La teoría de los seis grados de separación dice que todo está conectado, que a cualquier persona sólo la separa de otra una cadena de conocidos que no tiene más de cinco intermediarios. Con las redes sociales y las nuevas tecnologías, esta teoría cobra aún más sentido (cualquiera de nosotros se ha dado cuenta, no es nada nuevo, amigos). Si esto lo aplicamos a algo más creativo como la música y menos superfluo como el cotilleo, la combinación resulta exitosa o, cuando menos, curiosa. El festival Connexions establece un ciclo de diálogos musicales entre artistas como Josele Santiago & Very Pomelo, Sanjosex & Chicuelo o Guillamino & dÉbruit, estos dos últimos a los que pudimos disfrutar el pasado viernes 16 de noviembre.
Acompañados por Gerard Cantero al bajo y Toni Molina a la batería (electrónica, cómo no), Guillamino y dÉbruit nos ofrecieron, más que un diálogo, un monólogo (cada uno el suyo) con el otro como invitado. Durante todo el concierto era más que evidente si las canciones que estaban tocando en ese momento concreto eran de Guillamino o de dÉbruit, dividiendo el concierto en un esquema que podría resumirse de la siguiente forma: primera parte, Guillamino; segunda parte, dÉbruit; final, Débruit y Guillamino (el único momento en el que pudo verse una conexión real fue cuando tocaron canciones del reciente split «Ball d’Hebron«). Siendo dos artistas de estilos tan parecidos y que se mueven por sonidos de tierras éxoticas de África o Oriente Medio, además de funk y hip hop, cabía esperar que hiciesen un concierto conjunto cogiendo lo mejor del uno y del otro para crear algo nuevo. Y aunque los dos sean unos cracks de la electrónica y el concierto fuese divertido (por lo bailongo) y destilaran talento y precisión en cada canción, a nosotros nos faltó algo. Quizás es que esperábamos otra cosa.
A Guillamino le hemos podido ver muchísimas veces tocando en Barcelona, en el Primavera Sound, en bares como el Fantástico o el Heliogàbal, o en el BAM. Es decir, hemos tenido la oportunidad de catarle mil veces y le hemos visto en mil facetas diferentes. Al que no hemos tenido tanta suerte de ver con tanta frecuencia es al belga dÉbruit, y la verdad es que teníamos ganas… dÉbruit fue la nota más agitada de la noche: temazos rompecaderas como su ya conocido «Nigeria What?» (que repitió en el bis, con un mix diferente) o «Cri«, de su último disco, por citar sólo algunos. Guillamino, en cambio, se alargó en exceso en algunas canciones, en las que hasta recordaba a un predicador de iglesia que ameniza sus misas con gospel.
Pero que no os engañe nuestro haterismo; es que nos gusta quejarnos… Porque ya sabemos que la perfección no existe. Lo pasamos bien, bailamos y tuvimos una buena dosis de flow para el fin de semana, que nunca viene mal.
[FOTOS: AnTruan]