Hacia mediados de la década que vino después del efecto 2000, en el mundo de la electrónica se instaló una sensación bastante insidiosa: tras la bonanza burbujeante de los 90, el mencionado decenio se convulsionó en una especie de atrofia generalizada que tuvo su peor expresión en los álbumes preñados de colaboraciones de algunos de los grandes artistas electrónico. Claro que existieron excepciones mucho más que honrosas, como Daft Punk (que prefirieron desaparecer del mapa), pero otros «padres» incontestables como The Chemical Brothers acabaron encarnando a la perfección el epítome de lo dicho más arriba: las colaboraciones en sus álbumes llegó un momento que los engulló por completo. Y eso nunca puede ser bueno.
Si digo todo esto es porque una sensación muy similar a la de aquel momento y aquel marco musical me ha asaltado al ponerme (reiteradamente) ante el debut en largo de Future Brown. Y lo digo sabiendo que «Future Brown» (Warp, 2015) tiene la mayor de las coartadas: los integrantes de este súper grupo (donde convergen los caminos de luminarias como Fatima Al Qadiri, J-Cush y los dos miembros de Ngunzungunzu: Asma Maroof y Daniel Pineda) han dejado bien claro que, más que una carta de presentación de su entente cordiale, este disco pretende convertirse en una especie de telaraña post-geográfica y pana-mundial en la que se reúnan los moscardones mayores de la plana musical internacional. Algo así como convertir en disco todo lo que significa Internet para la música: el fin de las fronteras, las posibilidades infinitas de encuentros en una isla que no es una isla sino una tábula rasa.
Y, sin embargo, para (pretender) ser todo eso, al final resulta que «Future Brown» es aburrido de cojones. Será que ya no se necesita una década para llegar a la atrofia y que este álbum también encarna otro rasgo de Internet: la supremacía de lo fugaz. Una anécdota que no tiene nada que ver con esto pero que, a la vez, lo tiene todo: en uno de los episodios más apoteósicos de la primera temporada de «Rick & Morty«, Rick (algo así como el científico más genial de todos los universos posibles) le dice a su sobrino Morty (un adolescente con menos neuronas que una Kardashian) que si siempre se lo lleva en todas sus aventuras intergalácticas es precisamente porque la estupidez supina del niño actúa de escudo y esconde la genialidad del abuelo, pasando así desapercibido ante los múltiples radares que rastrean su presencia. Pues algo así ocurre en «Future Brown«: aquí hay tanta genialidad junta que al final unos acaban haciendo de escudos de los otros y el resultado no pasa del notable raspado.
En «Future Brown» sobran colaboraciones y faltan canciones memorables. En el acceso de entrada al club selecto de Future Brown firman artistazos como Tink (ojito con esta niña), Maluka (que con colaboraciones como esta nunca superará la alargadísima sombra de «El Tigeraso«) o Kelela, pero en el conjunto no hay ningún tema que resalte por encima de los demás. En mi caso, si tuviera que escoger un corte a punta de pistola, supongo que votaría por «MVP (feat. 3D Na’tee & Tim Vocals)«… Pero ha de constar en acta que es sólo porque va muy a conjunto con mis últimas obsesiones por el trap y el post-hip-hop, no porque sea una canción verdaderamente impactante. «Future Brown» es como un naufragio a cámara lenta en el que todo el mundo te grita para que le ayudes… pero lo único que haces al final es paralizarte debido el pánico de tener que elegir entre una maraña de cabezas y extremidades borrosas entre las que resulta imposible distinguir nada.