La banda que reventó las listas británicas hace dos años con un debut que pulverizaba las bases post-punk establecidas unos años antes por grupos adorados en el Reino Unido como Bloc Party o Franz Ferdinand está de vuelta. Foals (o los nuevos Radiohead como algún listillo desde algún seminario inglés se encargó de calificarlos… Sí, será porque son de Oxford) sorprendieron a propios y extraños con «Antidotes» (Warner, 2008), un disco fresco y novedoso. Ahora la pregunta es si dos años y cientos de conciertos después son capaces de ofrecer algo de garantías. La respuesta de Yannis Philipakkis y compañía se es «Total Life Forever» (Warner, 2010). Como quizás muchos fans recuerden, los británicos se autoproducieron «Antidotes«, ya que el en principio encargado de ello (el reputado Dave Sitek de TV On The Radio) no consiguió conducirles hacia los sonidos que buscaban. En esta ocasión, Foals se han ido a grabar su segundo plástico a Göteborg (sí, Suecia sigue de moda) bajo la batuta de Luke Smith, quien sí que parece haber convencido a los de Oxford con su trabajo.
Evolución, esa es la palabra que viene a la cabeza al escuchar por primera vez este complicado «Total Life Forever«, que viene claramente divido en dos partes por medio de un breve interludio titulado “Flugue”, como si ellos mismos nos quisieran acompañar desde la inmediatez de sus anteriores hits hasta estructuras más complicadas y desarrolladas que, en ocasiones, nos acercan descaradamente a las influencias más atrevidas (hablo de kraut e incluso post-rock) del conjunto. Lo que está claro es que los chicos han intentado escapar abiertamente de la inmediatez de su debut y, salvo algunos cortes más movidos como puedan ser “Miami” o “This Orient”, lo que aquí predomina son una serie de composiciones más ambientales cercanas al art pop. No hay más que escuchar el inicio folkie con «Blue Blood» o su primer single, «Spanish Sahara«, para darse cuenta de que quieren desmarcarse de la corriente new wave de la que participaron hace unos años y que, dicho sea de paso, empieza a estar de capa caída.
El teclista Edwin Congreave define sus nuevas canciones como “un pollo dado la vuelta en glorioso technicolor, pero algo más vegetariano y un poco menos funk«. Lo que él quiera. De cualquier manera, la originalidad es algo que cada vez está más a la orden del día en el mundo de la música y, a sabiendas de ello, los británicos buscan aquí reinventarse, liberados de sus propias ataduras y con la seguridad de quien experimenta y crea canciones más difíciles por convicción propia, no porque le venga así establecido por la prensa. Si no me creéis, dad una escucha a las canciones encargadas de echar el cierre al álbum (“2 Trees” o “What Remains”): ¿quién nos iba a decir hace dos años que este iba a ser el camino que tomasen? Un poco lo que les vino a pasar a Bloc Party con su «A Weekend In The City» (Wichita, 2007)… Solamente esperemos que su tercero sea algo mejor que el «Intimacy» (Atlantic, 2008) de los londinenses.
De todas formas, tampoco nos engañemos: se agradece la honestidad y la originalidad de estos jóvenes, pero no por ello ensalcemos su «Total Life Forever» como una maravilla. De largo minutaje y en ocasiones demasiado ambiental, llamadme simple, pero no me acaba de convencer. Y si me diesen a elegir para un directo (tomen nota, fiberos), me decantaría sin dudarlo por los temas de su debut… que demasiadas bandas experimentales tenemos ya en el panorama. Eso sí, nadie les podrá decir que se le han puesto la hoja de calcar al math-rock de «Antidotes«. Algo es algo, pensará Yannis.