Abordamos la figura del escritor Frédéric Beigbeder a partir de las necesarias novelas protagonizadas por Octave Parango: «13,99 Euros» y «Socorro, Perdón».
Si uno cree en la máxima de Javier Marías que define el cinismo como la expresión de la brutalidad en estado puro, Frédéric Beigbeder aparece como un auténtico vándalo literario. Odiado y amado a partes iguales, el francés afirma que un escritor debe correr el riesgo de desnudarse y ser capaz de romper las reglas de lo bien visto por la sociedad. Y no sólo lo afirma, sino que lo cumple a raja tabla.
Usando un lenguaje corrosivo -en una forma de escritura que cierto literato ha calificado de »autoficción prospectiva»-, el escritor galo nos presenta a Octave Parango, su alter ego. A través de las dos novelas que protagoniza el susodicho (»13,99 Euros» y »Socorro, Perdón»), pone sobre la mesa un sinfín de temas actuales comola tiranía de la comunicación moderna y su manipulación generalizada, el mundo publicitario y sus integrantes, la mundialización e imposición de patrones estéticos y morales y, finalmente, el sistema que estructura toda la sociedad de hoy en día: el capitalismo.
13,99 EUROS. »Todo es provisional: el amor, el arte, el planeta Tierra, vosotros, yo (…). Creemos tener tiempo. Y luego, de repente, ya está, nos ahogamos, fin del tiempo reglamentario. La muerte es la única cita que no está anotada en nuestra agenda (..). Todo se compra: el amor, el arte, el planeta Tierra, vosotros, yo. Escribo este libro para que me echen del trabajo. Mi libertad se llama subsidio de desempleo.»
Hay escritores que languidecen al comienzo de sus novelas, que prefieren dar rodeos antes de abordar el tema en cuestión. No es el caso de Beigbeder, que irrumpe siempre a velocidad de vértigo y sin remilgos a la hora de expresar lo que quiere. «13’99 Euros«, feroz crítica al mundo publicitario -traducido al castellano y editado por la editorial Anagrama-, tenía todas las papeletas para haberse quedado en una octavilla o en un pequeño ensayo. El polémico Beigbeder, sin embargo, consiguió marcarse una novela implacable.
Estructurada en seis capítulos titulados con los pronombres personales, el punto de vista va cambiando según avanza la historia… Octave es publicista creativo en una prestigiosa agencia parisina llamada La Rosse & Witchcraft. Egoísta, sarcástico y hedonista, goza de una buena posición tanto social como laboral. Sin embargo, el tipo está amargado con su trabajo, de tal manera que resulta muy representativo el sueño que narra al comienzo de la novela, cuando explica la pesadilla en la que cree ahogarse y no logra pedir auxilio. Metafóricamente, consigue plasmar claramente la imperiosa necesidad de salir del agujero laboral donde se encuentra, a riesgo de no poder mantenerse a flote.
»13’99 Euros» nos traza una espiral de drogas y sexo (dos temas que parecen obsesionar al autor) donde el joven publicista se recrea en esporádicas citas con prostitutas y un consumo abusivo de cocaína (hasta el punto de sangrar por la nariz como un aspersor y verse obligado a ir a rehabilitación.) Podría haberse quedado en una novela normal y corriente si no fuera por lo alarmante, cruel y desgarradora que se va tornando a medida que avanza la historia, llegando a situaciones realmente desagradables como el episodio donde el protagonista tunea el lavabo de su empresa con el líquido de la hemorragia de su nariz, recordándolo como el día en el que bautizó el capitalismo con su propia sangre.
A la vez que narra todo tipo de situaciones disparatadas, Octave nos descubre el mundo de la empresa publicitaria y sus entresijos. Para ello, disecciona sin melindres el trabajo que supone idear y llevar a cabo la campaña de un producto, tratar con los anunciantes o las cantidades millonarias que mueve el sector. Con todo ello logra abrirnos los ojos sobre la forma tan sutil pero estudiada que tienen las compañías para fomentar el consumo, criticando a sus dirigentes y burlándose abiertamente de las reuniones empresariales. Resulta destacable la comparación que hace del Pacto de Munich con la presentación de una campaña de yogur, asegurando que muchas reuniones como esas son las que dan estructura el mundo actual.
Al margen de la feroz crítica a la sociedad de consumo en Occidente, en «13,99 Euros» cabe resaltar la provocación del autor disertando sobre los ciudadanos en condición de consumidores. Dicho de otra forma más personal: me parece admirable la capacidad que tiene Beigbeder de despertar al lector tocándole las narices.
’‘Soy publicista. Soy el tío que os vende mierda. Que os hace soñar con esas cosas que nunca tendréis. Os llevo tres temporadas de ventaja, y siempre me las apaño para que os sintáis frustrados (…). Hacer que se os caiga la baba, ése es mi sacerdocio. En mi profesión, nadie desea vuestra felicidad, porque la gente feliz no consume. Vuestro sufrimiento estimula el comercio (…). Penetrar vuestro cerebro resulta de lo más agradable. Me corro en vuestro hemisferio derecho. »
Lo normal es que cualquiera que lea a este tipo le odie, aunque sea mínimamente. Pero del odio al amor hay un paso, y ese paso queda cerca si uno consigue acabar el libro sin antes haberlo quemado por puro mosqueo. Con »13,99 Euros», Beigbeder reparte a diestro y siniestro, haciendo que nos demos cuenta de hasta qué punto somos títeres de las diversas marcas mundiales. Y no es tanto el desenfrenado consumo lo que nos debería preocupar en condición de ciudadanos, sino sobre todo la dictadura del pensamiento. Lo que Octave Parango viene a decirnos es que no sólo nos toman por tontos, sino que nosotros mismos adoptamos con gusto dicha condición. Estamos tan metidos en la burbuja consumista que creemos gozar de un libre albedrío ilusorio, ya que la publicidad no sólo busca a toda costa implantarnos patrones pre-establecidos sino sobre todo fomentar necesidades absurdas haciendo que creamos que las adoptamos libremente.
»El problema del hombre moderno es que odia aburrirse (…). Sólo el aburrimiento permite disfrutar del presente, pero todo el mundo parece apuntar hacia la dirección contraria: para no aburrirse, los occidentales huyen por mediación de la tele, del teléfono, de Internet, del cine, de los videojuegos (…). Quizás no estemos muertos, pero tampoco puede decirse que estemos vivos.»
Si algo destaca en las novelas de Beigbeder, aparte de la voraz crítica al capitalismo y sus valores, es la forma en la que vive y se relaciona el hombre moderno. El mundo descrito (que no difiere mucho de la realidad) es traicionero, falso, violento y vacío. El suicidio del personaje de Marronier, el abuso de la manipulación o el despiadado círculo empresarial son símbolos de un mundo que se desmorona.
El humor que desprende »13’99 Euros» es el mismo humor que abunda en el resto de las obras de su autor: ese tipo de sarcasmo que provoca sonrisas amargas. El personaje de Octave es la encarnación misma del egoísmo actual al romper su relación con Sophie porque seguir con sus citas con prostitutas es mucho más sencillo que ocuparse de su futuro hijo. Pero este personaje también es la encarnación del cinismo, criticando un mundo del que lleva años beneficiándose y finalmente dejándose arrastrar por el ascenso profesional y conduciéndonos hasta un final de novela sorprendente (obviaré el spoiler)
SOCORRO, PERDÓN. »Socorro, Perdón» rescata, años más tarde, al personaje de Octave Parango. Enmarcada en un vertiginoso Moscú, esta segunda novela conserva muchas raíces de la anterior. A estas alturas, Parango ha dejado ya la publicidad pero sigue ahogado en un mundo donde priman las apariencias y los excesos: ahora es cazatalentos para la agencia Ideal, y su cometido es buscar a la chica más bella de Rusia. Sumergiéndonos en un mundo de excesos donde la belleza, el dinero y el poder se vuelven imprescindibles, nos presenta una disparatada y absorbente novela.
Fabrice Lardreau, periodista del Magazine Littéraire, opinaba hace tiempo que esta era la mejor novela de Beigbeder hasta la fecha, ya que en ella asomaba una seriedad nueva, una melancolía literariamente muy prometedora. No puedo estar más de acuerdo con Lardreau. Narrada en primera persona, »Socorro, Perdón» ya se delata por sí misma en el título. Dedicándosela a sí mismo, el francés ya deja claro uno de sus pilares: la soledad en la era actual. Beigbeder entrelaza dos líneas paralelas: el viaje de su protagonista por Rusia en búsqueda de la susodicha, y el discurso-confesión a Jesucristo. Octave quiere redimir sus pecados mientras se burla abiertamente de la religión, conservando grandes dosis de cinismo.
«Las apariencias no sólo se guardan, sino que son las que mandan (…). Hoy, en el mejor de nuestros mundos, la selección la hace el tiempo: las viejas y las feas son excluidas. La belleza es un juego donde el fuera de juego es frecuente (…). La dictadura de la belleza engendra frustración y la frustración engendra el odio.»
Si en ‘’13’99 Euros’’ se centraba en el mundo publicitario y su manipulación indirecta, con ‘’Socorro, Perdón’’ nos encontramos con un enfoque orientado hacia los patrones estéticos y la belleza que nos imponen los medios. De nuevo, el lector sentirá su rol de marioneta en manos de las grandes empresas, pero esta vez abordado de forma más madura y también más agria. Resulta violenta la dictadura descrita acerca de la búsqueda de la belleza en chicas jóvenes, tanto y de tal forma que los hombres aparecen retratados con tintes de pedófilos y los patrones impuestos asemejándose a la tiranía hitleriana. El amor loco que siente el protagonista por Léna, una niña de catorce años, es un claro ejemplo de la excentricidad que prima en los temas que plantea la novela, donde los sentimientos no tienen cabida y el sexo es una moneda de cambio.
»¿Sabe que en Polonia han construido una discoteca en un antiguo almacén del campo de exterminio de Auschwitz (…)? Un totalitarismo expulsa al otro: la democracia aquí es sólo aparente, hemos entrado en el sistema post- democrático. Para describir el que domina ya el planeta, la palabra no debería ser ya »capitalismo» sino »plutocracia deseísta». Siglos de humanismo europeo han sido pulverizados por una utopía colectivista seguida de una utopía comercial.»
Quizás por estar ambientada en una Rusia descomunal e hipercapitalista, todos los temas planteados y la crítica social que subyace resuenan con el triple de contundencia. En ‘’Socorro, Perdón’’ todo es inmenso, todo es exagerado, todo resulta neurótico. Está todo llevado al límite, desde la atroz competición de los hombres por llevarse a la más bella como si fueran objetos hasta la actitud de las propias mujeres queriendo llevarse al más rico, pasando por la propia crisis existencial de Octave que provoca risas y angustia al mismo tiempo. El personaje -menos joven que en la anterior y más consciente del paso de los años- aparece desencantado soltando perlas como ‘’no estoy seguro de tener un corazón, pero sí un cuerpo que late’’. Aunque persiste el tono cínico y burlón, se entreve una voluntad de purgación, de olvidar el pasado.
BEIGBEDER, ¿BURGUÉS ANTICAPITALISTA? Cabría preguntarse si este francés cínico no es, en el fondo, nada más que un sentimental. Lo que no hace falta cuestionarse es la evidente contradicción que supone que un burgués acomodado como este se dedique a criticar un sistema del que él mismo lleva años beneficiándose. Beigbeder se ha convertido él mismo en un producto de consumo, precisamente lo que él denuncia.
Personalmente, me resulta cómico que un tipo que vive del sistema capitalista, que ha logrado que un mayor número de gente se interese por su persona más que por sus libros, y que destaca como ejemplo de bomba de marketing se dedique a intentar poner por los suelos los valores que él mismo alimenta.
Decía Bernard Pivot, y creo que no hay mejor forma de acabar este artículo, que lo justo era considerarle un bufón divertido y un inteligente escritor. ‘’Siempre divertido y, con cada novela, mejor escritor.’’