Aun recuerdo el escepticismo con el que asistí hace ya algunos años a la proyección de la ultima versión cinematográfica de “Orgullo y Prejuicio”. Debo reconocer que nunca he sido demasiado amigo de las películas de época, y las pocas veces que he intentado enfrentarme a una novela de Jane Austen he sufrido toda suerte de migrañas. A pesar de ello y para mi sorpresa, fue uno de los placeres mas gratificantes y recomendables que tuve aquel año 2005 en una sala de cine, lo cual me llevo enseguida a apuntar el nombre de su director Joe Wright y a acreditarle desde ese momento como a uno de los cineastas que mas iban a despuntar en los próximos años. Wright supo condensar las casi cuatrocientas páginas del libro de Austen en poco mas de dos horas de metraje para narrarnos las aventuras amorosas de la hijas de la familia Bennet en la Inglaterra del siglo XIX. Con “Orgullo y Prejuicio«, el director demostró una gran habilidad para dirigir actores y estableció algunos de los recursos cinematográficos que le acompañarían en sus posteriores obras, como el rodaje de largos planos secuencia para condensar en una sola toma varias de las escenas o su pasión por filmar en entornos naturales abiertos. Así como el contar en todas sus obras con personajes femeninos complejos y de carácter firme.
En su siguiente película, “Expiación”, Wright volvió a adaptar a otro novelista británico, Ian McEwan (uno de los mejores escritores de nuestro siglo). Pese a obtener resultados desiguales, la cinta es una buena adaptación de la novela original y cuenta con una excelente primera parte en la que hay que destacar a la joven actriz Saoirse Ronan, que obtuvo una nominación al Oscar como mejor actriz de reparto al interpretar a la pequeña Briony. Las diversas nominaciones a los Oscar obtenidas por «Expiación» hicieron que la industria de Hollywood le echara el ojo a Wright para rodar su siguiente película: «El Solista«. Inspirada en personajes y hechos reales, este film contaba la historia de Steve Lopez, un columnistas de Los Angeles Times, y su relación con Nathaniel Ayers, un mendigo que pose un extraordinario talento para la música. La cinta contó con infinidad de problemas en su preproducción y posproducción, y fue una de las películas que se vio afectada por la separación de Dreamworks y Paramount, las dos compañis que tenían que encargarse de distribuir el film. Estos hechos tuvieron parte de culpa en que la película pasara totalmente desapercibida ya que, al no contar con el dinero suficiente para costear su campaña de promoción, quedo injustamente relegada al olvido. La experiencia de Wright a la hora de trabajar para un gran estudio de Hollywood le dejó totalmente devastado, haciendo que se retirara de nuevo a su Inglaterra natal a la espera de nuevos proyectos…
Para hablar de «Hanna«, debemos empezar hablando de su joven protagonista, Saoirse Ronan, ya que fue ella la que recomendó a Joe Wright a los estudios Focus una vez que estos le enviaron el guión para interpretar a su joven protagonista. La película nos cuenta la historia de la pequeña Hanna, una adolescente que vive en los gélidos bosques de Finlandia junto a su padre, Erik, un ex agente de la CIA. La niña recibe un duro entrenamiento diario por parte de su padre, que tiene como objetivo transformarla en una letal asesina. Cuando esta haya finalizado su entrenamiento, los dos se embarcaran en una peligrosa misión que les llevara a recorrer parte de Europa mientras son perseguidos por la dura agente de la CIA Marissa (Cate Blanchet). El viaje llevara a Hanna a descubrir secretos de su pasado y a explorar su adolescencia ante el mundo hostil que la rodea… Todo esto al ritmo de la música de The Chemical Brothers.
Hay varios aspectos que hacen que esta película sea inusual en la filmografía de Wright, como el hecho de que, sobre todo, nos encontremos anteuna película de acción, terreno en el que el director no tenia ninguna experiencia previa, o el que en esta cinta se haya decidido prescindir de su músico habitual, Dario Marianelli, a favor de los ritmos electrónicos de los mencionados hermanos químicos. El director ha manifestado en varias entrevistas, que el hecho de contar con un gran número de secuencias de acción en su película (hicieron falta hasta cinco coreografos) le aterraba cada mañana antes de pisar el set de rodaje. Ya superados los temores del realizador y vista la película, podemos decir que Wright ha salido totalmente victorioso al rodar las escenas de acción… y que la música de los Chemical funciona.
En los primeros minutos de la cinta, tanto el director como el guionista Seth Lochhead nos introducen perfectamente en el universo de Hanna, arrancando con una magistral secuencia en la que la protagonista da caza a un ciervo en los bosques de Finlandia (algo que servirá como metáfora para la escena final del film). Es también en el inicio de «Hanna» donde asistimos a la rutina diaria de la protagonista y donde se establece la relación que ella mantiene con su padre. Hay que destacar aquí y a lo largo de todo el metraje la gran labor de Paul Tothill como editor del film, quien también ha acompañado a Wright en sus anteriores obras. En esta ocasión, el director ha optado en toda la parte inicial por prescindir totalmente de música, permitiéndonos así introducirnos mejor en el mundo de Hanna, ya que ella, a pesar de conocer el significado de esta, jamas ha escuchado una sola nota musical. No será hasta que la protagonista esté preparada para enfrentarse a la crudeza del mundo cuando la música hará acto de presencia… Se ha puesto un especial esmero en el trabajo del sonido, ya que en varios momentos nosotros somos los oidos de Hanna, al percibir y explorar con ella los nuevos ambientes sonoros por los que se va moviendo la protagonista.
La película mantiene en todo momento el tono de cuento adulto. Sin ser deliberado el que, en cierto momento del film, Hanna visite en Berlín el parque de atracciones abandonado de los hermanos Grimm, ya que su personaje se puede comprender como una versión moderna de la caperucita roja obligada a trazar su propio recorrido por Europa: un camino hacia la madurez que culminara con el enfrentamiento contra la malvada Marissa, una suerte de bruja moderna. Hay que destacar el viaje que la protagonista realiza de Marruecos a España, y la relación que ella establece con la hija de la familia con la que viaj, una devoradora de revistas tipo SuperPop y adicta a las operaciones de cirugia plastica que, al igual que Hanna, vive en una realidad paralela, aunque por razones bien diferentes.
«Hanna» deja varias secuencias para el recuerdo, como toda la parte inicial que hemos apuntado antes, la fuga de la protagonista de una base situada en Marruecos, el memorable plano secuencia en el que la cámara sigue a Eric Bana (que interpreta al padre) mientras este desciende de un autobús y que culmina con una pelea en el interior de una estación de metro, el encuentro entre Bana y Blanchet en casa de esta, o toda la secuencia final del film. Así como todos los momentos en los que aparece en pantalla el personaje de Isaacs, interpretado por el excelente Tom Hollander, con el que The Chemical Brothers se permiten un divertido juego a lo largo de toda la cinta. Es interesante observar cómo Hanna se enfrenta al mundo exterior ya que, a pesar de todas las lecciones que su padre le ha ido impartiendo a lo largo de los años, el único conocimiento que esta ha podido tener ha sido de manual, sin nunca llegar a conocer realmente lo que se le exponía en sus libros de texto (véase aquí la secuencia que tiene lugar en España y la imposibilidad de Hanna al intentar acercarse a un chico).
Como parte negativa, hay que comentar que el guión pierde fuerza en el final del segundo acto y en todo el tercero, que es cuando se nos da a conocer el pasado de Hanna y sus orígenes (los que, por otro lado, ya podemos intuir desde el inicio). Se hace difícil creer la secuencia en la que la protagonista utiliza un ordenador para buscar información acerca de su pasado, cuando ella jamas ha tenido ocasión de manipular ningún aparato electrónico. Tampoco termina de funcionar cómo se resuelve el conflicto existente entre Hanna y su padre, así como algunos de los personajes secundarios como p,or ejemplo, los padres de la familia con los que la protagonista viaja, que representan la familia anhelada de esta pero terminan siendo una mera anécdota en su camino.
Pequeñas fisuras de este cruce hipervitaminado entre la saga de Jason Bourne y la «Nikita» de Luc Besson, que no merman en absoluto una obra de visionado prácticamente obligado para todo espectador que sepa apreciar la maestría que hay tras las imágenes de «Hanna«. Gustara mas o menos, pero hay que reconocer que la sabiduría y el buen hacer de Joe Wright tras las cámaras están al alcance de muy pocos. Ahora solo nos queda esperar para ver la nueva adaptación que el director esta preparando del clásico de León Tolstói “Anna Karenina”, con guión de Tom Stoppard («Brasil«, «El Imperio del Sol«).
[Àlex Aviñó d’Acosta]