing» (para que luego digan que no se aprende nada en el bog de GQ). El beso es la antepuerta del sexo, el dintel del amor y el pegamento de cualquier relación, algo que hay que saber dominar para que lo que venga después (un mimo o un revolcón) merezca bien la pena. Cuando anticipamos una situación (y, cuanto más caliente, mejor) segregamos dopamina como locos, y ya sabemos todos lo mucho que mola la dopamina: nos pone burracos, nos enciende como velas en una Misa de domingo y hace que todo lo que venga después sepa a gloria… o a buen polvo.
Aluna Francis y George Reid son jóvenes pero parecen entender muy bien cómo funcionan los calentones humanos. Y llevan haciéndonos segregar dopamina desde la primera vez que escuchamos algo de ellos juntos, allá por principios de 2012. Su primer movimiento para despertar nuestros sentidos fue «You Know You Like It«, una juguetona canción que combinaba pop sexy y el r&b nuevaolero y que les ponía en la delantera de grupos a tener en cuenta del año pasado. Desde entonces, nos han tenido pendientes de sus movimientos y atentos a cualquier notica, con la salivilla colgando de la comisura de nuestros labios y la sangre corriendo a tope por nuestras venas, todo hasta saber que sacarían en julio de este año su esperadísimo (y anticipadísimo) primer disco que se titula, como no podía ser de otra manera, «Body Music» (Island, 2013).
Y se llama «Body Music» pero aquí podría haberse llamado también «Hacer el cuelpo«, porque si Aluna y George llevaban meses poniéndonos el caramelo en la boca, con su primera aventura discográfica han conseguido embadurnarnos el cuerpo en chocolate para lamerlo poco a poco mientras suena en el reproductor: «Body Music» incluye catorce canciones y es de recorrido largo pero de pegada inmediata. En él han incluido todos esos hits que les han convertido en el fenómeno inglés del año, los que publicaron mientras estaban en Tri Angle – donde eran los blanditos, la banda con más sentido pop del roster-, el citado «You Know You Like It«, «Just a Touch» y «Your Drums Your Love«, tres canciones que no por más escuchadas apetecen menos ya que, como decíamos antes que hacían los besos en una relación, estos tres temas sirven para apuntalar y dar forma a todo el sonido del dúo: sin ellas, AlunaGeorge no serían lo que son, ergo tenían que estar. Además, con meses de recorrido, aún es imposible cansarse de ellas.
El disco empieza con «Outlines«, una delicada balada (la única) que funciona como prolegómeno perfecto, una invitación sexy y calmada para todo lo que espera, una forma pausada de poner al oyente bien a tono y advertirle que lo que va a escuchar en adelante va a ir por ahí, jugando con los sonidos insinuantes y sensuales. Todo el sonido de AlunaGeorge funciona a la perfección porque sus dos partes saben muy bien el lugar que ocupan: ella es la piel y la voz, mientras que George, por su parte, insufla de movimiento a esta atractiva criatura con su dominio de la electrónica de baja revolución actualizando ese nuevo r&b del que llevamos meses hablando ya sea suavizando el dancehall y dándole una pátina divertida («Lost & Found«), limando el pop para que no sea demasiado mainstream («Kaleidoscope Dream«, «Bad Idea«), recuperando el halo de sugestión sexy que siempre ha tenido el género («Diver«, «Body Music«) y adaptando todo el sonido al continuo ronroneo cantado de su compañera para hacer de un montón de canciones catchy singles cien por cien potenciales y convertirlas en himnos de pop atemporal que, seguramente, escucharemos dentro de muchos meses y no habrán perdido ni un poco de su potencial.
Y es que muchas eran las expectativas puestas en este dúo que, como muchos grupos jóvenes, empezaron intercambiando mensajes de MySpace y han acabado saltando de la habitación a los grandes festivales y salas (este año tocaron en el Sónar y en el FIB, y vuelven de gira en los próximos meses). Pero, precisamente porque hay muchísimas bandas que empiezan así, tiene especial mérito que estos dos hayan conseguido no sólo cumplir sino superar la barrera del hype para alcanzar un sonido que a base de reciclaje y corta y pega han conseguido convertir en algo muy auténtico y personal. Aluna ya va mucho más allá de una TLC wannabe, y George no tiene por qué envidiar a otros jovenzanos de su generación que han bebido de las mismas aguas rave que el y quieren actualizar los sonidos de su adolescencia (hola, Disclosure). Como a veces pasa, lo mejor de «Body Music» no es lo que hay, sino lo muchísimo que promete. Y, aún así, es un disco estupendo para estos meses de calor: ufano, sin demasiadas pretensiones, bien producido, descaradamente brillante y optimista, con muchísima miga y ningún patinazo (bueno, sí, «Superstar«). Un grower absoluto que seguiremos escuchando hasta que tengamos más noticias de ellos. U es que, como promete Aluna en «Best Be Believing«: «I still got sugar, I still got sugar«. Bienvenida sean la anticipación y la dopamina… Otra vez.