Llegados a este punto, ya le tienes el truco pillado a la acción: la cuestión es ir avanzando, cargándose a aliens y aprovechando las posibilidades de tu equipo (porque, tal y como sospechabas, ya tienes a otro agente a tu cargo y estáis dispuestos a petarlo a lo grande para superar a Los Tres Amigos o a cualquier otro trío histórico que te puedas echar a la cara). Eso sí, no está de más hacer un alto en el camino para comentar una cosa: la ambientación de «The Bureau: XCOM Declassified» es, simple y llanamente, sublime. Cierto es que hay algún que otro errorcillo gráfico (alguna sangre en el suelo que parece flotar sobre la superficie) y que los espacios a veces están demasiado vacíos, pero todo lo dicho es olvidable cuando te topas con un juego como este, que parece ser la mezcla pluscuamperfecta del rollo alien de «X-Files«, los estilismos impecables de «Mad Men» y la ambientación de época de «L.A. Noire«. El diseño de sonido, además, merece una mención especial: ayuda a introducirte en la acción creando tensión sin necesidad de resultar estridente. Win win win.
Una vez superado este licencioso alto en el camino, sigamos con la primera partida… Vas abriéndote camino a través de las instalaciones subterráneas de la base militar, topándote con sorpresas como un reactor de elerio capaz de dejar en bragas (en capacidad de producción, pero también de destrucción) a los reactores nucleares de toda la vida. Ah, también hay bombas de elerio. Todo un arsenal, vaya. Sea como sea, cada compañero va revelando sus fuertes: uno es bueno con las bombas a distancia, mientras que el otro es capaz de plantar torretas que abren fuego insistente sobre el enemigo. Y, para colmo, cuando llegas a la sala de guerra sólo queda un jefazo. ¿Pueden ir peor las cosas? Claro que sí. De pronto, una tipa aparece de la nada y dispara al jefazo. Pero no nos precipitemos: el jefazo en cuestión se estaba transformando en algo muy parecido a la señorita que casi te asesina impunemente al principio del juego, así que será mejor que confíes en esta agente que dice pertenecer a La Agencia (ya sabes: The Bureau, pero en castellano) y que te insta a coger el ferrocarril, salir de la base e ir a un lugar cercano para que os recojan a todos.
Manos a la obra. El único problema es que no es tan sencillo: de camino a la plataforma del ferrocarril veis diversos núcleos azulados con una pinta amenazante, y no es muy difícil concluir que esto es precisamente lo que estaban «sembrando» las naves alienígenas desde las alturas. No es momento de ponerse contemplativos, así que llegáis hasta el tren, lo fletáis, escapáis, perdéis la mitad de los vagones succionados por uno de los núcleos y, cosas de la vida, conseguís salir de la base en el justo momento en el que unos destellos azules parecen destruirla por completo. Si crees que ya estás a salvo, sin embargo, vas un poco errado: cuando llegas al lugar convenido con la agente de The Bureau, toca luchar de nuevo por vuestras vidas. Estáis en un hangar y unos gusanos robóticos gigantescos se acercan desde el horizonte de forma muy chunga. Bad newz, que dicen los ingleses. Nada que no solucionen un par de combates con sus estrategias bien montadas por tu parte hasta que, por fin, un helicóptero os rescata a todos y tu primera misión se da por cerrada. Llegados a este punto, puedes ver la descripción de la misión (destrucción absoluta de la zona), el estado de tu pelotón (ves que tu rango es 1, mientras que el de Nils y Kinney es 5, aunque lo cierto es que tu has abatido a 36 enemigos y ellos menos, así que tu experiencia ganada también es mayor), la tecnología adquirida (fusiles, granadas y demás) y las actividad de los intrusos (tipos de intrusos y cuántos has abatido).
Lo verdad es que este sería el momento ideal para hacer una pausa y dar por terminada la primera partida… Pero lo cierto es que tengo ganas de saber cómo se va a desarrollar el juego a partir de aquí, así que sigo un poco más. En los siguientes minutos de «The Bureau: XCOM Declassified» llegas a una base ultrasecreta y te enrolas en The Bureau a las órdenes de Faulke. Conoces al que parece que será tu compañero de fatigas (Nicolas Silva) y haces migas con la agente que te ha salvado el culo hace nada y menos (que, por cierto, se apellida Weaver). Tras un emotivo discurso de Faulke (en el que apunta a que The Bureau se montó como medida preventiva contra un ataque soviético a gran escala, pero que va a funcionar igual aunque el enemigo sean unos extraterrestres sospechosamente aficionados al color azul), te metes de lleno en otra misión dentro de la misma base. Esto, por cierto, te permite ver cómo va a funcionar el juego de aquí en adelante: Silva te pone al tanto de la misión y te dirige hacia una consola en la que puedes elegir a tu equipo a base de seleccionar a todo un conjunto de reclutas (incluso puedes «crearlos» con determinados parámetros). Eso sí: los ojos duelen y ahora sí que es momento de dar por zanjada la primera partida.
¿QUÉ PASARÁ? No es difícil adivinar qué ocurrirá en «The Bureau: XCOM Declassified«: las misiones serán cada vez más sofisticadas, el argumento cada vez ser irá haciendo más complejo (con traumas del protagonista incluido) y, sobre todo, la diversión no decaerá en ningún momento. Además, no es arriesgado vaticinar que tus misiones te llevarán a lugares cada vez más interesantes, de tal forma que ver el choque de los aliens y la tecnología futurista en la sociedad yanki de los años 60 va a ser un festín de los grandes. Claro que también podemos hacernos otra pregunta: ¿qué pasará con las críticas de que este juego traiciona la esencia de la saga «XCOM«? Que cada uno dé su respuesta… Pero yo, visto el nivel de goce de mi primera partida, me paso esa pregunta directamente por el forro de la entrepierna. He dicho.
DISPONIBLE EN… Xbox 360 (versión probada), PS3 y PC.