«Ghost of Tsushima» no es «el último gran título de esta generación de consolas»: es un verdadero refinamiento del concepto «juego infinito».
Me ha llevado un poco más de 70 horas acabarme «Ghost of Tsushima«. Y mira que le pregunté a un buen amigo cuánto había tardado él en pasárselo y me respondió que, nada, unas 30 o 35 horas. Pero no más. Así que ahí me puse yo, pensando que me iba a encontrar con una experiencia rapidita… Y, de repente, me vi totalmente hasta las trancas en un complejo mundo abierto que, mirara hacia donde mirara, no se acababa. El mapa no se acababa. La historia no se acababa. Las posibilidades no se acababan.
Porque resulta que «Ghost of Tsushima» está aquí para refinar y perfeccionar algo que en los últimos años estamos viendo con mayor frecuencia: el concepto de «juego infinito» que, de alguna forma u otra, instauró entre nosotros el «GTA V«. Por «juego infinito» me refiero a ese juego que propone un mundo abierto en el que te puedes pasar horas y horas saltando de misión secundaria en misión secundaria sin acordarte de que la misión principal es la que importa. Ese tipo de juegos con un mapa gigantesco en el que, a veces, decides perderte tan solo por el placer de contemplar el paisaje. Ese que está pensado como experiencia vertical y en profundidad más que horizontal y superficial.
Pero no solo eso. Los nuevos «juegos infinitos» son aquellos que no se terminan una vez llegas al final de su historia principal. Son los títulos que, después de los títulos de crédito, te permiten seguir jugando, seguir explorando, seguir completando misiones y mejorando tu personaje y tu arsenal y todo lo que puedas tunear en tu inventario. Son juegos en los que el final es más bien un principio porque, de repente, después de haberte llevado de la manita a través de su mundo, te sueltan y te dejan que hagas lo que te dé la gana.
También son juegos, por último, que además de su Modo Historia, suelen incluir algún tipo de experiencia online que los eternice hasta el infinito y más allá. Si más arriba ponía como ejemplo el «GTA V«, es precisamente por el hecho de que Rockstar ha sabido convertirlo en un «juego infinito» (y en una máquina de hacer dinero infinito también) por la vía de esa jugada magistral llamada «GTA Online«.
Esta vendría a ser la definición de «juego infinito» que se ha ido perfilando en los últimos años. Pero, claro, al ser relativamente nueva, podemos esperar que sea una definición que se vaya puliendo en el futuro próximo… Y ahí es donde entra «Ghost of Tsushima«.
¿De qué va «Ghost of Tsushima»?
Empecemos, sin embargo, por la base del juego. Que no es otra, obviamente, que su modo historia principal. «Ghost of Tsushima» se abre con una épica batalla en el año 1274 en la playa de Komoda, en la isla de Tsushima (que, por cierto, es una isla real que precisamente actúa a modo de «puente» entre Japón y Corea). Los samuráis de la región se enfrentan a los invasores mongoles, que han ocupado la ínsula como primer paso en su pretendida conquista de Japón.
El ejército mongol está comandado por el despiadado Khotun Khan y, ya en esta primera batalla, queda claro que los mongoles siente un desdén absoluto por el camino del honor samurái. Les da igual matar y saquear y usar armas de fuego e incluso atacar por la espalda… Su objetivo es vencer y arrasar, y eso es lo que hacen precisamente en la batalla de Komoda, en la que Jin Sakai, el protagonista del juego, acaba siendo testigo de las sanguinarias técnicas de los mongoles.
Después de que Yuna, una ladrona nipona (y, a partir de aquí, compañera de penurias), salve a un Jin moribundo, lo que te toca es embarcarte en una verdadera odisea para acabar con Khotun Khan y, sobre todo, para impedir que los mongoles conviertan Tsushima en un trampolín hacia la conquista de Japón. Tendrás que buscar nuevos aliados que te ayuden en la lucha contra los mongoles y, para ello, antes tendrás que liberar a tu tío, Ken Shimura (que, de hecho, es el señor feudal de la isla). También tendrás que ir recuperando el terreno de la isla palmo a palmo, no solo acabando con los campamentos mongoles, sino también reconquistando puntos estratégicos para debilitar la invasión.
Pero esto, en verdad, ya tiene más que ver con el gameplay del juego… ¿O es necesario hablar más bien de sus múltiples gameplays?
Gameplay «todo en uno»
Y es que, a la hora de analizar «Ghost of Tsushima«, no puede hablarse de «su gameplay» sino más bien de un gameplay «todo en uno»: de toda una serie de múltiples gameplays que, de hecho, refuerzan la sensación de que nos encontramos ante un «juego infinito». Para empezar, está el tema de la reconquista: el mapa de Tsushima se divide en tres grandes zonas, y cada una de ellas tiene un conjunto de asentamientos mongoles. El juego te anima a que acabes con absolutamente todos esos asentamientos para liberar completamente la isla. Y, aunque eso no es necesario para avanzar en el juego, ¿quién se puede resistir a ser lo más completista posible?
Además, liberar una zona al completo hará que podamos ver su mapa al completo. Antes, sin embargo, el mapa solo irá revelando las zonas en las que hayamos estado. Aquí entra, además, otro incentivo al completismo: repartidos por todo el mapa hay todo un conjunto de baños termales (que nos premiarán con mayor «concentración»), Santuarios de Inari (a los que llegaremos persiguiendo a los zorros sagrados que iremos encontrando por el camino), Santuarios Sintoístas (de difícil acceso), pilares del honor (con mejoras cosméticas para nuestra ropa y armas), puntos para componer haikus y cementerios (en los que podremos encontrar grillos que nos enseñarán canciones que, tocadas en nuestra flauta, nos permitirán cambiar el clima de la isla).
Lo interesante es que seguir al viento (literalmente, ya que el viento es el que te guía hacia tus objetivos) y completar todos estos lugares es beneficioso para la evolución del propio personaje: visitarlos nos premiará con mejoras directas o indirectas (en forma de tintes para el equipamiento o talismanes con los que mejorar nuestras habilidades). Y no solo eso: los Santuarios Sintoístas, por ejemplo, introducen un gameplay muy «Uncharted» de saltar de cornisa en cornisa que, además de espectacular y divertido, también será de ayuda para mejorar tu control sobre las habilidades de Jin como Fantasma.
Porque aquí entra el Fantasma, del que todavía no he hablado. Ante un enemigo con tan poco honor como el ejército mongol, Jin Sakai toma una difícil decisión: apartarse del código samurái y buscar rutas alternativas, a veces poco honorables. Esto hace que, por un lado, su tío cada vez desconfíe más y más de él (algo que tendrá mucho peso en la historia). Pero sobre todo, hace que entre el pueblo nipón vaya creciendo la leyenda del Fantasma de Tsushima… Y, de hecho, algo que borda «Ghost of Tsushima» es conseguir obsesionar al jugador con la construcción de esta leyenda. A medida que se completan misiones, no solo se obtienen puntos para ir mejorando habilidades y técnicas de combate, sino que también va aumentando tu propia leyenda hasta que, tras pasar por diferentes «nombres», por fin te conviertes en el Fantasma de Tsushima. De pleno derecho.
Por el camino, eso sí, te encontrarás con las mencionadas misiones, que están pensadas para ser enfrentadas de formas realmente diferentes. Hay campamentos mongoles que puedes ventilarte al modo samurái: entrando de forma frontal y enfrentándote a todos los enemigos cara a cara. Otros asentamientos requieren estrategias más complejas para salvar a prisioneros, por ejemplo, y por lo tanto deberás actuar menos como samurái y más como Fantasma, dándole caña al sigilo y matando pasando desapercibido. También hay misiones en las que deberemos ayudar a habitantes de la isla a resolver sus conflictos, que a veces tienen que ver con los mongoles y otras veces tiene que ver más bien con que mala gente hay en todos lados.
A este respecto, no hay ni un segundo para el aburrimiento en «Ghost of Tsushima«, que propone el trenzado de múltiples gameplays que no te dejan detenerte a respirar. Hay veces que estarás repartiendo estopa al modo samurái (para lo que ayudan las diferentes técnicas o «posturas» que irás aprendiendo). Otras veces le darás al sigilo. O estarás persiguiendo zorros. O haciendo el Nathan Drake de la vida en un Santuario Sintoísta. O, directamente, estarás vagando por la isla de Tsushima viendo cómo el viento moldea el entorno. Gozando los alucinantes paisajes y las variadas ecosferas que invitan a perderse y dejarse abrumar por la belleza del entorno.
Un «juego infinito» en versión pulida
Todo lo dicho hasta el momento ya pone sobre la mesa una experiencia de «juego infinito» bastante perfilada. Porque ni que decir tiene que, una vez acabas con Khotun Khan, todavía te quedará muchísimo que hacer en la isla de Tsushima. Un pequeño apunte personal: he de reconocer, sin embargo, que «Ghost of Tsushima» es el primer juego de mi historia personal en el que he conseguido mejorar el personaje protagonista al máximo mucho antes de acabar la historia principal. Y, aun así, una vez muerto el Khan, sigo teniendo millones de cosas que quiero dejar zanjadas. Porque, lejos de aburrirte, 70 horas de juego te dejan con ganas de más.
Y no solo eso. Resulta que, hace unas semanas, Sucker Punch liberó una actualización del juego que introducía las «Leyendas«: un modo multijugador online que merece una reseña por sí solo y que te introduce en todo un nuevo (y muy infinito) gameplay. Partiendo del mapa de «Ghost of Tsushima«, este nuevo Modo Leyendas te anima a meterte en una dimensión paralela de pesadilla en la que, junto a tus amigos, completes un sinfín de nuevas misiones.
Este nuevo modo, por cierto, sube bastante el nivel de dificultad… Porque, todo sea dicho, este es un juego largo y profundo, pero bastante fácil. No supone un gran reto y, de hecho, te lo puedes plantear más bien como un paseíllo en el que no preocuparte por que te maten, sino más bien en gozar todo lo que está asaltando tus sentidos. Porque de eso va «Ghost of Tsushima«: de gozar con un «juego infinito» del que da la impresión que solo hemos visto la punta del iceberg. Todo invita a pensar que el Modo Leyendas va a darnos muchas sorpresas y alegrías. Y ahí está lo novedoso: sorpresas y alegrías realmente variadas gracias a sus múltiples gameplays.
Porque muchos han querido ver en este título exclusivo de PS4 «el último gran juego de esta generación»… Pero es que es tan infinito que no puedo evitar pensar que, dentro de tres años, seguiremos jugándolo y hablando de él. Tiempo al tiempo. [Más información en la web de «Ghost of Tsushima»]