[dropcap]V[/dropcap]IERNES, 4 DE JULIO. (Extraña) Primavera. Entre conversaciones filosófico-amorosas bajo los pinos y el estruendo de una rave mañanera, el día amaneció oliendo a primavera, como si el Festival do Norte hubiera regresado a mayo de repente. El aún agradable clima, sin embargo, permitía disfrutar tanto de la arena playera -en la que la piel podía adquirir un tono rojo cangrejo muy guiri- como de la Zona Brugal -dispuesta en el área de camping- con las piernas estiradas en una de sus hamacas o tumbonas.
Hacia ella se dirigió, surgido por sorpresa de la maleza del monte, el dúo Za!, encargado de llevar a cabo el único show secreto del certamen. Su explosivo cóctel de electrónica y rock esquizoide y psicodélico aderezado con vientos de trompeta y percusión libérrima dio paso a una calmada tarde que, con el paso de las horas, se iría complicando…
Las grises y amenazantes nubes ya cubrían el firmamento cuando Músculo! se subieron al escenario SON Estrella Galicia. Además, el horizonte estaba completamente cubierto por una densa niebla costera: mala señal que anticipaba la inminente caída de llovizna. La estampa no era la idónea, pero el grupo, pertrechado tras sus cachivaches electrónicos, logró encajar en ella su electro-synth-pop conjugado a dos o tres voces y estirado en extensos desarrollos instrumentales que mostraban sus dos caras: la más bailable, con graves gordos e inclinación hacia el dance-rock (“Zydrunas”); y la más primalscreamadélica (“Solaria”). El concierto fue breve aunque suficiente para que lucieran las brillantes formas del proyecto pontevedrés.
Por desgracia, el encapotado cielo sólo se volvería a abrir durante unos minutos… L.A. recurrieron a sus canciones compactas, de melodías pétreas pero diáfanas, para aportar algo de luminosidad mallorquina a la situación. Objetivo que consiguieron partiendo de su último trabajo, “Dualize” (Dreamville / Marxophone, 2013), para hacer un pequeño recorrido por toda su discografía en el que destacaron aquellos tramos que alegraban la tarde con su agitada rítmica, como “Outsider” y “Older”. Recibir el calor de algo parecido a los rayos del sol balear era una auténtica quimera, pero L.A. los acercaron de algún modo a Arousa mediante su (power)pop de aroma clásico y disfrutable de principio a fin. Antes de finiquitar su show enérgicamente, los mallorquines recuperaron la icónica “Hands” en una alargada relectura que refrescó los recuerdos de aquellos que se habían olvidado de la importancia de la banda de Luis Albert Segura en el panorama independiente nacional.
Para hablar del estatus alcanzado por Russian Red no es necesario rebuscar en la memoria, ya que se ha convertido en trending topic desde la salida de su reciente “Agent Cooper” (Octubre / Sony, 2014). Lourdes Hernández aprovechó la coyuntura en el Festival do Norte para certificar que está encantada de conocerse (su apodo artístico centelleaba en letras de neón de color variable tras ella) y enseñar al mundo el nuevo cancionero que le ha permitido reciclarse en cándida y glamurosa femme fatale rockera, a pesar de que algún que otro percance técnico la descentró en más de una ocasión. Guitarra eléctrica en ristre, desgranó un repertorio que se empapó del tono crepuscular, americanizado y lynchiano de su último LP y se balanceó entre medios tiempos baladísticos, la ligereza new wave de “Michael P” y el nervio de “Casper”. Entre medias, Lourdes decidió rescatar de su pasado un par de piezas pop (“Fuerteventura” en clave doo-woop y “The Sun The Trees”) muy bien acogidas por su fiel parroquia, que, seguro, hacía oídos sordos a las opiniones encontradas sobre la madrileña que recorrían el foso: cada “¡guapa!” se replicaba automáticamente con un implacable “no la soporto”. Lo cierto es que, si exceptuamos su empeño en repartir azúcar ante el micrófono, el vestido de rockera no le quedó mal en directo. Eso sí, sólo convenció plenamente a sus seguidores más apasionados.
The Horrors también deben de estar más que acostumbrados a escuchar y leer halagos y reproches a partes iguales por su mutante evolución practicada en sus tres últimos discos, entre los que “Luminous” (XL, 2014) se lleva la palma. Había curiosidad por comprobar cómo trasladarían su multisónico contenido sobre las tablas y, ya en los dos primeros temas, el veredicto estaba claro: de una manera abrumadora, gracias a la potente “Chasing Rainbows” y la discotequera y espacial “In And Out Of Sight”. Más adelante, “Falling Star” mostró las costuras pop de la banda y la dupla “So Now You Know” y “I See You” -con su coda final estallando en mil pedazos- rompió todos los moldes. Un impertérrito y a veces afectado Faris Badwan mantenía los matices de cada canción sin esfuerzo, desde la indiferencia emocional de “Who Can Say” hasta la sensibilidad psicotrópica de “Still Life”. Aunque donde The Horrors desplegaron todas sus armas, gustándose y recreándose consigo mismos, fue en “Sea Within A Sea” y la final “Moving Further Away”, odiseas kraut adornadas con algún que otro berrido a lo velociraptor de Faris, estrujadas, exprimidas y vigorizadas que a punto estuvieron de reventar los amplificadores en cuanto cayeron sus respectivas descargas noise. La fina lluvia no importaba. Al contrario: enriquecía la presencia del quinteto, cuyo derroche de energía los impulsó a la estratosfera, al infinito y más allá.
Satellite Stories, por su parte, se quedaron con los pies en la tierra. Aunque la muchachada se entregó a sus ritmos ultra-bailables en coreografías idénticas canción tras canción, su setlist pecó de una reiteración casi desesperante. Un servidor hizo la peculiar prueba de incrustar estribillos de Two Door Cinema Club en los de los finlandeses y encajaban a la perfección… El estilo entre unos y otros es tan mimético que el éxito de los nórdicos en el Festival do Norte sólo podía explicarse por esa moda en la que el pop se transforma en un cliché de guitarras y bases danceras y que triunfa en todo club de filiación indie que se precie. Sus esfuerzos por subir la temperatura del humedecido ambiente eran encomiables pero carecían por completo de contenido.
Por eso se agradeció que We Have Band apostaran por ofrecer los diferentes prismas de su electropop, ora bailongo ora destensado, para seguir calentando al personal y evitar que algún festivalero se resfriase y causase baja para la tercera jornada. Alineados en un blanco impoluto, mezclaron voces (la de Darren Bancroft fue ganando protagonismo), sintes, pads y bases programadas (junto a la batería tradicional) para picotear aquí y en allá en su atractivo catálogo. Dada la avanzada hora de su actuación, la pegada de “Save Myself”, “Where Are Your People?” y, especialmente, “Divisive” ayudó a mentalizarse y coger fuerzas ante lo que sucedería al día siguiente.