A partir de aquí sólo puede ocurrir la desgracia, evidentemente. Y la desgracia consiste, como todo el mundo sabe a esta altura, en que Smaug llega a Erebor dispuesto a quedarse con la Arkenstone y con todas las riquezas acumuladas por los enanos. Que si los enanos tienen complejo de urraca, flipas con el rollito usurero de los dragones. Tras una escena cinemática que explica la llegada del dragón al reino, te encuentras con que ya no te acompaña el encapuchado pero que en tu entourage ahora hay un tipo con un gancho, que siempre viene bien. Lo interesante es que, a partir de este momento, ya no sólo se trata de ir alternando entre los personajes para ir abriéndote camino, sino que aprendes que incluso puedes combinar a dos personajes para conseguir cosas que serían impensables con un único carácter, tal y como romper paredes y otras cosas muy locas (pero no tan locas como las que estás pensando, joder, que esto es un juego para niños). Te abres paso a través del palacio en ruinas y en llamas hasta la sala del tesoro y, una vez allá, acabas topándote por vez primera con un Smaug sensiblemente puteado que empieza a perseguirte en una carrera de huida en la que, oye, también puedes ir recogiendo moneditas… ¡Que se note que eres un enano con complejo de urraca!
Hasta aquí esa intro jugable que sirve para una cosa básica en los juegos de última generación: ponerte los dientes largos al mostrarte cómo será «LEGO: The Hobbit» una vez lleves bastantes horas de experiencia. Por ahora, toca el momento de la palmadita en la espalda: la pantalla de «¡Muy bien! ¡Has superado el primer capítulo!» en la que, además, se muestra qué cantidad del botín total has encontrado (esto se puede convertir en algo realmente vicioso, la verdad, que ya se sabe que cuando uno se propone encontrar todas las moneditas acaba completamente chalado) y en la que vas desbloqueando personajes con los que has jugado o con los que te has encontrado. Aun así, y a sabiendas de que ahora vas a empezar a jugar realmente desde cero, es inevitable ir un poquito más adelante para ver qué nos depara este «LEGO: The Hobbit» en su primer capítulo de verdad, titulado «An Unexpected Party«. Te suena, ¿verdad?
Igualmente, antes de entrar en materia, y en otro guiño la mar de divertido hacia las películas de Peter Jackson, no empiezas el capítulo controlando a Bilbo, sino a unos Frodo y Sam jovencísimos que puede deambular un rato por los alrededores de la casa del prota del juego, causando destrucción a su paso y acumulando un buen número de monedas (que, vale, ahora eres un hobbit, pero el espíritu urraquil de los enanos te va a acompañar durante todo el juego). De hecho, tengo que reconocer que yo, que soy un poco caótico y más curioso que el gato al que mató la curiosidad, acabé en una barca que me llevó hasta el reino de los elfos. Supongo que era algo que no tocaba, que meé fuera de tiesto lo más grande, así que volví a La Comarca y me dirigí hacia la casa de Bilbo, a ver qué pasaba… Aunque sabía perfectamente qué era lo que iba a pasar: los enanos van llegando uno a uno a la casa del hobbit y te toca ir conjugando las habilidades de unos y otros para algo tan poco bélico como preparar la mesa para un grupo masivo de enanos hambrientos.
Aquí, de nuevo, es inevitable sentir que estás pellizcando la superficie de cómo será el juego en un futuro próximo (aunque en un entorno controlado en el que no hay enemigos y no te pueden matar). Tendrás que utilizar el arco para hacer caer alimentos de las estanterías, tendrás que destrozar muebles para encontrar piezas ocultas, tendrás que volver a pasar por el juego de las piezas LEGO para poder construir la mesa en la que tendrá lugar el festín enano que dé inicio a la aventura. Finalmente, como colofón, tendrás que jugar a bailar con los platos (lo que significa volver a apretar el botón adecuado en el momento adecuado para que los platos no se caigan y causen un estropicio en la casa de Bilbo). Ahora viene la pregunta: ¿y cómo acaba esta historia? Lo sabes perfectamente: con que Bilbo firma el contrato que le obliga a acompañar a los enanos y a Gandalf hasta Erebor para que los primeros puedan recuperar su reino y su hogar. Una vez firmas tu contrato con el destino, se acaba el segundo capítulo y sientes una sensación buenrollera de que, como primera partida, no ha estado para nada mal, ¿verdad?
[dropcap]¿[/dropcap]QUÉ PASARÁ? No voy a ponerme aquí narrativo porque todos sabemos qué pasara en lo concerniente al argumento de «LEGO: The Hobbit«. Lo que sí que tengo que puntualizar es que, en un momento en el que los juegos parecen optar por el más es más absoluto, por los gameplays enrevesados y complejos, por los mapeados colosales y por liarlo todo para justificar los 60 euros que ha desembolsado el jugador, se agradece un lanzamiento (engañosamente) «pequeño» como este. Los gráficos puede que no sean un locurón que vaya a pasar a la historia, la dinámica de juego no es l más original del mundo y la historia ya te la conoces, pero lo interesante aquí es que «LEGO: The Hobbit» tiene algo que les falta a muchos de los grandes lanzamientos de la nueva generación: capacidad para divertir. Así que vuelvo a preguntar: ¿qué pasará? Y respondo: que te lo vas a pasar como un enano. Nunca mejor dicho.
DISPONIBLE EN… PS4, PS3 (versión probada), PS Vita, Xbox One, Xbox 360, Wii U, Nintendo 3DS y PC.