¿Ha llegado Guille Milkyway a una nueva cumbre del sonido de La Casa Azul con su nuevo temazo «Nadie Nunca Pudo Volar»? Nosotros decimos que sí…
Así son las cosas: no existe en el mundo un disco que hayamos esperado durante tanto tiempo como el próximo (o no) «La Gran Esfera» (Elefant, 2018) de La Casa Azul. Hace ahora dos años que «Podría Ser Peor» marcó el inicio del camino que debería llevarnos hasta este disco que, según Guille Milkyway, hablará de vivir precisamente en esa gran esfera (mental y emocional) que nos aísla del mundo. Después de aquel single pluscuamperfecto, llegaron otros dos al mismo nivel: «El Momento» y «A T A R A X I A«… Y, ahora, toca vivir el cuarto capítulo de este camino de baldosas amarillas hacia «La Gran Esfera«.
Un cuarto capítulo que tiene nombre propio: «Nunca Nadie Pudo Volar«, que viene a ser uno de los temas más brillantes jamás compuestos por Guille. Al fin y al cabo, como también ha ocurrido en sus últimas canciones, aquí La Casa Azul vuela lejos del formato clásico de la repetición de puente y estribillo hasta el gran final para construir un tema que es único en cada una de sus partes, ya que esas mismas partes brillan con un fulgor extremo y se agotan en sí mismas (ahí está, por ejemplo, ese «tú tú tú tú tú» que es el primero momento en el que «Nunca Nadie Pudo Volar«). De hecho, la canción va transitando por diferentes lugares comunes de La Casa Azul para sublimarlos y llevarlos hasta su extremo, como un sprint final antes de caer rendido.
La canción viene acompañada, además, por un videoclip de Daniel Cuenca que apela a todo aquello que los fans de Milkyway siempre han adorado: un chico diferente, apaleado por la sociedad (y por una especie de sociedad de hombres vestidos de blanco en la línea de «The Leftovers«) al que su madre le da alas -literalmente- para vivir su vida en sus propios términos. ¿Habla de esto la canción? Como siempre ocurre con La Casa Azul, sí y no.
Habla de eso porque tú lo vas a interpretar así, pero lo cierto es que Guille se ha basado en la historia de Franz Reichelt, un sastre franco-austríaco que se lanzó desde la torre Eiffel con un traje volador diseñado por él mismo -e inspirado en los célebres bocetos de Leonardo Da Vinci– el 4 de febrero de 1912. Su voluntad era desafiar a la gravedad y demostrarle al mundo que el hombre podía volar… Aunque acabo cayendo en picado hacia el suelo y muriendo en el mismo instante. Y si esto no acaba de destrozarte el alma junto a todo lo que trae dentro esta maravilla que es «Nunca Nadie Pudo Volar«, es que estás muerto por dentro. Chau.
Más información en el Facebook de La Casa Azul.