Tiene un nombre que, para nosotros, pobres almas que nos comunicamos en cristiano, es imposible de pronunciar… Pero hace una ropa que parece caída directamente del cielo. Encontré la pista de Roos Vandekerckhove en una tienda-showroom en Ghent, Bélgica. Era 1 de enero y, después de vivir el chasco que supone viajar fuera par Fin de Año (no lo hagáis si os gusta el turismo de shoppingueo porque está todo cerradísimo) ya había perdido la esperanza de poder ver algo interesante del famoso diseño belga. Ghent es una ciudad muy bonita pero también pequeña, y sus locales viven las Navidades en sus casas y no abriendo los establecimientos.
Para mi sorpresa, encontramos una preciosa tienda-showroom abierta en todo su esplendor: un magnífico piso de diseño gantés de tres plantas que acogía en sus distintas habitaciones ropa y accesorios de Sonya Rykiel, Paul&Joe Sister, Marc by Marc Jacobs y otras grandes marcas, pero también contaban con una significante muestra de diseño local. El sitio se llama Twiggy y, si alguna vez pisas esta bonita ciudad, no deberías dejar de visitarla. Entre la cantidad de ropa preciosa que había en sus paredes tenían un montón de prendas de Roos Vandekerckhove, una joven firma oriunda de la ciudad de Ghent (donde tienen su atelier) y especializada en crear maravillosas prendas de punto y de lana.
Los jerséis, camisetas, bufandas-manta y accesorios de piel de esta firma -que nació en septiembre del año pasado- brillaban por encima del resto de ropa que había en el lugar. Como queriendo desafiar el tiempo frío y los días grises del norte de Europa, esta joven diseñadora crea piezas en las que el color es el máximo protagonista. «Piensa en flúor» podría ser su eslogan. Sus piezas tienen un fortísimo componente gráfico y apuesta el doble por el color blocking y el juego de contrastes. Lo que yo vi fue una muestra de la colección de invierno, y aquello era una explosión de fucsias, naranjas en tono mandarina, amarillos y verdes pistacho.
No quería ni pensar cómo podían ser sus colecciones de verano. Eso lo he visto más tarde, y he confirmado que son una auténtica lo-cu-ra. Ojo, que estamos hablando de una firma belga, así que no hay que imaginar una paranoia tropicalista ni un huracán de estampados loqui, esta diseñadora de apellido interminable juega con el color pero desde un punto de vista básico y bastante minimalista, abogando por la elegancia y dejando que sean los materiales nobles (lo dicho: algodón y lana) los que hablen por sí mismos.
Sus colección de verano recuerda mucho a Sonia Rikyel y a los mejores momentos de Alice+Olivia (no cuando les da por ponerse en plan darks-hortera) y, como en verano el frío les da una tregua hasta a los belgas, el color baja revoluciones y en este caso apuesta por los pasteles más dulces y llevables. Una firma colorista que es pura Vitamina C para nuestros ojos y nuestro armario, y que ya se ha convertido en uno de los grandes descubrimientos de este año.