Habrá quien piense que «Guardianes de la Galaxia Vol. 2» es fast-food… Pero más bien te pregunta: ¿quieres que hagamos extra-grande tu menú?
Si algo hay que agradecerle a James Gunn es su dosis de honestidad. Ya en el primer volumen de «Guardianes de la Galaxia» trazaba un plan de acción, un discurso, que pivotaba esencialmente entorno a dos ejes básicos: la espectacularidad y el humor políticamente incorrecto dentro de los márgenes del estándar Marvel, claro está. Un plan que funcionó de maravilla y que sin ningún tipo de complejos vuelve a repetirse en su segunda entrega. El mensaje es claro: si te ofrecen una hamburguesa con queso y te ha gustado, para qué andarse con experimentos cuando vuelves otra vez al mismo restaurante.
Aunque parezca exagerado el símil culinario, la vocación cinematográfica de «Guardianes de la Galaxia Vol. 2» viene a ser algo así como el fast-food del entretenimiento: algo disfrutable, de poca complejidad (aparente) y que busca ante todo agradar sin necesidad de alardes intelectuales de gran nivel. Sin embargo, consciente de que repetir un menú puede acabar por forzar en cierto modo un déjà vu, un eco rutinario, Gunn parece plantearse aquello que habitualmente te preguntan en los garitos de fast-food: «¿quiere usted por un poco más unos aros de cebolla y hacer el menú grande?«. La respuesta, evidentemente, es un claro y rotundo sí.
«Guardianes de la Galaxia Vol. 2» tiene más acción, más espectacularidad, más humor y una búsqueda mucho más clara de una mayor definición de personajes y complejidad en la trama. Algo que cumple de alguna manera los tópicos sobre las secuelas que Wes Craven ya expuso en su momento en «Scream 2«. En este caso, los objetivos se cumplen ampliamente y, sin embargo, hay algo que no acaba de funcionar y que va implícito en el propio concepto de secuela. Se trata de la frescura o, mejor dicho, de la incapacidad de mantener intacta la frescura de la primera entrega (de cualquier primera entrega). El bigger is better, el tratar de compensar la ausencia de sorpresa con un mayor tamaño no siempre es una buena idea, y el caso de «Guardianes de la Galaxia Vol. 2» es una demostración palpable de ello.
Esencialmente, el film insiste en ahondar en los lazos emocionales entre lo miembros del grupo y sus motivaciones sin realmente aportar ninguna novedad relevante, convirtiendo la mayor parte de momentos argumentales en simples “vallles” entre escenas de acción. Como si fuera consciente de ello, Gunn intenta explotar al máximo el clímax final estirándolo innecesariamente a base de ruido y desenfreno visual, cuando quizás una mayor síntesis hubiera bastado para esclarecer conceptos y finalizar el producto de una manera más concisa y sólida.
¿Significa todo lo dicho que «Guardianes de la Galaxia Vol. 2» es un film fallido? Ni mucho menos. En realidad, estos problemas, como comentábamos, parece consustanciales a su propia esencia y se manifiestan a través de una reflexión a posteriori que no empaña en absoluto las virtudes que la película atesora. Diversión a raudales, vigorosidad filigranera en los movimientos de cámara, personajes bien construidos, con química de sobras entre ellos, un reparto de protagonismo justamente repartido y (otra vez) una selección musical tan impecable como pegadiza (aunque nuestra debilidad de fans esté con Baby Groot) hacen del film uno de los artefactos más gozosos y disfrutables de los últimos tiempos.
«Guardianes de la Galaxia Vol. 2» funciona a las mil maravillas porque jamás traiciona su espíritu de space opera gamberra, ese mismo espíritu que rinde homenaje a cientos de productos de serie B espaciales pero manteniendo su personalidad propia. Un film, pues, que otorga sentido completo a aquello de cine palomitero demostrando a su vez que semejante etiqueta no debería ser usada como algo descalificante… Y mucho menos ante espectáculos tan gratificantes como este. [Más información en el Facebook de «Guardianes de la Galaxia Vol. 2»]