Entrevistamos a Gemma O’Brien después de que nos enamorara a su paso por la tienda de Volcom en Barcelona para ilustrar un sorprendente mural.
Amor a primera vista. No puede definirse de otra forma lo que yo (y much@s como yo) sentimos cuando, en medio de un evento al que nos habían invitado desde la tienda de Volcom en Barcelona, Gemma O’Brien se subió a una escalera y se marcó un precioso mural en el que las palabras «True To This» (motto absoluto de la firma en los últimos tiempos) se transformaron en una fantasía bellísima cuyo magnetismo iba mucho más allá de las palabras. Era puro icono gráfico. Y es que, al fin y al cabo, a esto se dedica Gemma O’Brien.
Si todavía no sabes que una de las grandes tendencias en lo que a arte y diseño se refiere es el «lettering» (categoría difícil de traducir a medio camino entre la caligrafía manuscrita y la tipografía de imprenta de toda la vida pero realizada de forma manuscrita), ya va siendo hora de que te enteres. Y de que lo hagas da la mano de una de sus cultivadoras más ilustres: la australiana Gemma O’Brien, que ha hecho del «lettering» una herramienta para llegar a su público de muy diversas formas, a veces con el humor de los juegos de palabras, a veces con el escapismo esteta de la lírica, a veces con el barroquismo bajo el que yacen capas y capas de significado…
Cada obra de O’Brien es diferente, y de eso y de mucho más quiero hablar con ella después de mi flechazo en la tienda barcelonesa de Volcom.
La escritura a mano siempre me ha parecido fascinante porque implica conservar el significado de las palabras escritas pero también busca una representación icónica que la acerca más a las bellas artes. ¿Cómo encuentras el equilibrio entre ambas posturas? Esto es algo que tengo en consideración cada vez que me planteo un nuevo trabajo: el equilibrio entre crear algo que se centre en el significado de las palabras y crear algo que permita al tratamiento ilustrativo convertir esas palabras en algo que sientas la necesidad de «mirar» y no de «leer». Me gusta la idea de crear arte tipográfico, algo que eleve las palabras a la categoría de ilustración. Dicho esto, cada proyecto es diferente y, al principio, en el desarrollo del concepto, intento determinar qué equilibrio es apropiado para crear la obra más exitosa.
La escritura a mano no es la especialidad más habitual ni en el diseño ni en las artes… ¿Cuándo te diste cuenta de que esto era lo que querías hacer? Probablemente fuera en mi segundo año en la Escuela de Diseño cuando realmente me empecé a interesar por la tipografía. Pasé algún tiempo en la imprenta de mi universidad y me enamoré inmediatamente. A partir de entonces, me obsesioné con las letras y empecé a dibujarlas. Esto coincidió con un interés más generalizado en la industria del diseño por las letras hechas a mano, así que empezó a haber una fuerte demanda por un trabajo interesante y nuevo en este campo. Seguí perfeccionando mis habilidades y, llegados a cierto punto, entré en el mundillo de las comisiones comerciales y de los proyectos artísticos.
¿Fue difícil labrarte un camino en Australia? ¿Hay allá algún tipo de escena de la que te sientas parte? En el momento en el que yo empecé, definitivamente no había una escena demasiado grande. Esto hizo que mis inicios fueran difíciles porque no tenía muchos tipógrafos locales en los que inspirarme, aunque al mismo tiempo esta situación creó un marco muy abierto a la experimentación y a las nuevas aproximaciones fuera de la historia y la tradición. Además, Internet permitió una gran visibilidad a una plétora de increíbles artistas y tipógrafos de todo el mundo que podían inspirar nuevas direcciones en mi trabajo. En los últimos seis o siete años, sin embargo, las cosas han cambiado drásticamente y hay una vibrante escena tipógrafa en Australia: hay muchos artistas creando trabajos muy interesantes tanto en el campo comercial como en la escena de arte contemporáneo, además de una gran variedad de clases y talleres.
¿Y de la escena mundial? ¿Te sientes cercana a algún otro artista o escena? Gracias a Instagram, me siento muy bien conectada con la comunidad tipógrafa internacional. He conocido a muchos de los artistas que me gustan gracias a las redes sociales, como Alex Trochut, Alex Taieb, Martina Floor y muchos más. Hay muchos trabajos increíbles ahí fuera y una comunidad muy acogedora que alienta e impulsa a los artistas en todo el mundo a que sigan mejorando su obra.
Si tuvieras que mencionar únicamente a tres artistas que te hayan influido especialmente, ¿a quién elegirías? El trabajo caligráfico de Luca Barcellona fue decisivo en mis inicios para animarme a coger los lápices y la tinta. Jessica Hische era la reina de la tipografía en el momento en el que yo estaba acabando la universidad, así que su trabajo definitivamente ha influido en el mío. Y, en términos de aproximación ilustrativa a la tipografía los que mayor impacto han tenido en mi han sido Alex Trochut y el estudio ilovedust.
Teniendo en cuenta que yo soy de Barcelona, tengo que preguntarte directamente: ¿qué piensas del trabajo de Alex Trochut? Bueno, ya has visto que lo he mencionado dos veces en esta entrevista… ¡Es un gurú! Adoro su trabajo y tuve la suerte de conocerlo en Nueva York el año pasado. Siempre estoy pendiente para ver qué se saca de la manga.
¿De dónde sacaste una idea tan loca como la de tu Spew Bag Challenge? La verdad es que ocurrió por accidente. Estaba aburrida en un vuelo de hace dos años y decidí dibujar un juego de palabras sobre vómito en una bolsa para el mareo. A partir de entonces, he ilustrado un nuevo juego de palabras sobre una bolsa para el mareo en cada vuelo que he hecho. Después de haber creado cinco o seis, me di cuenta de que estaba teniendo mucho éxito en Instagram, así que creé el hashtag #spewbagchallenge y animé a mis seguidores a crear sus propias obras siguiendo este juego. Creo que ahora mismo rondan las 700 entradas en Instagram con este hashtag. Hice una expo con todas las bolsas y se pueden ver online en spewbagchallenge.tumblr.com.
Encuentro todo esto muy interesante por un motivo básico: los juegos de palabras. A la gente le encantan los juegos de palabras, pero tú los llevas más allá al añadir una referencia visual a esas mismas palabras. ¿Cómo reacciona el público ante esta aproximación arty a los juegos de palabras? Los juegos de palabras siempre han existido, así que supongo que era cuestión de tiempo que evolucionaran hacia algo visual. Este proyecto es probablemente uno de mis mayores éxitos, así que es de suponer que la combinación de arte y humor es muy bien recibida.
Una curiosidad que tengo: ¿escuchas música mientras pintas? ¡Siempre! Hago nuevas playlists todo el rato dependiendo de mi estado de ánimo. Una banda que siempre va a «favoritos» es These Days, pero tampoco me puedo resistir a Nico, Kurt Vile, The National o Real Estate. Si quieres ver mis playlists, lo puedes hacer en mi usuario de Spotify.
Estás trabajando mucho con Volcom… ¿Qué podemos esperar de esta relación? Ya hace dos años que soy embajadora de Volcom. Hago una combinación de redes sociales, murales, diseño para ropa, talleres y shows artísticos. Es una relación genial y siempre he sentido que la marca esta muy abierta a todo lo creativo, así que eso es perfecto para mi práctica.
¿Qué tal fue esta experiencia de pintar en la tienda de Volcom de Barcelona? Fue alucinante. Me he enamorado de Barcelona: es muy relajada, soleada y creativa. El evento fue una muy buena excusa para conectar con la familia Volcom en Europa y me hace mucha ilusión haber dejado mi marca en la tienda de la ciudad.
¿Y qué es lo que más deseas hacer como embajadora de Volcom pero todavía no has hecho? Creo que aquí hay un gran potencial para colaboraciones creativas. Tengo muchas ganas de pintar toda una pista de skate… Algo así podría ser realmente guay.
Por último: ¿qué es lo siguiente que veremos en el mundo de Gemma O’Brien? Estoy a punto de volver a Sidney después de haber pasado mucho tiempo fuera para dedicarle muchas horas en el estudio a mi exposición en solitario en la galería China Heights, que se inaugurará a finales de julio. Realmente me apetece pasar un buen tiempo dibujando para sorprenderos con un trabajo bien fresco.