Vale, hay que admitir que «Glow» mola muchísimo… Pero pongamos los puntos sobre las íes: no es la nueva «Stranger Things» ni de coña.
Seguro que ya te has encontrado esta afirmación en cualquiera de tus redes sociales habituales: «Glow» es la «Stranger Things» del año 2017. Al fin y al cabo, parece que desde la propia Netflix ya se han encargado de darle proyección a esta idea… Y muchos son las que han cogido al vuelo la impresión y la han usado ya sea para apoyarla o para cuestionarla. Lo que decía Madonna: da igual si hablan bien o mal de ti, lo importante es que hablen. Y lo cierto es que, como ocurrió en el 2016 con «Stranger Things» en la misma época, este verano parece que no se habla de otra serie que no sea «Glow» (con permiso, claro, de «Juego de Tronos«, que parece empeñada en ser más burraca a cada capítulo precisamente para que no dejemos de hablar de ella nunca).
Así las cosas, hay que hacer la pregunta pertinente: ¿es «Glow» realmente la «Stranger Things» de este verano? Pues sí. Pero no. Realmente no, la verdad. Empecemos analizando lo que tiene a su favor esta serie creada por Liz Flahive y Carly Mensch en la promoción de la cual, sin embargo, ha acabado teniendo más peso el nombre de la productora Jenji Kohan por eso de haber sido la responsable de pelotazos catódicos recientes como «Weeds» u «Orange is the New Black«. Aunque, si hay algo que realmente ha tenido peso en la promoción de «Glow» ha sido precisamente el imaginario ochentero tan «on your face» desde la omnipresencia de los neones fosforitos en sus anuncios hasta la decisión de Netflix de promocionar la serie en nuestro país con el apoyo de Marta Sánchez y Vicky Larraz.
https://youtu.be/EDAo_ttJ2vY
Más allá de estos dos ganchos publicitarios, hay que reconocer que «Glow» se curra a base de bien su estética ochentera: si «Stranger Things» lo hacía recurriendo y remitiendo a todo un conjunto de feel good movies ochenteras presuntamente infantiles, la serie de Flahive y Mensch lo hace partiendo de un programa de wrestling femenino que incluso existió y fue emitido en los 80 bajo el mismo nombre (que resulta tomar las siglas del uber-cheesy «Gorgeous Ladies of Wrestling» -a traducir como «Preciosas Chicas del Wrestling«-). El vestuario es una verdadera maravilla que brilla más todavía con la caracterización de todos y cada uno de los personajes, pero especialmente en el caso del look nerdie de una Alison Brie irreconocible en su afeamiento facial y eternamente enfundada en unos insoportables mom jeans. Los uniformes de los personajes creados para las heroínas tampoco se quedan atrás, tanto por lo colorido de sus caracterizaciones como por su valentía a la hora de cruzar una frontera de corrección política impensable a día de hoy, permitiéndose personajes como la sudamericana Machu Pichu, la terrorista árabe Beirut o la negra que vive de la beneficencia Wellfare Queen.
De hecho, este es precisamente otro de los grandes aciertos de «Glow«: su osadía a la hora de retratar los 80 como lo que fueron, una década en la que la corrección política todavía no se había apoderado de (y tampoco había paralizado) la industria del entretenimiento. Por la serie circulan subtramas realmente sorprendentes que, sin embargo, se abordan de forma mucho más que natural: la protagonista pasa por un aborto y no hay grandes dramas al respecto, y en cierto momento dos luchadoras deciden sorprender al resto con una batalla en la que encarnan a encapuchados miembros del KKK contra dos wrestlers negras… Y no pasa nada. Nada de nada.
Todo esto entronca, a su vez, con el espíritu feminista también muy «on your face» de «Glow«. Al fin y al cabo, Jenji Kohan es específicamente conocida gracias a sus complejos retratos de mujeres empoderadas que quiebran la espina dorsal del heteropatriarcado… En este caso, las protagonistas de «Glow» lo tienen más complicado todavía por eso de que, si ahora mismo nos parece que el heteropatriarcado está bastante salido de madre, imagina en aquellos maravillosos 80 en los que ser mujer todavía significaba ser un ciudadano de segunda categoría. A ese respecto, la serie de Flahive y Mensch consigue encarar el machismo con humor, pero sin tregua.
Los logros de las protagonistas son magníficos: «Glow» (el programa de televisión) quiere triunfar en un mundo de hombres, el del wrestling catódico… Y lo mejor de todo es que al final acaba haciéndolo en sus propios términos. Unos términos que evidentemente, tienen mucho de feministas. Bueno, lo tienen «de puertas hacia fuera», porque los tiempos en los que se encuadra la historia son los que son, de tal forma que nada se puede hacer para que no triunfe al final la visión del director de la serie basada en historias clicheteras y obscenamente simples como «la yanki vs. la rusa«. Donde triunfa el feminismo es entre bambalinas, que es precisamente donde la protagonista va a acabar empoderándose sin necesidad de encarnar a una heroína sino precisamente a una villana, donde una actriz puede tener sexo con su realizador sin pedirle nada a cambio o donde la madre de un bebé puede acabar imponiéndose sobre un marido machista empeñado en minimizar los logros laborales de su mujer para que así se quede en casita cuidando del churumbel.
Aun así, y ahora ya entramos en la sección «por qué no nos encontramos ante la nueva «Stranger Things» ni mucho menos«, hay que reconocer que este hook feminista también puede acabar jugando en contra de «Glow«… Al fin y al cabo, a «Stranger Things» ya se le criticó que se le veían demasiado las costuras a la hora de jugar sus cartas ochenteras, y eso es algo que se repite en «Glow» tanto en el feminismo como en el imaginario ochentero (y no porque no aparezca correctamente representado, sino sobre todo porque ya basta un poco de productos creados al milímetro en los laboratorios de genética catódica, ¿no?).
Hace unos meses, a Netflix ya se le vio el plumero del feminismo en su desembarco en España. En aquel momento, parecía que el gigante de streaming se había hecho muy en serio la siguiente pregunta: si ya tenemos ciertos públicos fidelizados, ¿qué tipo de subscriptor es el que nos falta? Y ese tipo de subscriptor era ni más ni menos que el femenino. Así pareció nacer «Las Chicas del Cable«… Y algo parecido pero en una transposición yanqui parece haber ocurrido con «Glow«, serie a la que se le puede criticar su voluntad demasiado evidente de enganchar a todas esas espectadoras con ansia de ficción que las empodere, a poder ser con un amplio componente estético con el que dejarse fascinar (¿e imitar potencialmente?). Pero ¿a toda costa? ¿No podrían haber unos personajes masculinos que tuvieran un mayor papel que el de servir de contrapunto y de espoleta de la explosión feminista?
A Netflix no les funcionó con la ya cancelada (y ostentosamente insoportable) «Girlboss«, pero con «Glow» ha sonado la flauta. Ha sonado con menos fuerza que con «Stranger Things«… Pero es que no a todas las series se les puede pedir una cualidad icónica tan poderosa como a la serie que ya ha inmortalizado a Once y compañía. Eso sí: la primera temporada de la serie de Flahive y Mensch tiene toda la pinta de ser poco más que un prólogo de todo lo que vendrá detrás. Así que ¿quién sabe? A lo mejor con dos temporadas más se giran las tornas y la serie que acaba pasando a la historia es precisamente «Glow«. [Más información en el Facebook de «Glow»]
https://youtu.be/wC7i1K6cYac