Kieran Hebden, aka Four Tet, tiene como hogar discográfico principal la emblemática Domino, que lo acoge con mucho gusto y cuidado desde la publicación de su segundo álbum, “Pause” (Domino, 2001). Pero después de la salida de su última referencia en largo, “There Is Love In You” (Domino, 2010), el británico decidió poner orden en su propia casa, Text: un sello que Hebden fundó hace ya más de diez años para no tener que rendir cuentas a ninguna autoridad ajena, editar lanzamientos de productores ocultos en la trastienda de la electrónica contemporánea y hacer volar con toda la libertad del mundo su inquieta creatividad, concretada en una buena ristra de piezas construidas tanto a solas como bien acompañado por colegas de gremio de orígenes diversos (Burial en “Moth / Wolf Cub” -Text, 2009- y en “Nova” -Text, 2012-; Rocketnumbernine en “Matthew And Toby” -Text, 2010-; Daphni en “Pinnacles / Ye Ye” -Text, 2011-; y de nuevo Burial, a pachas con Thom Yorke, en “Ego / Mirror” -Text, 2011-).
Precisamente, bajo su afamado seudónimo y sin pareja de baile (aunque con varias nuevas influencias aprehendidas en sus rutilantes colaboraciones), el londinense facturó una serie de maxis desde comienzos de 2011 hasta mediados de 2012 que necesitaban ser organizados en un álbum propiamente dicho para que cualquier aficionado a su fino techno de satén e IDM de salón no se perdiera en su busca y captura. Con esa función nació “Pink” (Text, 2012), compendio que reúne esas composiciones convertidas en singles y les suma dos temas inéditos. Es este un álbum que no habría que ver como un simple contenedor sonoro, sino como un gran muestrario de la capacidad de Four Tet de saltar la valla de la sensibilidad artificial de envoltura orgánica que caracterizaba “There Is Love In You” para caer en lo que él interpreta que debería ser la pista de baile perfecta. Un espacio en el que el derecho de admisión se reserva a los ritmos suaves y a las cadencias dulces, sublimando la limpieza de las estructuras utilizadas en el género dance de alto standing.
Los mimbres que manipuló Hebden para elaborar el corpus ya conocido de “Pink” parten del dubstep destilado y libre de asperezas de la exuberante y humeante “Locked”; continúan con el minimalismo deluxe, que se ramifica en un conjunto de compases quebradizos desplegados sobre bases ribeteadas por un refinado sintetizador, una secuenciación sedosa y unos escuetos samples vocales (“Jupiters” y “128 Harps”) y en un golpe 4×4 ascendente que dibuja con precisión milimétrica la órbita de algún planeta lejano (“Ocoras”); y desembocan finalemtne en el tech-house de vieja escuela que evita a toda costa el beat duro y martilleante (“Pyramid” y la jazzy “Pinnacles”).
Por otra parte, los cortes novedosos del lote muestran los polos opuestos de esa dancefloor engalanada por una amplia alfombra roja que Four Tet imagina en su cabeza: de un lado, “Lion” presenta un pulso ágil, dinámico y progresivo, que invita al movimiento elegante; del otro, “Peace For Earth” rebaja el tempo al máximo para flotar a lo largo de sus más de once minutos de duración entre la atmósfera ingrávida propia del ambient que tan sabiamente maneja el británico desde sus inicios. Dos caras de una misma propuesta sintética (que prolongará muy pronto su gran amigo Dan ‘Caribou’ Snaith con el primer LP de su mencionado alias Daphni: “JIAOLONG” -Merge / Jiaolong, 2012-) elaborada con un mimo casi artesanal que actúa como antídoto frente a la brutalidad de la imperante e inútilmente denominada escena EDM (Electronic Dance Music, liderada por elementos como Skrillex, Deadmau5 o Steve Aoki). Ha llegado la hora de que la música de club elitista y exquisita recupere su trono.