La de Sandrine Revel no es una biografía clásica que explique todo sobre la vida de Glenn Gould… Es mucho mejor: es un retrato puramente humano.
Cuando ya hace tiempo que un género alcanzó su esplendor, lo interesante empiezan a ser sus variantes. Eso es algo que, por ejemplo, se ha podido observar perfectamente en el cine, particularmente en un género que resultará más que interesante tomar en consideración aquí y ahora: el biopic. Puede que las primeras biografías cinematográficas buscaran la verosimilitud por encima de todo, ya fuera partiendo de la ficción o del documental. Pero, a día de hoy, el biopic busca sus propias variaciones para no perderse en el aburrimiento: hay falsos biopics, documentales biográficos que se alejan de la biografía y prefieren retratar emociones, producciones arties que intentan transmitir a través del audiovisual lo que el biografiado transmitió en su propio medio (fuera este el que fuera)… Hay de todo para todos.
Y puede que la novela gráfica sea un arte mucho más joven que el cine, pero bien podemos decir que, en su interior, el género biográfico hace tiempo que llegó a su cenit y que, precisamente por eso, empezamos a necesitar variaciones. Siendo la autobiografía uno de los géneros más cultivados en la novela gráfica de las últimas décadas, no es de extrañar que haga tiempo que encontró sus variaciones… Ahora bien, la biografía (ajena) es algo que en el mundo del cómic siempre se ha practicado con un exceso de engolamiento, con una intención extrema de colmar las expectativas informativas del lector y de resultar lo más verosímil posible a la hora de encerrar en viñetas las experiencias del biografiado.
Así las cosas, mucho cuidado con «Glenn Gould. Una Vida a Contratiempo» de Sandrine Revel, porque es una biografía que derriba dulcemente los muros de contención del género y se dedica a expandirse hacia territorios inéditos e infinitamente estimulantes. Antes de nada, está lo deliciosamente rocambolesco del acto: una novela gráfica que juega a ser una autobiografía pero que en verdad es un retrato de un arte imposible de ser representado sobre el papel. Es decir: la música.
No es de extrañar, entonces, que la novela gráfica de Revel contenga su primera lección magistral de belleza pura y dura en su estructura. Lejos de la linealidad cronológica que vendría a ser el mejor aliado para las biografías clásicas, la autora parte del derrame que acabaría conduciéndole a la muerte para dar sentido a la no-estructura de la historia de Glenn Gould. El mismo pianista afirma en un momento de enfermedad que los recuerdos se suceden en su cabeza sin ningún tipo de orden… Y así es como Sandrine Revel expone su existencia: como diferentes nódulos en los que se cruzan los diversos nervios que componen la intrincada red que supone un cerebro dañado.
Algunos de esos recuerdos son narrativos, otros son puramente especulares, la mayoría son retazos de emociones inconexas las unas con las otras. Pero absolutamente todos están plasmadas con el trazo bello de Revel, que apuesta por la ilustración de contornos difusos, de colores que se funden los unos sobre los otros, de formas que huyen de la verosimilitud y se acercan al estilo de unos cuentos infantiles de mediados del siglo XX a los que, de repente, se les hubieran inyectado unas buenas jeringas de realidad por un lado y de onirisimo por el otro. La autora puede dedicar varias páginas simplemente para encapsular en una concatenación de viñetas el baile de las manos de Gould sobre el piano, consiguiendo hipnotizar al lector igual que cualquier espectador que haya visto grabaciones del pianista ha quedado hipnotizado alguna vez que otra. Y, a continuación, pasar de esa representación hiperrealista a paisajes nevados poblados de pingüinos.
Lo mejor de todo es que esta biografía de superficie dispersa acaba resultando ser el mejor retrato posible de una figura como la del célebre pianista canadiense. En «Glenn Gould. Una Vida a Contratiempo» están todas las constantes que marcaron su vida: el amor a los animales antes que a las personas, la necesidad de soledad continua, la hipocondría extrema, la necesidad de practicar su arte a su forma aunque eso significara dejar de tocar en directo cuando todo el mundo le pedía que hiciera eso precisamente, su afición a los fármacos y a la autodiagnosis, la compleja relación con unos padres sobreprotectores, la omnipresencia de su representante…
Si quieres una biografía de Glenn Gould, busca algún libro. Si quieres conocer al Glenn Gould de verdad, al ser humano con sus luces y sombras, sus complejidades y sus delirios, entonces apuesta por la novela gráfica de Sandrine Revel. [Más información en la web de Astiberri]