[dropcap]5.[/dropcap] UN IMPULSO COLECTIVO. Como ya afirmaba en la apertura de esta crónica, la sección Un Impulso Colectivo no buscó su coherencia en una línea programática temática, sino en unas coordenadas geográficas limitadas en espacio pero vastas en alcance y logros. De esta forma, resultaba francamente interesante ver cómo el resto de líneas programáticas del Festival D’Autor 2014 reproducían sus ecos en las protagonistas de esta sección comisariada por el crítico Carlos Losilla (quien, para la ocasión, ha actuado de investigador de campo y guía a través de sus descubrimientos más que de maestro de ceremonias)… Al final, y debido a que la escena de nuevo cine español bulle estos días de forma particularmente activa, puede que Un Impulso Colectivo acabara por transformarse en un contenedor en el que cabían películas de muy diferente factura, con intenciones diametralmente opuestas.
Y, aun así, es inevitable celebrar la existencia (y, con un poco de suerte, la continuidad) de Un Impulso Colectivo como, precisamente, una acción que es fiel a su propio nombre: un impulso colectivo para un cine que hasta ahora había permanecido invisible a los ojos de un país de espectadores que nunca han dudado ni un segundo en mostrar su desdén hacia las «españoladas». En Un Impulso Colectivo no hubo ni una españolada, sino más bien todo lo contrario: una voluntad (múltiples voluntades) de buscar nuevas vías de expresión, de definir una nueva identidad de lo que significa ser español y hacer cine. Algunas de las películas de esta sección ya han sido tratadas a la hora de desgranar líneas programáticas anteriores, pero una crónica del D’A 2014 no estaría completa sin rendir tributo y pagar respeto a esta valiosa sección. [RDT]
LOS PRIMEROS DÍAS. El film de Juan Rayos es una oda a la juventud, pero también a la sinceridad y compromiso social que los cuatro niños de la obra de teatro “Materia Prima” muestran en pantalla. Lo que a priori podría parecer un documental sobre los ensayos teatrales o incluso sobre el proceso creativo, se revela finalmente como un ensayo social donde los niños adaptan ciertos discursos para hacerlos suyos y, de la manera más sorprendente, se muestran en cámara con una gran transparencia que acaba por hacerles corregir sus propios ideales a medida que avanza la hora escasa de metraje. También son escasos los diez añitos de los intérpretes. Sin embargo, algunos como Candela llenan la pantalla con un carisma que les convierte en grandes titanes de la escena. Si tuviese que echar algo de menos sería verlos fuera de esas cuatro paredes donde teorizan sobre la vida… Aunque quizás sea ahí donde resida el encanto de «Los Primeros Días«. [EE]
PARADISO. La última sala de cine X que sobrevive en Madrid. Casi una metáfora de la resistencia ante la crisis. Y “Paradiso” nos guía por sus aledaños mientras sigue a Rafael, encargado del cine, en una película documental que huye de cualquier detalle morboso. La mirada en “Paradiso” es la clave. La distancia escrupulosa a la que Omar A. Razzak coloca su cámara de las personas que deambulan por el cine Alba, de sus conversaciones y de sus silencios, engrandece por sí misma a una cinta que recuerda a “En Construcción” (José Luis Guerín, 2001), tanto formalmente como en la sensación que transmite, ese tránsito que deja atrás un mundo que desaparece. La mirada de Razzak, no obstante no se centra en el elemento de decadencia, sino más bien en la ternura. Así, aunque “Paradiso” es la radiografía de un cierto anacronismo (las formas con las que proceden los trabajadores y los espectadores del cine; la extraña asunción de la propia sexualidad por parte de dichos clientes), lo que de verdad acaba importando es la vida y milagros, por así decirlo, de Rafael: su entrañable cinefilia, su amistad con Luisa (taquillera del recinto), la dedicación y detalle que pone en su peculiar trabajo. Una obra única. [DMDL]