Yasusi Inoue va más allá de la figura legendaria del ronin en su libro «Furinkazan (風林火山) La Epopeya del Clan Takeda», editado en España por Sexto Piso.
Es inevitable que, desde Occidente, haya ciertos aspectos de Oriente que tengamos idealizados, recubiertos en una bruma de leyenda y mito casi intocables. Pongamos, por ejemplo, la figura del ronin japonés: ese samuri sin amo ni señor (porque este haya caído en la desgracia de algún modo u otro) que acaba abocado a una vida de vagabundo a la búsqueda de causas por las que luchar. Si nos preguntan a cualquier occidental, los ronin son seres de otro mundo, inquebrantales, más allá del bien y del mal. Algo así como los caballeros andantes medievales antes de que el Quijote dejara al descubierto las grietas de esta figura. Pero resulta que, al igual que hizo Cervantes con el mencionado hidalgo, hay muchas obras que vienen a demostrar que un ronin también podía ser un humano con sus sombras además de sus luces… Y de eso va precisamente «Furinkazan (風林火山) La Epopeya del Clan Takeda» (editada en nuestro país por Sexto Piso) de Yasusi Inoue.
Esta novela está protagonizada por Yamamoto Kansuke, un ronin que además de fuerza bruta tiene inteligencia estratega suficiente como para urdir una trama que le lleve a ser el brazo derecho de Takeda Shinguen, jefe absoluto de uno de los tres clanes que luchaban encarnizadamente por la supremacía de Japón en el siglo XVI. Más allá del caracter romántico y paladinesco del ronin, la pluma sutil y detallista de Inoue consigue mostrar un personaje fascinante por lo que tiene de complejo a la hora de urdir un hermoso pero peligroso laberinto de intrigas y pasiones que le llevará incluso a controlar el corazón de Shinguen. Y todo ello sin necesidad de caer en el lado de la chanza fácil: el autor consigue conservar el aura legendaria del ronin pero, a la vez, demostrar que esta figura es mucho más de lo que nos han hecho creer en Occidente. Una preciosa lección de historia.