Hidrogenesse presentaron «Roma» en la sala Apolo de Barcelona con uno de esos conciertos en los que durante hora y media no deseas estar en ningún otro lugar…
Cuando con seis años tuve que elegir mi primer Pokemon en el famoso juego creí que la vida nunca me depararía otra vez una decisión tan desgarradora. Cuando hace dos años me tocó elegir mi futuro entre mil apetecibles carreras me dije “Vale, esto es lo máximo. Puede que la vida me depare alguna que otra decisión difícil, pero nunca llegará a estos niveles”. Pobre e inocente ilusa. ¿Cómo podía imaginar yo que un fatídico día el destino elegiría que Los Ganglios y Los Punsetes tocasen en Barcelona la misma maldita noche que Hidrogenesse? Habría preferido tener que decidir si salvar antes a mi padre o a mi madre en un incendio pero, en vez de morirme de desesperación, acabé decantándome finalmente por estos últimos: al fin y al cabo, nunca había visto a ninguno de los tres grupos, pero Los Punsetes nos visitarán en el Primavera Sound y no tiene mucho sentido ver a Los Ganglios sin antes haber visto a sus padres catalanes.
Con esto claro, creo que no podría haber tomado decisión mejor… Y es que “alucinante” para describir lo de Hidrogenesse el pasado viernes 27 de febrero en la sala Apolo es poco, señores. Carlos Ballesteros y Genís Segarra ofrecieron al público barcelonés uno de esos mágicos y cada vez menos frecuentes momentos musicales en los que no deseas estar en ningún otro sitio que en el que estás. Las condiciones, cabe decir, eran más que propicias: una temporadita larga sin actuar en la Ciudad Condal, un nuevo discazo -“Roma” (Austrohúngaro, 2015)- bajo el brazo y entradas agotadas. Un éxito casi asegurado, pero aun así la excéntrica pareja se encargó de sorprendernos más de una vez a lo largo de la noche empezando por sus atuendos, que nos regalaron un Genís enfundado en una especie de mono color carne y unos stilettos, y un Carlos a medio camino entre Super Mario y un ladrillo.
A partir de una esperable pero correcta primera “Siglo XIX”, la pareja supo llevar al público exactamente por dónde quería. De la mano de sus sintetizadores, proyecciones extrañas y pequeñas interacciones con el público entre canción y canción, Hidrogenesse nos hicieron bailar, corear, admirar en silencio sobrecogidos por la emoción o hasta reír (y mucho). Así, temas sacados principalmente de su último trabajo como “Elizabeth Taylor” o “Dos Tontos Muy Tontos” fueron llenando la sala de energía junto a otros inolvidables hits de su carrera tales como “Caballos y Ponis” o “Eres PC Eres Mac”. Un vigoroso repertorio que estalló con una arrolladora y sorprendente “Cristopher” en la que Carlos y Genís se lanzaron en una fantástica (sobre)actuación de Alan Turing (ojalá Benedict Cumberbatch hubiera estado presente para decirle “mira y aprende, pavo”) y Christopher Morcom que sumergió al público en unos incontenibles “Oooooooh ¡Cristopher!” gritados a todo pulmón. A partir de allí, todo fue para arriba con momentazos como el de “That International Rumor”, el de una “Disfraz de Tigre” (pregunta: ¿cuándo dejará la gente de disfrazarse de tigre en un concierto de Hidrogenesse?) que convirtió la sala entera en un amasijo de cabecicas brincando inconteniblemente, o el de toda la sala contoneándose a ritmo de la sugestiva “El Hombre de Barro”.
Pero como decíamos antes, el dúo nos zarandeó totalmente a su voluntad: las melancólicas notas de “A-68” empezaron a sonar y el público se sumergió en hipnóticos y silenciosos bailes. Y cuando creías que no podías sentirte más empapado en olas de sensaciones, sonidos y emociones, van Hidrogenesse y te disparan directamente al corazón uno de los mejores temas de su último trabajo, “Escolta La Tempesta”: “Dins de la tempesta puedes desaparecer, te olvidas de ti mismo, ya no hi ha res més”, cantaba Carlos Segarra más apropiado que nunca, porque eso es exactamente lo que consiguió el dúo en ese instante: hacer que el resto del mundo se desvaneciera bajo nuestros pies y ojos, que la sala Apolo se convirtiera en el centro del universo y que durante unos minutos no existiera nada más que la música.
Tras una breve pausa, la pareja reapareció sobre el escenario para deleitarnos con un bis en el que sonaron “Vuelve Conmigo a Italia” y la mejor canción con la que este conciertazo podría haber acabado, “Aquí y Ahora”, tema que cierra también su último disco. En unos seis minutos, Hidrogenesse consiguieron sintetizar en directo la sensación general que conduce todo “Roma”, aquella extraña y fascinante comunión entre un momento tan efímero como una sucesión de notas que se pierden entre las paredes de una habitación y la sensación de infinito que se apodera de ti cuando vives algo como lo que ellos hicieron el viernes. Quizás Roma, y todo junto a ella, esté solamente en nuestra cabeza. Quizás toda la hora y pico que duró el concierto no fuera más que un hábil juego de humor, máscaras, bailes y sonidos. O quizás, eso es lo realmente auténtico y las falsas convenciones que Hidrogenesse destripan con inteligencia y humor en sus canciones son lo que sólo existe en nuestra cabeza. [FOTOS: Luna Vuu]