Dicen que la alfombra roja de los Golden Globes 2015 tiene que ser más informal que la de los Oscars… Pero al final es esquizofrénica y pesadillesca.
[dropcap]T[/dropcap]engo que admitir que nunca he sido muy fan de la alfombra roja de los Globos de Oro… Y lo de esta edición del 2015 no ha hecho nada más que ratificarme en mi percepción. Suele decirse que lo de los Golden Globes es una gala mucho más relajada que los Oscars y que, por lo tanto, el nivel de la etiqueta baja varios puntos por debajo de aquella. Pero, joder, una cosa es bajar varios puntos y otra muy diferente que la alfombra roja acabe convirtiéndose en una especie de versión pesadillesca y esquizofrénica de lo que podremos en mes y medio en los Oscars.
Pesadilla: sólo así puede definirse la concatenación de elecciones destinadas a hacer sangrar los ojos de nosotros los mortales nada acostumbrados a divisar vestidos que parecen cosidos a base de retales de papel albal o tejidos más propios de una pérgola destinada a recoger energía solar. Esquizofrenía: dícese de esa sensación extraña que tienes en un evento en el que los extremos de etiqueta van desde el vestido de noche con cola de novia hasta el chandaleo bling-bling (el chandaleo mal, entiéndanme ustedes, no el chandaleo bien de Krizia Robustella). Así las cosas, en este reino de pesadilla y esquizofrenia, poco interés tiene buscar tendencias o matices… En la alfombra roja de estos Golden Globes 2015 sólo han existido dos categorías en lo que a mujeres y moda respecta: las que sí y las que no. Y, sí, a los hombres los obviamos porque si en los Oscars ya son aburridos, aquí es que casi ni existen.
[dropcap]L[/dropcap]AS QUE SÍ. Si es cierto eso que dicen que los Golden Globes son la versión informal de los Oscars, absolutamente todas las mamarrachas deberían seguir el ejemplo de Emma Stone: dejando de lado la falda y las estridencias, la actriz apostó por un rollo masculino con pantalones de pinzas negros, corsé de brillantes y finísimos zapatos de tacón negros con el empeine descubierto. Todo de Lanvin. Por desgracia, no muchas tuvieron una idea similar (bueno, Lorde sí, pero lo suyo parecía una mala versión del rollo bollo de «Cabaret«)…
Eso no quita que hubiera grandes aciertos como la supremacía del rojo para resaltar cuerpos maduros como los de Viola Davis (con un Donna Karan liso con toques brillantes en los laterales del torso) y Hellen Mirren (con un corte de Dolce & Gabbana mucho más estilizado y con brillantes que le realzaban el busto) o los cortes clásicos que fueron desde la pureza de formas de Felicity Jones (con un vestido esmeralda estrecho y de líneas rectas y duras en la pare superior dando paso a un ostentoso inferior) hasta revisiones más arriesgadas como las de Diane Kruger (sólo esta mujer puede hacer que un vestido plateado de Emilia Wickstead se convierta en un SÍ absoluto) o Jessica Chastain (con un Atelier Versace de pliegues concéntricos en un arriesgado pero acertado marrón dorado).
El clasicismo de drapeados y togas se vio actualizado por la siempre impecable Amy Adams (puede que su Gucci fuera previsible, pero no por ello menos certero) y por Emily Blunt (con un Michael Kors asumiendo riesgos en la parte superior del cuerpo), dejando espacio para sorpresas como las gasas delicadísimas de Anna Kendrick (de Monique Lhullier) o la exhuberancia casi selvática en tonos lilas y blancos de Lupita Nyong’o (en un Giambattista Valli). Una última mención al único hombre que entra en este repaso de la alfombra roja: Matthew McConaughey, con ese look de paleto de barba descuidada que, sin lugar a dudas, va a marcar el ritmo de la próxima temporada en lo que a vello facial se refiere.
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[dropcap]L[/dropcap]AS QUE NO. Las peor vestidas de estos Golden Globes 2015 pueden dividirse en dos subcategorías: las que han sido las peor vestidas por méritos propios y las que, por el contrario, lo han sido por un mero ejercicio de comparación. Las primeras, es decir, aquellas que han mostrado una capacidad genuina y personalísima para cagarla en sus estilismos sin necesidad de copiar los errores de nadie más, estarían dirigidas por la reina absoluta del mal gusto: Jennifer Lopez y ese vestido de Zuhair Murad a medio camino entre una prostituta venida a más, una patinadora sobre hielo y Tormenta de los X-Men (yo diría que la capa sólo puede venir de esta inspiración).
Pero no es la única en currárselo para herir profundamente nuestras córneas: Lena Dunham sigue viniéndose arriba creyendo que entiende de moda y lo único que hace es ponerse cortes muy poco favorecedores como el de Zac Posen (bueno, a ver, que ese corte no favorecería ni a Heidi Klum); yo todavía estoy buscando la figura en 3D que emerja del vestido-horror de Randi Rahm sobre el cuerpo de Uzo Aduba; lo de Salma Hayek, por muy Alexander McQueen que fuera, parecía el envoltorio de un regalo de bodas; la pierna de Jennifer Aniston enfundada en Saint Laurent ya la hemos visto demasiado en galas pasadas; Kate Hudson parecía opositar para hacer de la tipa de Neutrex Futura con un trapo que sólo podía ser Versace; ni el hecho de que esté preñada excusa el horror vacui en forma de mariposas de Chanel que se marcó Keira Knightley; Tina Fey se dejó llevar demasiado por el espíritu de Swarovsky en su elección de un ostentoso Antonio Berardi…
En el apartado de «feo por comparación» no puede dejarse escapar el atentado terrorista by Givenchy Couture de Julianne Moore, que bien podríamos bautizar como «Cariño, he roto aguas» y que sería el reverso oscuro de Lupita Nyong’o; la abominable utilización de los plateados de Calvin Klein por parte de Reese Witherspoon en contraposición a Diane Kruger; la confusión del rollo gasa ideal en Anna Kendrick con el viejunismo prematuro del Valentino de Claire Danes; el look «paquete de regalo» de Lana del Rey podría remitir al de Jessica Chastain si no fuera porque hace pensar que este «paquete de regalo» contiene una fulana barata; el vestido con parte superior en equis blanca de Rosamund Pike no sólo no conseguía superar el recuerdo del de Emily Blunt con su Vera Wang, sino que hacía recordar lo presente que ha estado el rollo transgénero en esta gala… Y hasta aquí puedo leer. Espero que en los Oscars todas hayan aprendido de sus errores. La ilusión es lo último que se pierde.
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