Esta reseña se atreve a protestar porque «Guardianes de la Galaxia vol. 3» va de la heterosexualidad robándole (otra vez) a la comunidad queer. Esta vez, el concepto de familia elegida.
«Guardianes de la Galaxia vol. 3» acaba de echar el cierre a la que probable y justificadamente sea la saga favorita de los fans en todo el Universo Cinematográfico Marvel. Y eso significa que no existe mejor momento para echar la vista, coger perspectiva, recapitular, analizar… y sacar conclusiones de las tres entregas que arrancaron de forma espectacular con la primera «Guardianes de la Galaxia» en el año 2014. Dicho de otra forma, básicamente, lo que toca es preguntar «¿de qué carajo ha ido esto?».
Eso sí, antes de seguir, es necesario que aclare una cosa: el titular que encabeza esta reseña no es click bait, pero digamos que es solo la primera parte de la reflexión a la que pretendo llegar con esta reseña. Una reseña que, por otra parte, ni quiere ni debe deslucir los logros de esta tercera entrega de la saga dirigida nuevamente por un James Gunn que ya ha confirmado que esto es un punto y final y que no existirá un volumen 4. Él dice que porque la trama no da para más, pero todos sabemos que en parte es porque Gunn va a estar ocupadito como codirector ejecutivo del Capítulo 1 de la nueva era del Universo Cinematográfico DC. Ahí es nada.
Pero lo que venía diciendo: que el titular salsero no empaña para nada los logros de «Guardianes de la Galaxia vol. 3» como unidad de sentido en sí misma y como parte de una trilogía destinada a pasar a la historia. Y es que, por mucho que el significado último del film resida en su condición de cierre al argumento sostenido en las dos entregas anteriores, también hay que reconocer que un espectador que no haya visto los dos volúmenes previos puede entrar directamente en este tercero y gozarlo como si no hubiera un mañana.
Su trama autoconclusiva es una apología a la conciencia animal encapsulada en un homenaje al cine familiar de aventuras que asentó sus bases emocionales en los 80, pero con el vértigo narrativo y el músculo audiovisual de los blockbusters que cayeron como bombas en la industria del cine a partir de los 90. No hace falta conocer el pasado de los personajes porque, al fin y al cabo, son puros arquetipos con los que resulta fácil conectar: el huérfano cuya mayor aventura es la búsqueda de sí mismo, la tipa dura a la que se le va derritiendo el corazón poco a poco, el héroe silencioso, el anti-héroe que esconde una gran tristeza bajo su chorreo de humor continuo…
Gunn estructura «Guardianes de la Galaxia vol. 3» como una serie de mastodónticos set-pieces que detienen y alargan el tiempo a la vez que hacen avanzar la trama. Son escenas impecables como la triste apertura con «Creep» de Radiohead, la visita a la nave de carne (con guardias en trajes de carne), el plano secuencia del supergrupo repartiendo estopa en un pasillo, el cataclismo en la Tierra paralela o el grand finale con rescate de animalitos incluido. Una experiencia multi-sensorial de colores saturados e inputs sonoros ante los que hay que quitarse el sombrero.
Sobre todo porque, además de disfrutarlas como unidad de sentido en sí misma, la película se goza en lo que tiene de continuidad con las grandes constantes de la saga de James Gunn: el despliegue de personajes carismáticos (a los que se suman nuevos caracteres como Cosmo o Warlock), el musicón y, sobre todo, esos diálogos descacharrantes cuya comicidad nace precisamente del contraste entre las referencias culturales de Star-Lord y el absoluto desconocimiento de estas mismas por parte del resto de Guardianes.
Ah, y claro, también está la constante absoluta: la gran temática que la saga ha ido construyendo desde su primera entrega. Y esa temática no es otra que la familia elegida. La cosa va tal que así: Peter Quill pierde a su madre siendo un niño y es secuestrado por unos piratas espaciales que lo adoptan y lo adiestran en el arte del pillaje cósmico. Más adelante, se junta con una serie de personajes que son tan desarraigados y desgastados y parias sociales como él, todo par descubrir que su padre está vivo y que no es precisamente un buen tipo.
Esto viene a reforzar los lazos que tiene tanto con Yondu (el pirata espacial que de repente se revela como su verdadera figura paternal) como con los demás Guardianes. O lo que es lo mismo: Peter Quill ha encontrado a su familia elegida, y cada nueva entrega le reafirma más en esta elección. Sobre todo en este tercer volumen cuya conclusión está clara (spoiler alert!): puede que el grupo se separe y que Quill pase una temporada con su familia perdida de la Tierra, pero nadie duda que los destinos de esta familia elegida se volverán a cruzar porque de eso van las familias elegidas, de hacer piña cuando uno de ellos lo necesita. Aunque el que lo necesite sea un mapache con muy mala leche.
Aquí viene cuando yo me pregunto: ¿de qué me suena todo esto? Básicamente, la familia elegida es el gran tema de la ficción LGTBIQ+. Y de la realidad LGTBIQ+ también. Al fin y al cabo, en el mundo real, ser gay o lesbiana puede ser motivo suficiente para que una familia expulse (directa o indirectamente) a uno de sus miembros. Ahí reside la fuerza de esta comunidad: en que en su seno se forman múltiples familias elegidas con las que suplir lo que la familia real ha negado al descastado.
La ficción queer, por lo tanto, aborda este concepto desde el puro realismo. Y, a partir de él, ha extraído verdaderas joyas que van desde la familia surrealista de «Rocky Horror Picture Show» a la documental de «Paris is Burning«. Desde la familia de osos de «Cachorro» a la de drags de «Priscilla: Reina del Desierto«. Desde la familia malrollera de «Los Chicos de la Banda» hasta las familias televisivas de series como «The L World» o «Queer as Folk» Digo más: ¿no es lo de «Queer Eye» la familia elegida que hasta a tu madre le gustaría tener?
Mi primer impulso es afirmar que ya estamos, que «Guardianes de la Galaxia vol. 3» va precisamente de la heterosexualidad robándole de nuevo a la comunidad queer, específicamente el concepto de familia elegida. Este impulso nace de cierta rabia, lo reconozco, al comprobar que el imaginario de la saga está ahí para ser usado (es decir: ¿hola los trajes de los Guardianes cada uno de un color como el arcoíris LGTBIQ+?) pero que James Gunn decide que no hay espacio para lo queer en su plantel de protagonistas.
Entonces llega el momento de matizar, por mucha rabia que me dé. Y es que, haciendo honor a la verdad, tengo que reconocer que la familia elegida no es feudo exclusivo de la comunidad y la cultura LGTBIQ+. Es, de hecho, un tropo que tuvo su primer gran boom en el western del Hollywood clásico, ese género que agrupaba a renegados sociales y que, por mucho que resulte demasiado fácil releer en clave gay, nunca se permitió ni una pequeña fisura en cuanto a su consciencia hipermasculina.
A su vez, el western alimentó de forma constante el cine familiar de los años 80, en el que proliferaron los grupos de niños y adolescentes que se juntan después de haber sido rechazados por la sociedad y que en la nueva unión encuentran la fuerza para afrontar aventuras macro como las de «Los Goonies» o micro como las de «Cuenta Conmigo«. Además, los 80 fue el momento del boom de los superhéroes de cómic, donde también abundan las familias elegidas que van desde lo conservador de «Los Vengadores» o lo disruptivo de «X-Men«. Y, de nuevo, ¿cuántas veces se ha usado la caza de mutantes de «X-Men» como metáfora de la caza al gay de los 80 y los 90 en la era del VIH?
Estamos ante un diálogo de nunca acabar. Todos estos géneros conversan entre ellos de forma transversal por encima de las décadas para ir construyendo el tropo de la familia elegida dentro del canon cultural del siglo XX y del siglo 21. Y eso está bien. Así que, sí, «Guardianes de la Galaxia vol. 3» va de la familia elegida, pero no es del todo correcto afirmar que le roba esta temática a la comunidad LGBTIQ+. Por mucho que me joda.
Aun así, en serio, James Gunn, cariño, ¿tanto te costaba meter algo de discurso queer en tu saga para así acabar de rizar el rizo de su gran temática? ¿No te pareció oportuno sublimar la temática de la saga sumándola a las exploraciones queer en torno a este tema? Todo es siempre mejor con los colores del arcoíris. Deberías saberlo ya [Más información en la web de «Guardianes de la Galaxia vol. 3»]