EL JUEGO. Es de suponer que un juego como «GTA V» no necesita presentación alguna a estas alturas: no sólo se ha hablado mucho de él en los últimos meses (y más que se hablará en los próximos), sino que su lanzamiento el pasado 17 de septiembre levantó una polvareda mediática gigantesca, de tal forma que acabaron comentando el evento tanto en informativos como en medios de todo tipo. Pero, por si existe algún despistado, nos ceñiremos a los hechos y diremos que «GTA V» es la quinta parte de la saga «Grand Theft Auto«: después de basarse en Nueva York para recrear aquella Liberty City que protagonizó junto a Niko Bellic el impactante «GTA IV», el hecho de que esta nueva entrega tomara como punto de partida la ciudad de Los Ángeles hizo que muchos se relamieran de gusto. Al final, en el juego no sólo se puede jugar en la ciudad de Los Santos, sino también en todas las zonas que le rodean. También destaca como novedad en la saga que esta es la primera entrega en la que no sólo hay un protagonista, sino tres (Michael, Trevor y Franklin) entre los que puedes ir alternando la acción cuando te plazca.
Ya hablando de cifras, «GTA V» tiene en su haber el honor de ser uno de los juegos más caros de la historia, habiendo costado un total de 265 millones de dólares… ¿Te parece una barbaridad? Lo sería si no resultara que en sus primeras 24 horas ya había recaudado la friolera de 800 millones. Una cantidad que se queda en nada si tenemos en cuenta las horas de placer que nos va a reportar «GTA V«. Eso no tiene precio. Por ahora, sin embargo, os explicamos aquí nuestra primera partida.
PRIMERA PARTIDA. «GTA V» se abre con uno de esos cartelitos de «Hace nueve años«, y eso podría parecer el preludio de una larguísima intro / tostonazo en la que nos van a poner antecedentes… Pero no. Desde el principio puedes manejar a tu personaje, un tipo enmascarado que se encuentra en medio de un atraco junto a otros dos encapuchados. En un principio, tienes que hacer cosas rutinarias como obligar a los rehenes a que se metan en un almacén a base de intimidarles con la pistola o hacer que la puerta de la cámara acorazada explote utilizando tu teléfono móvil. Una vez te haces con el dinero, sin embargo, empieza la acción de verdad: al intentar salir de la cámara acorazada, un policía te pilla del cuello en lo que parece la crónica de una muerte anunciada. Pero aquí llega una de las mecánicas más sorprendentes de este nuevo «GTA V«: apretando un botón puedes pasar de manejar un personaje a manejar otro. ¿Y para qué sirve esto? Por ejemplo: para, en este caso, cambiar de personaje y volarle la cabeza al guardia que te tenía cogido por el cuello. Tal que así. Y aunque las posibilidades de esta mecánica molan mil, no hay espacio ni para detenerse ni para pensar demasiado: seguís con vuestra huída, lo que viene a significar que al salir del banco te toca avanzar a través de hordas de policías en medio de un paraje rural nevado.
Otra pregunta retórica: ¿qué sería de «GTA» sin coches? Pues eso: finalmente llegas a un coche y es hora de empezar a conducir. con la mala suerte de que en cierto momento has de cruzar unas vías en las que aparece un tren que choca contra la parte trasera de tu vehículo en el último momento, lanzándolo contra la cuneta y dejándolo inservible. A partir de aquí, prepárate para el desastre: la lluvia de balas cruzadas con la policía hace que dos de tus compañeros mueran y que Michael (porque finalmente se quita el pasamontañas y puedes ver que es uno de los tres protagonistas) acabe inmovilizado en el suelo con un disparo que no pinta nada bien. Otro de los personajes, que responde al nombre de T. (y que sabes que será Trevor), huye corriendo hacia el bosque blanquísimo mientras le persiguen varios policías. Muchos policías. Fundido a negro… ¡y que empiece el juego!
Ya en el presente, controlas a Michael. Estás de cháchara con un psicólogo al que le hablas de tu hijo. Está muy cabreado y todo te parece una mierda. Y hablas con un acento italiano mafioso que recuerda, evidentemente, a Tony Soprano (supongo que lo del psicólogo también influye un poco). Al finalizar la sesión, sales de la consulta y te sientas algo derrotado en un banco justo en la playa, observando el mar, mientras dos jóvenes negros pasan por detrás tuyo y te preguntan si sabes cuál es la casa de cierta persona. Curiosamente, lo sabes, así que les das las indicaciones pertinentes. Aquí, y contra todo pronóstico, ¡zas!, cambias de personaje al que manejas y pasas a controlar a uno de los dos jóvenes, llamado Franklin. Junto a tu colega Lamar, tienes que hacerte con dos coches. Pero que conste que no los estás «robando», sino que estás apropiándotelos porque el dueño no está pagando sus plazos. Sea como sea, esta es la excusa perfecta para tu primera toma de contacto con la conducción en «GTA V«: Lamar coge uno de los dos coches y te pide que le sigues a través de la ciudad de Los Santos.
Ojito: en contraposición a la conducción por calles estrechas de Liberty City en «GTA IV«, aquí encontrarás gigantescas y espaciosas avenidas en las que es muy pero que muy fácil pillar velocidades extremas. Una gozada, al fin y al cabo, para cualquiera que llegue a «GTA V» con la lección de conducción aprendida de juegos anteriores. Hay, además, otra novedad interesante: cada personaje tiene su marcador de «habilidad especial», que en el caso de Franklin (y Michael más tarde) consiste en ralentizar el tiempo en un bullet time que, aplicado a la conducción extrema de este juego, no podría resultar más deliciosa. El marcador, por cierto, se va rellanando a medida que vas haciendo locuras como conducir en dirección contraria o evitar colisiones en el último momento. Y aunque te pasarías horas conduciendo por Los Santos por el mero placer de conducir, finalmente llegas al punto de entrega de los coches… Con la mala suerte de que la policía también ha dado con este punto de entrega y toca salir pitando. Lamar se pira sin dar más explicaciones, así que te toca enfrentarte por primera vez a otro de los grandes clásicos de la saga: escapar de la policía. Aquí no varía mucho la dinámica respecto a entregas anteriores: lo primero es despistar a los coches que te persiguen y, una vez fuera de su alcance, tienes que procurar no cruzarte con ningún otro vehículo policial (aparecen iluminados en tu mapa) hasta que desaparezca tu nivel de búsqueda (indicado con estrellas: cuantas más estrellas, más cuesta perderlo).
Parece fácil, pero cualquier fan de «GTA» conocerá la frustrante (y genial) sensación de chocar con un coche de policía justo cuando vas a perder tu nivel de búsqueda, arrancando otra huída vertiginosa. En esta primera partida, cuando pierdes tu nivel de búsqueda es hora de ir al concesionario de Simeon, que es quien te contrató para este trabajillo y quien te dice que puede ofrecerte otras «misiones». Por ahora, sin embargo, pillas tu coche y vas a tu casa, que resulta que compartes con una tía que está un poco chalada. Aquí puedes ver lo que darán de sí los pisos francos de esta entrega: puedes sentarte en el sofá, ver la tele, fumarte un porro (con la consecuente alteración de la percepción), beber cerveza en la cocina, cambiarte de ropa en el armario, guardar la partida durmiendo en la cama (aunque esta vez también hay una opción de guardado rápido en tu teléfono móvil)… A partir de aquí ya sabes lo que toca: alternar las paradas en tu casa con las misiones de Simeon, quien primero te manda a por una moto muy especial (misión que acaba en un tiroteo por culpa de Lamar, que resulta ser un poco chungo) y luego a recuperar un coche en la zona alta de Los Santos. ¿De quién es este coche? ¿De quién puede ser el casoplón en el que te toca recuperar un nuevo vehículo para Simeon? Casualidades de la vida: es de Michael. Pero, señores y señoras, llegados a este punto habrán intuido que esto ya es mucho más que una primera partida (si es que alguna vez creyeron que con un juego como «GTA V» podría existir algo tan sencillo como una «primera partida»). Esto se ha convertido en «mi primera semana» con «GTA V«. Así que cambiemos el nombre de la sección y hablemos mejor de…