El inconfundible universo del artista Aitor Saraiba desembarca en la marca de joyería de autor Kuraga con una colección repleta de símbolos oscuros.
[dropcap]H[/dropcap]a llegado un punto en el que hay diversos artistas a los que los compartimentos, los cajones, las etiquetas y las disciplinas se les quedan pequeños. Tomemos como ejemplo a Aitor Saraiba, inicialmente conocido por su estilo de ilustración surgido de las entrañas, por su imaginario donde la dulzura más naif es capaz de sobrevivir en un nido de serpientes de brillante piel de escamas negras. No es de extrañar, entonces, que Saraiba acabara convirtiéndose en un artista multidisciplinar, en un colono de otras áreas en las que ese mencionado imaginario buscara nuevos hogares, nuevos nidos de serpientes.
Cómic, literatura, fotografía, cerámica… Múltiples han sido los territorios inéditos que este colono de chupa de cuero ha conquistado con su imaginación y con su particular estilo. Y la moda, evidentemente, no podía mostrarse ajena al genio de Saraiba, quien recientemente realizó una colección de sudaderas para Bendito Estilo y que ahora riza el rizo poniendo su pezuña de pelo negro sobre Kuraga, la firma de joyería de autor creada por Vanesa Serrano. Si la primera colección de Kuraga fue Khepri, una celebración del Dios egipcio del Sol, resulta totalmente natural que la nueva apuesta de la marca sea precisamente hacia el universo de símbolos atávicos de Aitor Saraiba.
Es esta una colección que busca ser contundente, por lo que el material predominante es un sólido latón que se forja para dar forma a animales oscuros en los que late un fuerte sentimiento de libertad. Trantándose de Aitor Saraiba, además, era inevitable que otras áreas de interés contaminaran a la de la joyería, así que no es difícil rastrear en esta nueva colección de Kuraga las huellas de otros intereses del artista como la música, la estética heavy metal, el cine de David Lynch o el concepto de tribu urbana y su inevitable uniforme. Ya está: Saraiba ya ha practicado la joyería como quien baila en un akelarre hasta vislumbrar un mundo más allá de las sombras. ¿Cuál será su próxima frontera?